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José Castillo

Pago al Club de París

¿Con Cristina habrá un FMI “bueno”?

Se viene el pago al Club de París. Pero para eso hay que conseguir el visto bueno del Fondo. Ahora que cambiaron las autoridades del FMI, nos quieren convencer de que va a ser “bondadoso” con nosotros. Mentira: sigue siendo el instrumento de los pulpos financieros y el imperialismo

La consigna del «no pago» estuvo presente en el acto del FITS del pasado 20/10 en Congreso

La consigna del «no pago» estuvo presente en el acto del FITS del pasado 20/10 en Congreso

Viene siendo un objetivo de Kircher: cancelar la deuda de 6.500 millones de dólares con el Club de París. En cada viaje al Primer Mundo y en cada reunión con empresarios así se lo exigían. De lo contrario, chantajean con que no vendrán “inversiones”.

Tanto Kirchner como Cristina expresaron su intención de pagar, una parte importante en efectivo y el resto renegociándolo con condiciones favorables para los acreedores.

Pero se encontraron con un escollo. Los miembros del Club de París (los gobiernos europeos, yanqui y japonés), están exigiendo “primero pasar por el FMI” antes de sentarse a negociar nada. ¿Por qué? Porque esos gobiernos, como buenos defensores de sus empresas, saben que entre las exigencias del Fondo está el aumento de tarifas de las privatizadas.

El FMI no cambia: hay que romper

El FMI siempre fue una herramienta del imperialismo para disciplinar a los países del Tercer Mundo. Esto se dio desde su fundación, al final de la Segunda Guerra Mundial. La Argentina, desde su adhesión como miembro en épocas de la Revolución Libertadora, cada vez que recurrió al FMI fue para recibir a cambio un plan de ajuste que significó hambre y miseria para los sectores populares. Esto se multiplicó por mil desde la década del 80: pasó a ser la “policía” que exigía pagar peso sobre peso la impagable, ilegítima e inmoral deuda externa latinoamericana. Luego en los 90, fue el principal impulsor de las privatizaciones y el gran defensor de la convertibilidad menemista.

Las luchas populares contra estas políticas fueron transformando al FMI en “mala palabra”. A fines de los 90, en las grandes manifestaciones antiglobalización, se marchaba contra el Fondo, el Banco Mundial y la OMC. Iba resultando evidente que era una herramienta cada vez más desgastada, que cada vez le servía menos al Imperialismo.

En los propios Estados Unidos, usinas de la derecha empezaron hace un par de años a reclamar que el Fondo “debía cambiar” y sino había que cerrarlo y crear un nuevo organismo menos quemado. Todo esto se plasmó en los últimos meses en la elección del nuevo director gerente. Se fueron los “quemados”, como el jefe anterior, Rodrigo Rato. Y se anuncia el retiro de la “bruja” Anne Krueger y de Anoop Singh (el indio que venía a apretarnos en medio de la crisis de 2001). A cambio, acaba de ser “elegido” Dominique Strauss-Kahn, un ex ministro de economía francés “socialista”. Arrancó con declaraciones populistas: “estoy decidido a dedicarme a las reformas que el FMI necesita”. Se trataría, según Strauss- Kahn, de modificar las cuotas-partes de participación de cada país. Es que el director gerente es sólo la cara pública: las políticas las decide un comité directivo donde los países tienen un voto ponderado que les permite a las potencias imperialistas fijar claramente sus políticas. Y vetar cualquier iniciativa en contrario.

Pero Strauss-Kahn aclara: “creo que nadie tiene en mente una reducción en la cuota de participación de Estados Unidos”; “el resto de los países son principalmente naciones europeas, Rusia y algunos otros. No hay forma de lograr una solución si esos países no aceptan transferir una parte de su participación a otros países”. Traducido, ninguna potencia imperialista va a ceder un milímetro de su poder: el FMI es inmodificable.

Es mentira lo que nos insinúan desde el gobierno, que el FMI se podría transformar en una institución “progresista”, que se abriría a aceptar políticas favorables a los sectores populares.

Lo decimos contundentemente: la única salida sigue siendo dejar de pagar la deuda externa, y romper definitivamente con el FMI. Sólo así podremos empezar a transitar el camino hacia la Segunda Independencia.


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