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A 100 años del descubrimiento de petróleo en ArgentinaEl mejor homenaje es la reestatización de YPFEl 13 de diciembre de 1907, mientras se perforaba en busca de agua en Comodoro Rivadavia, se produce el primer hallazgo de petróleo en territorio argentino. Nacía lo que en 1922 se terminará llamando Yacimientos Petrolíferos Fiscales.
Ahí comienza una extensa y rica historia, donde YPF se transformó en empresa símbolo de nuestro país. No sólo cumpliendo su rol básico de explorar, extraer, refinar y comercializar hidrocarburos. YPF fue mucho más que eso: ahí donde llegaba se fundaban pueblos, hospitales y escuelas. Centenares de miles de argentinos de varias generaciones constituyeron su identidad como orgullosos trabajadores de YPF, “los ypefianos”, sea como ingenieros, técnicos, obreros o empleados. En el ya citado Comodoro Rivadavia, pero también en Neuquén, Santa Cruz, Salta, Mendoza, Tierra del Fuego, en la plataforma continental del Mar Argentino, en cualquier océano del mundo a través de alguno de sus 16 buques-tanque, en todas y cada una de las ciudades o rutas del país con su extendida red de estaciones de servicio –que llegaban ahí donde no llegaba nadie-, o en su edificio de Buenos Aires, el símbolo de YPF mostraba a la empresa más grande del país. Llegó a ser la octava petrolera estatal del mundo. No toda su historia fueron rosas. Ya desde el comienzo las grandes petroleras mundiales vieron el negocio en la Argentina y salieron en su búsqueda. Por algo el primer golpe militar del siglo XX, en 1930, fue repetidamente citado como “con olor a petróleo”. Luego empezó el lobby, bajo el argumento de que “no éramos capaces” de extraer nuestro crudo. Y aparecieron las concesiones, que comenzaron con la firma por parte del gobierno de Perón del contrato con la California Petroleum y llegaron a su máxima expresión con Frondizi, impulsor de la entrada de todos los pulpos mundiales del sector. Parte de esta historia negra fue también el desguace en la época de la dictadura militar. Previo a la privatización de los 90, los publicistas de la derecha se regodeaban diciendo que YPF era la “única petrolera del mundo que daba pérdida”. Mentían descaradamente. Lo que había sucedido era que el gobierno más genocida de nuestra historia había usado las ganancias y los activos de YPF como “garantía” para pedir préstamos al exterior que después se giraban a otros rumbos, descapitalizando la empresa, lo que está registrado como parte del origen de nuestra todavía pendiente deuda externa. Finalmente, en 1993, se produjo la entrega mayor: desaparecía un pedazo importante de nuestra historia. En los registros de esa vergüenza quedará también anotado el rol de los gobernadores de las provincias petroleras, promotores fundamentales de la privatización. Entre ellos Néstor Kirchner, que llegó a poner a disposición el avión de la provincia para que sus legisladores concurrieran a votar. Lo que sigue es historia reciente. Centenares de miles de “ypefianos” despedidos, pueblos fantasmas y miseria en comunidades otrora pujantes, como Tartagal o Cutral-Có. El saqueo se profundiza La política privatista de los 90 continúa a todo vapor. En octubre de 2006 se votó la ley 26.154 que amplía los beneficios impositivos que ya tenían las petroleras y gasíferas. Este año también se renovó la concesión del Yacimiento de Cerro Dragón, a British Petroleum, Amoco y Bulgheroni, donde escandalosamente se le extiende el contrato hasta 2027. Mientras sigue el desguace y el saqueo, nuestros recursos se agotan: todos los estudios serios insisten que nos quedaremos sin petróleo en 6 años y sin gas en 8. En ambos casos se extrae para exportar, sin preocuparse siquiera de garantizar el mercado interno. Las refinerías producen nafta, más redituable en el mercado mundial, antes que gas oil. Los gasoductos que se construyen van “directo” hacia Chile y Brasil, nuestros grandes compradores. Nadie controla absolutamente nada. La política de Repsol La principal petrolera del país está sufriendo un proceso de vaciamiento inexorable de su capacidad productiva. La política de la dirección española, avalada por acción y omisión por el Estado Argentino, es maximizar la ganancia que se obtiene vía la extracción y venta en el exterior de lo obtenido en los pozos existentes. Ni siquiera se invierte para aumentar la capacidad local de refinación y mucho menos se realizan exploraciones. Lo que está sucediendo con YPFRepsol se puede graficar muy sencillamente: compraron la empresa en 1999 pagando 15.000 millones de dólares. Desde el año 2001 al 2006, pagaron utilidades que fueron reenviadas a su casa matriz por 8.200 millones. O sea que en apenas 6 años recuperó más del 50% del total de lo invertido en la compra. A 100 años, ¿qué hacer? La salida no pasa por crear “empresas” estatales petroleras nuevas, como Enarsa, sin técnicos, pozos, ni capacidad alguna. Su única utilidad es servir como “socio fantasma argentino” para nuevos negocios, como ya empieza a pasar en la exploración de la Plataforma Continental. Tampoco sirve para nada “argentinizar” un pedacito de YPF-Repsol comprando el paquete minoritario de acciones del que quieren desprenderse los españoles. Y mucho menos con “compradores” argentinos como Eskenazi, de nula capacidad técnica y con un largo “currículum” como pulpo financiero. Está en juego quien se apropia hoy de la renta petrolera y como protegemos un patrimonio que no es infinito. Para no quedarnos sin gas ni petróleo; para poder aprovechar la renta que hoy rinde elevados valores internacionales; para tener un sistema energético que no colapse en cualquier momento; para que se cumpla el derecho tan simple de que todos tengamos electricidad y calefacción; para que en cada zona petrolera del país vuelvan a florecer pueblos con trabajo, escuelas, hospitales, ferrocarriles, cultura; para que tantos técnicos y profesionales form a d o s con el esfuerzo de todos puedan volver a poner sus conocimientos y capacidades al servicio del país: hay que empezar de nuevo. Se impone la reestatización de todo el complejo gasífero- petrolero del país, sin indemnización, y la recreación de una gran empresa estatal gestionada por sus trabajadores, con el emblema de la vieja y gloriosa YPF. ¿Quién se queda con la renta petrolera?El valor anual de la renta petrolera argentina es de 30.000 millones de dólares. Esto es exactamente lo que estamos perdiendo por culpa de la privatización. Mientras México y Venezuela se quedan con el 100% de su renta petrolera, Bolivia con el 82% y Ecuador con el 68%, Argentina, vía retenciones y regalías de las provincias, apenas si alcanza el 32%. Para ser claros: el costo de producción del barril de petróleo en nuestro país es de entre 8 y 10 dólares. Tomando el “mix” de valores a los que se vende el petróleo argentino en el mercado mundial, a las petroleras le quedan alrededor de 45 dólares limpios por barril. ACTO
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