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A un mes de asumir...Con Cristina siguen los viejos problemasLa emoción de Néstor Kirchner al entregar el bastón presidencial a su esposa, postulándola como la primera mujer electa presidenta en la historia del país, parece historia antigua. El peso de la continuidad con casi las mismas caras y ministros en la Rosada, le ha impedido a Cristina gozar de “los 100 días de luna de miel” que suelen aprovechar los “nuevos” gobiernos. A pocas horas de asumir tuvo que enfrentar la cruda realidad social, política y económica que vive Argentina. Y la impaciencia de sectores populares por falta de soluciones a los viejos problemas.
EE.UU. mostró que tampoco “tiene mucha paciencia” con un gobierno que coquetea con el díscolo venezolano Chávez. Aprovechó el caso cierto de corrupción de la valija de Antonini -que llegó junto a funcionarios kirchneristas y de la venezolana PDVSA-, y montó un circo, llegando a decir que era plata de Chávez para la campaña de Cristina. Fue un chantaje para que Cristina empiece a alejarse de Chávez. Carrió y la oposición patronal se alinearon con EEUU, reivindicando la “Justicia, la independencia de poderes y honestidad” del gobierno genocida de Bush. Cristina denunció como una “operación basura” e hizo votar un repudio en el Parlamento, aunque no tomó ninguna medida de fondo contra la ingerencia yanqui. Pero ahora, presurosa, ya le hizo saber a Bush que, si aceptan a Timerman como embajador allá, se sentirá “resarcida” y normalizará toda relación. ¡Terminó rápido su supuesto “antiimperialismo”!
Con Cristina no sólo hay continuidad, sino que se avanzó en medidas antipopulares. Se reconcilió con la Iglesia, recibiendo a Bergoglio, reafirmando su rechazo al derecho al aborto. En estos meses aumentó la carne, las naftas, las tarifas de trenes, subte, ómnibus, mientras el gobierno mantiene los subsidios a las privatizadas, cuando dijo que el aumento era para quitárselos. Sigue la intervención al INDEC y los manejos tramposos de las estadísticas inflacionarias. Al punto que, pese al enorme superávit fiscal y las tasas de crecimiento, la banca mundial exige a Argentina el doble de tasas de intereses que a Brasil u otros países para darle préstamos, “porque no son confiables los índices inflacionarios”. ¡Ellos no tienen dudas del verso de la baja inflación!
Lo más grave es que se desnudó la crisis energética que durante años el gobierno negó. ¡Cristina cambió la hora y quiere cambiar lamparitas! Con ello sigue amparando a las privatizadas, en vez de quitarle las concesiones y reestatizarlas. Igual, la energía entró en colapso, con decenas de miles de vecinos sin luz ni agua, obligados a salir a la calle a reclamar. Los comerciantes tuvieron pérdidas irrecuperables. Volvieron los apagones que el gobierno negaba. ¡Ahora dicen que el problema es que “como se creció mucho y estamos mejor, hay más consumo, son problemas de crecimiento”! Junto con la inflación y los apagones volvieron los reclamos salariales. Tanta presión desde abajo obligó a los gremios a exigir “recomposiciones salariales por el desfasaje inflacionario”, y al gobierno y muchas patronales a ceder. Millones de trabajadores recibieron sumas fijas y adelantos, que permitieron encarar las fiestas y vacaciones más oxigenados. Y a Cristina evitar un verano aún más “caliente”. Aunque centralmente a los trabajadores estatales, pese a las inmensas reservas del Banco Central, se les sigue pagando una miseria absoluta y hasta se los despide masivamente, como hizo Macri. Bajar el “gasto público” un 50% sigue siendo una meta de Cristina y eso lo sufriremos con miseria salarial y peores prestaciones del Estado.
También hay reclamos por despidos. Los trabajadores del Casino flotante de Capital y los de la autopartista DANA del GBA, encabezan estas luchas. El abandono de los dirigentes gremiales a estos compañeros, la represión policial, el uso de patotas, la judicialización de las luchas y persecución a los activistas, son las mismas respuestas del “nuevo gobierno” a los trabajadores. Y, pese a que los cortes piqueteros generan rechazo en muchos sectores, ahora los que cortan calles son vecinos, comerciantes y trabajadores que reclaman soluciones a sus problemas.
Con Cristina todo sigue igual o peor para los trabajadores y el pueblo. Además de solidarizarnos con quienes hoy luchan y reclaman por sus justos derechos, es necesario seguir avanzando en la unidad política de aquellos que no confiamos que de la mano de Cristina, el PJ y la burocracia sindical puedan venir mejoras. La unidad de la izquierda y los luchadores es una tarea que debemos profundizar. |
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