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Escribe:
José Castillo
Inflación
¿De qué se preocupa el FMI?
Súbitamente, al FMI le empezó a preocupar la “calidad” de las estadísticas argentinas. Formalmente mandaron una nota a las autoridades del INDEC planteando determinar si la Argentina violó las normas internacionales con las que se establecen los índices de precios. La intencionalidad política es clara: como lo reconoció el propio jefe del Departamento de Estadísticas del Fondo, ellos ya estaban al tanto de las truchadas del organismo, pero “como estaba la campaña electoral en curso”, decidieron frenar el planteo.
Ahora decidieron enviar una extensa carta “pidiendo informes”. Vale citar que la dirección del Instituto, que durante meses no respondió a las denuncias de sus propios técnicos, y a la de múltiples organizaciones que mostraban, con lujo de detalles, las barbaridades que se estaban cometiendo, esta vez estimó importante responder de inmediato, dado que se trataba nada menos que del FMI.
Claro que de poco parece haberle servido la rapidez ya que, al dar a conocer el aberrante dibujo del número de enero, surgieron toda serie de trascendidos sobre que el Fondo no se daría por satisfecho con las respuestas. Encima, en estos mismos días apareció un informe del Departamento de Estado yanqui donde, entre otras cosas, resalta las diferencias entre los valores de inflación que da a conocer el INDEC y las de analistas privados.
El Fondo no se transformó súbitamente en defensor de la transparencia estadística ni le preocupa cómo la inflación afecta a los trabajadores. Todo forma parte de un juego de presiones, generadas de hecho por el propio gobierno, que está jugado a “arreglar” y pagar la deuda con el Club de París. Con ese objetivo, que va a significar que más de 6.000 millones de dólares que podrían utilizarse para salud, educación o mejoras de salarios públicos, vayan directamente a las arcas de varias potencias imperialistas (porque la deuda con el Club de París es directamente con gobiernos), el Ministro de Economía Loustau está embarcado en una negociación donde los acreedores le exigen conseguir primero el “aval” del FMI a su programa económico. El gobierno se jugaba a que iba a obtenerlo como si fuera un trámite, y ahora resulta que el Fondo le está marcando la cancha.
Que es todo un juego de presiones lo demuestra el mismo informe del Departamento de Estado. Ahí se insiste en que Argentina no sólo debe arreglar rápidamente su deuda con el Club de París, sino también volver a abrir la negociación con los bonistas que en su momento quedaron fuera del canje (que hoy suman más de 25.000 millones de dólares) y resolver las demandas que las privatizadas entablaron contra el Estado Argentino en el CIADI (Tribunal del Banco Mundial).
Puede ser que además el FMI esté haciendo de lobbysta de los bonistas que se sienten perjudicados porque los datos de inflación les impide llevarse las ganancias que pensaron lograr con los bonos ajustados por CER. Claro que, para compensar, las truchadas del INDEK al mismo tiempo benefician a los que tienen bonos que se indexan según el PBI, que al no registrar la verdadera inflación, “muestra” un crecimiento real que no es tal.
Los trabajadores del INDEC demostraron sobradamente que para luchar por sus puestos de trabajo, por la transparencia de los índices y por la independencia del Instituto, no necesitan ningún “reclamo” del FMI a las autoridades. Más de una vez, cuando le convino, el FMI y los otros organismos financieros internacionales avalaron datos falsos sobre la economía argentina. Un programa económico al servicio de la clase trabajadora requiere de estadísticas sólidas, elaboradas sin ingerencias, por un INDEC independiente, controlado por sus trabajadores y técnicos. Y también terminar de una vez por todas con ese robo de guante blanco que se expresa en bonos ajustados por inflación, otros por PBI, Clubes de París que exigen y FMI que chantajea: todo se acabaría de un plumazo si dejáramos de pagar la deuda externa y pusiéramos todos esos recursos al servicio de las necesidades de las mayorías populares.
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