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Contra el Pacto Social

Llamamos a intervenir en la dura pelea salarial

Terminando el período de vacaciones, que no estuvo falto de luchas -Casino, Dana o la línea 60, entre otras-, va quedando claro cómo viene el 2008. Será un año cruzado por una dura pulseada por el salario. Ya estamos en medio del primer capítulo: la discusión en las paritarias. Y se va perfilando con claridad en qué consistía el famoso Pacto Social del que hablaba Cristina en sus campañas: una alianza entre el gobierno, los empresarios y la burocracia sindical para ponerle “techo” a los reclamos salariales pese a todo lo que nos comió la inflación en 2007.

Cristina se jugó al pacto con la burocracia sindical de la CGT, y con Moyano como interlocutor principal, buscando marcar otro techo, ahora del 19%, que ya firmaron Camioneros y la UOCRA. El propio presidente de la Ford salió a decir que ese monto era “satisfactorio”. También la CTA entró con todo en el pacto. Ya en su entrevista con Cristina, Yasky había declarado que “el salario no es un problema”. Pero lo más vergonzoso fue el acuerdo de CTERA donde firmó no sólo un aumento insuficiente, sino que se juega a garantizarle al gobierno la “paz social” para todo el 2008, limitando el derecho de huelga.

Todos quieren que las discusiones salariales se canalicen con mesura y prudencia. Pero por más pactos que haya, no van a lograr frenar todas las luchas. En muchos gremios se está planteando que por lo menos se debe aumentar un 30%. Los trabajadores del INDEC salieron a denunciar el número trucho del 8,5% de inflación de 2007, señalando que la inflación real estuvo entre el 22 y el 26%, poniendo una referencia de porcentaje para reclamar en las paritarias, junto con el valor actual de la canasta familiar, por encima de los 3.000 pesos. Pero para poder hacerlo, tenemos que exigir que todo se discuta en asambleas: cuánto pedir, cómo y con qué medidas de acción, exigiendo que los paritarios sean elegidos en asambleas y concurran a las reuniones con mandato de base.

 

Cristina inauguró su gobierno con un marco de fondo: la crisis económica mundial. Muchos funcionarios del gobierno se ponen afónicos de tanto decir que la Argentina no se va a ver afectada. Dicen que está “blindada” e “inmune”, pero ni ellos se lo creen. El superávit depende casi exclusivamente de los altos precios de las materias primas, en particular la soja. La Argentina está de nuevo al borde de una crisis energética para este invierno y necesita nuevas inversiones, las cuales peligran y buscan otros horizontes donde salvarse ante la caída de las bolsas. Además seguimos teniendo una deuda externa estructuralmente impagable. Este año, para cubrir los 6.000 millones que vencen, el gobierno piensa recurrir al ANSES y a los fondos de la Lotería, porque se le acabó el financiamiento “fácil” en los mercados internacionales. Tanto un reciente informe del Banco Central, como las declaraciones del propio titular del FMI, reconocen que es muy difícil que algún país se salve de los coletazos de esta crisis. No sabemos si seremos afectados en dos, seis meses, o un año. Pero seguro que la “ola” llegará. Por eso el gobierno se está “preparando”: baja el gasto social, busca tener el mayor superávit posible y, por supuesto, no quiere regalarle un centavo a los empleados públicos.

 

El gobierno “olfatea” que hay un malhumor social y sabe que sus próximas medidas no pueden sino acrecentarlo. Como tiene claro que se vienen épocas difíciles, busca fortalecer su base política. Esa es la tarea de tiempo completo de Néstor Kirchner: intentar recomponer el PJ y garantizar el pacto con la CGT. También se apoya en la UIA y en la extensa red de gobernadores e intendentes amigos, que incluye a los radicales K, todos sostenidos por la “lealtad de la billetera”. Ya nadie habla de la nueva política ni de la “transversalidad”. Lo “nuevo” ahora es esa suerte de “Pacto de Olivos II” tras el acuerdo Kirchner-Lavagna. Pero las rencillas internas, tanto en ese aparato que es el PJ que sigue gobernando para el imperialismo y las multinacionales, como en el gabinete, siguen su curso. Se rumorea que el niño mimado y ministro de economía Losteau tiene los días contados. Así se le sumaría otro ministro de esa importante cartera desplazado de la Casa Rosada (antes fueron Lavagna-Micelli-Peirano), que si se da, no es más que para apuntalar a los fieles amigos de las patronales, como el patotero interventor kirchnerista en el INDEC para manipular los índices, Guillermo Moreno. Todo ello combinado con la recomposición de las relaciones con los yanquis, que desde la Rosada se esfuerzan en que no se llamen “carnales”. Prueba de ello es la recepción de Cristina al embajador de Bush, y las declaraciones del argentino en la Casa Blanca, Héctor Timerman, quien señaló que da lo mismo que ganen demócratas o republicanos, total “para hacer negocios”, es lo mismo cualquiera.

 

Mientras tanto, en los últimos meses estamos asistiendo a un recrudecimiento de los ataques contra las nuevas direcciones sindicales. En varios casos, como el Casino, Dana, el Subte y la Línea 60, vimos la reaparición de las patotas sindicales. Siempre con la complicidad de la patronal y el gobierno. En el Casino también se sumó la represión de la policía y la Prefectura. Además de la represión física, el gobierno y la burocracia se juegan a atacar a las nuevas conducciones combativas con cambios laborales estructurales -tomando personal ligado a la burocracia o dividiendo sectores para evitar que se elijan los mismos delegados cuando éstos son combativos-, como está pasando en el subte e intentan hacerlo en Ferroviarios. También apelan a despidos de delegados, adelantando elecciones para evitar que se reelijan -como hicieron en Dana- o intentando asfixiar con enormes descuentos por los días de paro, como hicieron a fin del año pasado con los Sutebas combativos. A esto se le suma una nueva ofensiva en la judicialización de la protesta: en marzo o abril comenzará el juicio contra los ferroviarios de la Bordó, entre ellos el “Pollo” Sobrero, por una causa relacionada con el corte de vías de 2004 donde se exigía y se logró la legalización de la antiburocrática lista Bordó.

Es fundamental que todos salgamos a apoyar a esas nuevas conducciones sindicales combativas, ya que cada embestida contra un real representante de los trabajadores es un ataque a cada uno de nosotros. Esto es válido tanto para Argentina como para cualquier lugar del mundo; por eso tenemos que seguir desarrollando la campaña por la reincorporación de Orlando Chirino, uno de los principales dirigentes clasistas de la UNT de Venezuela, injustamente despedido de PDVSA (ver contratapa).

 

El próximo 24 de marzo será una gran oportunidad para articular todo estas tareas. Todos juntos en la calle vamos nuevamente a expresar nuestro repudio al terrorismo de estado y a un gobierno que continúa con su doble discurso: mientras le entrega la ESMA a las Madres o toma medidas cosméticas como ante el caso Febres, siguen vigentes los indultos a los genocidas, López continúa desaparecido y crece la represión y judicialización a los luchadores.

Muchas son entonces las tareas que tenemos por delante, empezando por la fundamental, apoyar las luchas en curso por romper el techo salarial del 19%, exigiendo un aumento salarial de emergencia igual a la canasta familiar, y que ningún trabajador gane menos de 3.000 pesos, ajustados de acuerdo al valor real del costo de vida. Exigiéndole a la CGT y CTA que dejen de pactar con el gobierno, y se pongan a la cabeza de un Plan de Lucha nacional. Izquierda Socialista hace un llamado a todos los luchadores a dar esta dura pelea.


Te pedimos un aporte para seguir apoyando las luchas de los trabajadores.

IS

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