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Después de la agresión a EcuadorEntre abrazos, salvaron a UribeTriste epílogo nos ha dejado la Cumbre de Río recientemente celebrada en Santo Domingo. Ya la reunión del Consejo Permanente de la OEA presagiaba lo que venía. Ese “Ministerio de Colonias”, como acertadamente lo llamara el Che Guevara, fue incapaz de condenar y sancionar al gobierno paramilitar de Uribe, por la violación flagrante de la soberanía de Ecuador, y por el alevoso asesinato de 20 guerrilleros de las FARC, que además, contó con el apoyo tecnológico y logístico del imperialismo norteamericano.
En Santo Domingo, los gobiernos latinoamericanos hicieron un triste papel, que ahora nos quieren vender como un triunfo contra la guerra; presentándose como los grandes hacedores de la “paz” en la región. Fidel Castro afirmó que fue una victoria sobre el imperialismo, errónea conclusión a la que también se sumó el presidente Chávez. Sin ninguna duda, el gran triunfador de la Cumbre fue el gobierno de Uribe, y por extensión, el imperialismo norteamericano. Al presidente colombiano se le vio firme y sin ceder en su postura guerrerista e intransigente. Aunque reconoció la violación del territorio ecuatoriano, nunca dijo que no lo volvería a hacer. Incluso inventó una nueva teoría sobre la soberanía, emparentada con la tesis de Bush de la “doctrina preventiva”, aplicada en Irak y Afganistán, según la cual “la soberanía del territorio no puede estar por encima de la soberanía de los pueblos”. Pero, para sorpresa del mismo Uribe, los presidentes de la región, encabezados por los supuestos gobiernos “progresistas” o de “izquierda”, entiéndase Chávez, Evo, Correa, Ortega, procedieron a “bajarse los pantalones” sin ningún pudor. Ante la mirada atónita de los trabajadores, campesinos, indígenas, jóvenes y pueblos del continente, que los vieron por televisión, estos gobiernos, que tan sólo unos días antes habían roto relaciones con Colombia, enviado tropas a las fronteras, amenazado con expropiar empresas colombianas, se limitaban a darle un coscorronazo al niño malcriado y mala conducta, que a duras penas decía: “no lo vuelvo a hacer”, pero siempre dejando la puerta abierta para repetir su acción, si alguno de esos “bandidos” o “terroristas”, como llamó Uribe a la guerrilla, se atrevía a atacarlo desde otro territorio. Estos presidentes vergonzosamente terminaron abrazando al peón del imperialismo, el mismo que sólo unos días antes supuestamente condenaban. Las limitaciones de los gobiernos “progresistas” En la Cumbre de Río se puso en evidencia el carácter de clase de todos los gobiernos de la región, incluidos los supuestos “progresistas”, que dejaron en claro sus tremendas limitaciones. Estos son gobiernos reformistas, que siguen el guión hipócrita de la diplomacia burguesa; que no están dispuestos a romper con estos formulismos, y mucho menos con el capital, las transnacionales, y con regímenes represivos, proimperialistas y de corte fascista como el de Uribe. Todos estos gobiernos de “izquierda” light, persiguen la colaboración de clases, por ello no van hasta las últimas consecuencias contra el cachorro del imperialismo en la región. Más bien prefieren abrazarse y estrecharse las manos con un personaje que en el futuro no dudará en violar la soberanía de algún vecino, cuando sus intereses políticos, que son los mismos del imperialismo, así lo requieran. A Uribe no se le condenó ni se le sancionó Por otra parte, tanto la OEA como el Grupo de Río dejaron al descubierto nuevamente que son organismos burgueses, donde prevalecen los modales cortesanos, los discursos grandilocuentes sobre la “paz”, la “democracia”, o la “unión”, que siempre se anteponen a los intereses de los trabajadores y los pueblos de América Latina. Superada la crisis, viene la pregunta: ¿a favor de quién se superó? El hecho es que a Uribe no se le condenó ni se le sancionó, y tampoco ocurrirá en la reunión de la OEA prevista para el próximo 17 de marzo. Esto deja abierta la puerta para que el imperialismo, a través de Uribe, vuelva a aplicar su remozada y proimperialista concepción de la soberanía, y le da luz verde a la guerra a muerte que Uribe desarrolla en Colombia contra la guerrilla. El apretón de manos entre Chávez y Uribe Capítulo aparte merece el decepcionante papel jugado por el gobierno venezolano en la reunión. El presidente Chávez en lugar de plantear la necesidad de que se condenara al gobierno de Uribe, y se profundizaran las otras medidas que unos días antes había tomado, como la ruptura de relaciones diplomáticas, exhortando a los otros gobiernos a hacer otro tanto, aislando al gobierno paramilitar colombiano; y llevar a la práctica la amenaza de expropiar las empresas colombianas radicadas en el país, pero entregando su gestión a los trabajadores, optó nuevamente por no concretar una amenaza, asumiendo una actitud blandengue, conciliatoria, que el propio Uribe ni se imaginaba que adoptaría, la cual, por cierto, ha sido alabada por diarios reaccionarios como El Comercio de Lima, o por la cadena Caracol, el equivalente colombiano de Globovisión, y aplaudida por Alan García y José Miguel Insulza. Manifestaciones que reflejan a quién beneficia el apretón de manos con Uribe. Que quede claro, nadie estaba apostando a la guerra entre pueblos hermanos, nosotros tampoco lo hacemos, pero lo que sí es cierto, es que esta era una oportunidad de oro para aislar al gobierno fascista y proimperialista de Uribe. Toda esta parafernalia de “que triunfó la unidad”, de que “el derrotado fue el imperialismo”, abrazos y sonrisas de por medio, es un nuevo engaño y una bofetada al pueblo de este continente. La paz verdadera, la integración y unión de los pueblos de Latinoamérica, sólo será posible en el marco de la lucha regional por el establecimiento de gobiernos obreros y populares en tránsito al socialismo, en la perspectiva de conformar la Federación de Estados Socialistas de América Latina. Declaración de la UIT-CIReproducimos el pronunciamiento de nuestra internacional publicado pocos días después de la masacre realizada el 1º de marzo por Uribe contra el campamento de las FARC, titulado “Aislemos al asesino Uribe y a su gobierno proimperialista. ¡Ruptura de relaciones ya!” El bombardeo y el posterior asesinato de Raúl Reyes, integrante de la conducción de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), y otros guerrilleros, perpetrados por el ejército colombiano con apoyo aéreo y de asesores yanquis sobre territorio ecuatoriano el 1º de marzo, es una grave violación de la soberanía de Ecuador y un golpe a las negociaciones para liberar a Ingrid Betancourt. Ha quedado plenamente establecido que la muerte de Raúl Reyes y de los otros guerrilleros que lo acompañaban, no sucedió en combate, sino que se trató de una operación masacre, con la ejecución de prisioneros heridos e indefensos. Se ha denunciado que la operación militar contó con la participación de asesores de la CIA y apoyo aéreo norteamericano desde la base militar yanqui de Manta, ubicada en el norte de Ecuador. Estos hechos se producen en un contexto en el cual, según informaron los gobiernos de Ecuador y Francia, se hallaban avanzadas las negociaciones con Raúl Reyes para liberar a la dirigente política colombiana Ingrid Betancourt, secuestrada desde hace seis años por las FARC. Es decir, que el primer objetivo de la acción es evidentemente frustrar la negociación por la liberación de los rehenes. El gobierno colombiano -que no representa los intereses del pueblo trabajador y excluído de Colombia- actúa como un títere del imperialismo yanqui. George Bush dio pleno respaldo tanto a los asesinatos anteriores como a estas acciones de agresión y avasallamiento de la soberanía ecuatoriana y de los pueblos latinoamericanos. Estados Unidos ha venido dotando a las Fuerzas Armadas genocidas de Colombia de un poderoso arsenal destinado, bajo el argumento del terrorismo y el narcotráfico, a la represión y a la intimidación a las luchas de los trabajadores y campesinos de Colombia. El Plan Colombia y el Plan Patriota han sido el instrumento para ese rearme para apoyar también al paramilitarismo que asesina a luchadores sociales y populares. Debemos tomar esta agresión militar a Ecuador como una amenaza a la soberanía de todos los pueblos y trabajadores latinoamericanos. Consideramos como recursos legítimos y soberanos las acciones tomadas por los presidentes Correa y Hugo Chávez, de reforzar militarmente las extensas zonas de frontera con Colombia como medida defensiva para evitar cualquier tentativa de las fuerzas armadas de ese país. Pero consideramos que es importante evitar el inicio de hostilidades bélicas, porque no será una guerra, entre otras cosas fraticida, la que liberará a los trabajadores y al pueblo colombiano del yugo que le ha impuesto la oligarquía, los capitalistas y el imperialismo norteamericano. Los socialistas revolucionarios no estamos por una guerra fraticida entre naciones hermanas que tienen una historia común de lucha contra el colonialismo y el avasallamiento imperialista. Ante el peligro de una nueva agresión militar de la alianza Uribe-Bush, más que la invitación a una confrontación bélica con las fuerzas armadas colombianas, consideramos más útil y revolucionario el llamamiento fraternal al levantamiento del pueblo colombiano, que contaría con el apoyo de los pueblos latinoamericanos, para terminar con el gobierno criminal y proyanqui de Álvaro Uribe que sigue siendo utilizado como trampolín por Bush para violentar la soberanía de nuestros pueblos. Repudiamos el asesinato de Raúl Reyes y demás combatientes, y hacemos un llamado a las FARC para que desechen las acciones aisladas tomando la senda de la movilización de masas, y, tal como lo reclaman importantes sectores populares colombianos, liberen a los civiles retenidos, por cuanto estos métodos antes que acercarlos, los alejan de las organizaciones populares que están necesitadas de unirse en la lucha contra el régimen de Uribe. Más que nunca debemos llamar a la movilización de los pueblos latinoamericanos para que conjuntamente con organismos defensores de los derechos humanos y las libertades democráticas que existen en el mundo entero, y apelando a la solidaridad internacional de los trabajadores y oprimidos, denunciemos el siniestro papel que cumple Álvaro Uribe y su jefe político, el Presidente de los Estados Unidos, George Bush, el mismo que está ordenando masacrar a los palestinos e iraquíes. La tarea del momento es aislar al gobierno de Uribe. Las centrales obreras y organizaciones estudiantiles y campesinas, deben ponerse a la cabeza del llamado a exigir en todas partes, mediante movilizaciones, que todos los gobiernos latinoamericanos (Lula, Bachelet, Kirchner, Evo Morales, Alan García, Tabaré Vázquez, entre otros) rompan relaciones diplomáticas con el gobierno colombiano, como ya lo hicieron Ecuador y Venezuela. Y que se unan para exigir la inmediata retirada yanqui de la base de Manta por haberla utilizado para agredir a Ecuador. Reclamamos la clausura de todas las bases militares norteamericanas en América Latina y la ruptura de todos los compromisos militares con Estados Unidos. Que se reconozcan a las FARC como fuerza beligerante y se repudie que Uribe y Bush las siga catalogando de terroristas. Llamamos a sumarnos a la jornada internacional del 6 de marzo, convocada desde Bogotá, contra el paramilitarismo y sus crímenes avalados por el gobierno de Uribe. Todos los trabajadores y sectores populares latinoamericanos tenemos que estar unidos para defender a Ecuador, Venezuela, Bolivia o cualquier país latinoamericano, de la agresión imperialista a través de Uribe o sus otros títeres latinoamericanos, y para solidarizarnos con el pueblo colombiano que soporta la represión genocida. Secretariado Internacional de la UIT-CI (Unidad Internacional de Trabajadores-Cuarta Internacional) |
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Izquierda Socialista en Internet: |
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