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Inflación, Desabastecimiento, Paro del Campo, Bajos salarios, Patotas

Con Cristina Crecen los problemas

Después de un largo silencio tras el descanso de Semana Santa en su mansión de El Calafate, miles esperaban el discurso de la presidenta sobre el candente problema del campo. Tema que seguramente la llevó a refrescar aquella famosa frase del Felices Pascuas de Alfonsín, ya sabiendo de antemano que, al igual que entonces, la casa no estaba muy en orden que digamos.

Cristina, de trajecito rosa y tono pedante, defendió su modelo y buscó engañar a la sociedad despachándose “contra la derecha” y los “piquetes de la abundancia”, igualando a la rancia oligarquía terrateniente con los pequeños productores. Eso cayó como un balde de agua fría entre quienes vienen siendo esquilmados tanto por el gobierno, como por los grandes del campo, los pooles de la soja, multinacionales, frigoríficos y grandes productores lecheros (ver páginas centrales).

 

El repudio no se hizo esperar. Se sucedieron pequeñas puebladas en varios puntos del país. El descontento contra el gobierno tuvo alcance nacional. Hubo marchas y concentraciones en Rosario, Córdoba, Tucumán, Entre Ríos, Provincia de Buenos Aires, y otros lugares. En Capital, varios miles de personas, esencialmente sectores de clase media, se movilizaron a Plaza de Mayo golpeando cacerolas como hace años no se veía. En el interior, se unieron pequeños productores con sectores populares.

Es que detrás de la protesta de los pequeños productores del campo se coló el malhumor social repudiando la inflación, el aumento descarado en los precios de los alimentos, el desabastecimiento, los bajos salarios y las patotas de Moyano y D´Elía. La presidenta y sus asesores no contemplaron que en los cortes no pululaban los cogotudos de la Sociedad Rural, Coninagro o Confederaciones Rurales Argentinas, sino pequeños y medianos productores perjudicados por el modelo kirchnerista.

Con su discurso, no hizo más que ratificar cien por ciento su política de “agrandar la caja” sin distribuir ni un peso para los trabajadores y el pueblo, con “retenciones truchas”, sin distinguir entre grandes y chicos del campo, las cuales terminan pagando totalmente estos últimos, cuando al exportador le reintegran parte de las mismas vía exenciones impositivas, subsidio al gasoil o menores costos de producción que no llegan al pequeño y mediano productor.

 

Cristina, además, señaló que “no se va a dejar extorsionar”, mientras le da vía libre a Moyano y D´Elía para patotear a los que cortan rutas o se movilizan. Señora presidenta: ¿Qué más extorsión cuando usted aplica un modelo de “crecimiento” que sólo derrama para las privatizadas, banqueros, patronales, petroleras y acreedores externos, estos últimos beneficiados con una deuda externa atada a la inflación que llevó a que en 2007 aumente en 14.435 millones de dólares? ¿Qué más extorsión, cuando hay millones bajo la pobreza o viven con salarios miserables? ¿Qué clase de “anti-oligarca” es usted que garantiza enormes ganancias para la nueva oligarquía, facilita la concentración de tierras, y ni siquiera aplica la legislación vigente que evitaría el desabastecimiento y los aumentos de precios de los alimentos? Esto es extorsión, no la que supuestamente usted esgrime para victimizarse.

 

Los 100 días que acaba de cumplir Cristina en el sillón de Rivadavia, parecen poco tiempo. Pero a esto hay que sumarle los cuatro años que el kirchnerismo lleva en el poder -contando el mandato de su marido-, sin resolver ninguno de los problemas estructurales que afectan a millones. Por eso la popularidad de la presidenta ya descendió siete puntos y crece el descontento popular.

Lo que no va más es este modelo económico que tiene un hilo de continuidad, bajo otras formas, con el de gobiernos anteriores. Hay que cambiarlo por otro al servicio del pueblo trabajador.

En primer lugar, hay que evitar que de este conflicto, los platos rotos los paguen los de abajo con desabastecimiento y más inflación. En el frigorífico Swift de Rosario ya le adelantaron las vacaciones a la mitad de sus trabajadores, verdaderas suspensiones encubiertas con peligro de despidos. Debemos reclamar: ¡Ni suspensiones, ni despidos, ni rebajas salariales! Que la crisis la paguen los oligarcas, las multinacionales y el gobierno. Salarios y jubilaciones igual a la canasta familiar. Que la carne y la leche lleguen a precios accesibles a los hogares populares. Reforma agraria. Reestatización de todas las privatizadas para recuperar el petróleo, el gas, los ferrocarriles y demás empresas estratégicas. No al pago de la deuda externa. Ni un dólar al Club de París.

Necesitamos de la unidad obrera y popular para luchar por estas medidas, en comun con los pueblos del interior y los pequeños productores, a quienes llamamos a defender este programa alternativo que va contra la oligarquía y el gobierno. En el camino de impulsar una gran movilización nacional que empiece a imponer estas medidas.

La puja actual no es entre “la derecha” versus el “progresismo” que hipócritamente se adjudica el gobierno. Los intereses que se vuelven a enfrentar representan a los perjudicados por el modelo (trabajadores, pequeños productores y demás sectores populares), por un lado, y por otro, a los beneficiarios del mismo, dentro de los cuales se encuentra la gran burguesía del campo.

Las brasas del Argentinazo siguen encendidas. El discurso de Cristina las reavivó. Llamamos a la unidad para darle una salida obrera y popular a la crisis.


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