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Juan Carlos Herrero

Siguen reclamando los pequeños productores

“Cristina no dio respuestas satisfactorias”

Juan Carlos Herrero es uno de los dirigentes de la Federación Agraria Argentina. Es «director suplente» por la Zona 9, a la que corresponde el pueblo de Carlos Tejedor (Provincia de Buenos Aires), municipio de 12.000 habitantes, donde él vive. Herrero fue preso político durante 6 años, desde agosto de 1975 (gobierno de Isabel Perón) hasta julio de 1981 durante la dictadura, por su militancia en el Partido Socialista de los Trabajadores. Lo entrevistamos y esto nos dijo.

Asamblea en el corte de Gualeguaychú

Asamblea en el corte de Gualeguaychú

Juan Carlos, ¿qué opinás del nuevo discurso de la presidenta, este lunes?

Dijo un conjunto de generalidades. Se mostró un poco más informada que antes. Denunció que el 2% de los productores se queda con alrededor del 40% de lo producido ¡Pero no dispuso ni anunció ninguna medida en contra de ellos! ¿De qué lado está? A los pequeños productores ofreció devolverles el 5% de las retenciones (bajar del 40 al 35%), pero con un intrincado sistema que ya antes ha hecho que el chico del campo nunca recibiera esos supuestos beneficios. Tampoco ahora.

A su vez, de los 1.500 millones de pesos que el gobierno asignó como reintegros, solo 200 fueron al campo, mientras que los 1.300 restantes fueron a industriales como la Aceitera General Deheza, del senador Urquía. Le dieron 2 pesos por litro de aceite para que mantuviera el precio, lo subió a 6, llevandolo a 8 el litro. Por eso, se ratificaron automáticamente los cortes hasta el miércoles. Ni siquiera hizo falta hacer asamblea. El discurso fue un éxito para el paro.

¿Considerás que hay un desborde a los dirigentes?

En la medida que los dirigentes dicen que sigue el paro, no. Pero tampoco podían levantarlo si no traían soluciones. Un sector de la gente dice que los dirigentes no los representan. Por eso las entidades no pueden aflojar, porque si dicen que levantan, no serían acatados.

Pero Cristina, en su segundo discurso, habló del histórico «grito de Alcorta» (primera huelga agraria, protagonizada por chacareros contra los terratenientes, en 1912) y dijo que no está contra los chacareros.

Ella cree que está en campaña electoral y entonces hace discursos. Pero ahora tiene que gobernar y hasta ahora no dio ninguna respuesta concreta. Por eso el discurso de la presidenta fue respondido por otro grito de Alcorta, allá en Alcorta (Santa Fe) con una gran asamblea convocada por la Federación Agraria Argentina que resolvió continuar la huelga.

La señora sabe perfectamente que en la Federación Agraria no estamos contra las retenciones. Venimos reclamando retenciones diferenciadas, que sean mucho menores para los pequeños y medianos productores, y también que las retenciones sean coparticipables, es decir que se repartan para que vaya al interior, a las provincias y a los municipios, y no que las maneje discrecionalmente el gobierno nacional como un instrumento político para manejar a gobernadores e intendentes con los fondos.

Desde sectores de izquierda que apoyan al gobierno, entre ellos Hebe de Bonafini, se dice que este movimiento lo impulsan los oligarcas golpistas, los que dieron el golpe del 76 y que quieren un golpe.

Al principio, en el cacerolazo de Capital, se colaron algunos grupitos de derecha, también había mensajes de texto en los celulares, pero ya no están más, porque no tuvieron ningún eco. Los protagonistas de este movimiento, que están en las rutas, no quieren ningún golpe, quieren cambiar la política económica agraria.

La señora Hebe de Bonafini se equivoca mucho. Debería recordar que entre los desaparecidos hay también muchos campesinos de las Ligas Agrarias del Chaco, de Corrientes, y que ahora están sus hijos cortando rutas. Y en cuanto a los oligarcas, no son ellos los que cortan rutas. Ellos compran diputados, senadores, gobernantes, ellos no necesitan cortar rutas para imponer su política.

¿En qué consistió la asamblea con el pueblo de Tejedor el domingo?

El movimiento tiene un gran apoyo popular acá y en centenares de pueblos del interior. Por eso creemos que es muy importante la participación masiva de toda la comunidad. Bajo la lluvia, participaron 200 personas, que para un pueblo de 5.000 habitantes fue muy bueno. Participaron concejales y en la gente quedó claro cuál es el objetivo de nuestra lucha.


“El primer desabastecedor es el gobierno”

Ante la pregunta: “ahora el gobierno los va a acusar a ustedes por el desabastecimiento que ya comenzó. ¿Qué podés decir?”, Herrero señaló: “El primer desabastecedor es el gobierno.

Este desabastecimiento es temporal por el conflicto. Pero la política agraria del gobierno, al favorecer la concentración monopólica y el monocultivo de soja, redujo la producción de carne y leche, y de otros productos de consumo popular. Yo digo que se produjo un “ternericidio”, se están matando los terneros, perdiéndose así una gran cantidad de carne. Esta política tiene consecuencias muy graves, que van mucho más allá del paro actual, porque significa que a mediano y largo plazo habrá cada vez menos carne y menos leche para el consumo, y serán cada vez más caras.

El gobierno dice que controla los precios, le pone precios máximos a los productos, pero no controla los insumos. Así los fertilizantes, por ejemplo la urea, triplicaron su valor en dos años, pasando de 350 dólares a 1000 dólares la tonelada. El modelo que defiende el gobierno solo benefició a los grandes exportadores a los que les va bárbaro. Y ellos seguirán haciendo un excelente negocio aunque les aumenten las retenciones. Pero hunde a los pequeños y medianos productores y con ellos a las producciones para consumo popular interno. Pero me parece que la población urbana no le cree al gobierno. De lo contrario habría movilizaciones contra el paro agrario en los barrios populares, pero esto no está sucediendo. Me parece que la población urbana se da cuenta de que los que sostienen la protesta son gente de trabajo y no oligarcas”.


El “grito de Alcorta”

El 25 de junio de 1912, una rebelión de pequeños chacareros inmigrantes se sublevó contra los terratenientes que les imponían explotadores contratos de arrendamiento. La cosecha de ese año fue formidable, pero a los pequeños no les quedo casi nada porque todo se lo llevaban los dueños de la tierra que además los obligaban a comprarle los insumos y herramientas, y le compraban la cosecha a precio muy inferior al del mercado.

El movimiento abarcó a 100.000 agricultores y rápidamente ganó gran apoyo popular. Lograron imponer una modificación de los contratos de arrendamiento y fundaron la Federación Agraria Argentina.

Después de 95 años, hoy, la localidad santafecina de Alcorta, cuenta con 9000 habitantes y sus 55.000 hectáreas se «reparten entre los productores a razón de 56 hectáreas cada uno promedio» (Crítica, 30- 03). A cada chacra, descontadas las retenciones, les queda 2000 pesos mensuales, como un trabajador medio.

No es casual que desde allí, una asamblea de la Federación Agraria volvió a ratificar los cortes.


PROPUESTAS DE LOS SOCIALISTAS

• Apoyo a los pequeños productores que producen hasta 400 o 500 toneladas de granos, al pequeño ganadero y al pequeño tambero. Retenciones diferenciadas, incrementándolas para los grandes y eliminándolas para los pequeños. Los precios máximos deben ser para los invernadores, feedlots, frigoríficos, las grandes empresas lácteas, cerealeras y monopolios del complejo sojero, no para el pequeño tambero o criador de ganado. Para ellos debe haber precios sostén (mínimos) para granos, carne y leche, definido a partir de la recreación de las Juntas Nacionales de Carnes y Granos. Plan de desarrollo ganadero para el pequeño productor, incentivando la cría para aumentar el número de vientres. Créditos y subsidios para la pequeña producción lechera.

• Garantizar el abastecimiento y el no aumento de los precios de la canasta familiar aplicando la Ley de Abastecimiento a los grandes frigoríficos, supermercados y monopolios de la alimentación, en vez de penalizar al pequeño productor.

• Nacionalizar el comercio exterior. Así se podrá planificar qué se exporta y que se dedica al mercado interno, evitando faltantes y alzas de precios. Al mismo tiempo las divisas que generan esas ventas no irán a llenar de los bolsillos de los grandes monopolios, sino que podrán dedicarse a resolver las urgentes necesidades populares, o incluso a desarrollar la infraestructura y la producción de miles de pueblos del interior hoy sumergidos.

• Reforma agraria que permita recolonizar el campo argentino, expropiando a la oligarquía terrateniente, a los nuevos capitalistas del campo (el “agrobusiness”) y a los grupos agrícolas financieros (pooles de siembra), así como a los grandes monopolios cerealeros, aceiteros y frigoríficos. Adjudicación gratuita de chacras o granjas de explotación mixta (inferiores a 100 o 200 hectáreas según la zona y el tipo de producción), proveyendo a los colonos con maquinaria y vivienda, crédito barato y provisión de semillas y fertilizantes a cooperativas y pequeños productores, y explotación directa por el Estado cuando la escala requiera la existencia de grandes establecimientos. Límites a la acumulación de tierras, garantizándole al pequeño productor condiciones dignas de vida y trabajo, pero no promoviendo su desarrollo como capitalista.

• Estatizar la producción de semillas y fertilizantes, poniéndola en manos de los trabajadores y técnicos del INTA, para terminar con los negociados de las multinacionales como Monsanto, Nidera y Profértil.

• Basta de superexplotación a los trabajadores rurales, incorporándolos a la ley de Contrato de Trabajo (hoy están excluidos por una ley de la época de la dictadura), blanqueándolos inmediatamente (hoy dos tercios están en negro), terminando con la tercerización y garantizándoles un salario igual a la canasta familiar (hoy son los peores pagos del país).


Rosario

El Swift quiere hacer pagar la crisis a los trabajadores

30.000 operarios de los frigoríficos pueden ser suspendidos en estos días. La alimenticia Bagley de Córdoba anunció cuatrocientas. Otras tantas amenazan a la actividad agrícola. Las patronales siempre tienen excusa para suspender, despedir o rebajar salarios. Eso es lo que hay que evitar.

Dialogamos con José y Rubén, dos compañeros con muchos años de fábrica en el Swiff. Dicen que las suspensiones a casi la mitad del personal, no es «algo nuevo para los trabajadores de la carne.»

José nos comenta: «Hoy nos quieren hacer creer que lo que ocurre es culpa de los pequeños chacareros que están cortando las rutas, cuando lo que hacen es para que no los fundan. Ocurre que ante cualquier problema, sea por aftosa, exportación o en desacuerdo de precios entre el gobierno y las patronales ganaderas, siempre pagamos los platos rotos los trabajadores.»

Rubén señaló: «Hoy la patronal esta dejando afuera los contratados y a los efectivos nos dan vacaciones adelantadas (aunque a algunos nos las debían), y no sabemos que va a pasar a partir de la próxima semana. De esta manera la patronal se adueña de nuestras vidas: fijate que si pedís vacaciones en fecha (cuando corresponden), y hay trabajo, no te las dan, pero sí lo hacen cuando a ellos les conviene. Otro problema es que recién en mayo vamos a cobrar en blanco el aumento acordado en junio de 2007, hasta ahora lo estamos cobrando en negro, esto sumado a que el nuevo aumento no va a ser mas del 19%, hace que la inflación ya se haya comido este aumento».

José agregó: «Ante estos manoseos de la patronal, los dirigentes del gremio sólo se dedican a cumplir con «las órdenes» de la empresa y el gobierno. Hoy sólo dicen si esto sigue va a haber vacaciones y suspensiones, parecen voceros de la patronal. Y Rubén finalizó: «tenemos que dejar de ser convidados de piedra».

El gobierno anunció subsidios para garantizar, dice, el 100% de los salarios. ¡Debemos exigir que no haya suspensiones, despidos, rebajas salariales o pérdidas de conquistas!


Escribe:

José Castillo

Aumento de las retenciones

No redistribuyen la riqueza, ni frenan la inflación

Desde el gobierno nos dicen que las retenciones a las exportaciones son un ejemplo de impuesto redistributivo y progresista. Sería bueno recordar que en el primer gobierno de Perón (1946-55) funcionaba un cierto monopolio del comercio exterior. Por el contrario, en 1967, el ultraliberal Adalbert Krieguer Vasena, ministro de Economía del dictador Onganía, puso retenciones, las cuales se mantuvieron incluso durante el gobierno de Videla, con Martínez de Hoz como Ministro de Economía.

Dejemos algo claro: somos los primeros en reclamar que hay que poner fuertes impuestos a los que más tienen. Y desde ese lugar, cuestionamos este aumento de las retenciones. Primero, porque no es cierto que se destinará a “redistribuir la riqueza”. Hace más de cuatro años que el gobierno viene obteniendo recaudaciones récords, y las utiliza para hacer “caja” y para pagar deuda externa.

El segundo motivo es que este aumento no discrimina entre el grande y el pequeño productor, siendo funcional a la concentración monopólica de la tierra que se viene dando en los últimos años. Los grandes terratenientes protestan porque se les recorta un poco las superganancias, pero se muestran dispuestos a negociarlas a cambio de algún nuevo subsidio. Los pequeños productores, en cambio, saben que van camino a la quiebra, o sea a tener que venderle la tierra al gran terrateniente.

Pero el Ministro Lousteau y un afiche del Frente Para la Victoria, señalan que “sin retenciones se pagaría el pollo, la carne, la leche y el aceite cuatro veces más”, porque las empresas venderían los bienes a los mismos precios de exportación. Y que las retenciones garantizan que se vendan más barato. Esto es absolutamente falso. La carne, los lácteos, el pan, y en general, todos los bienes que consume la clase trabajadora vienen subiendo fuertemente desde la devaluación a esta parte, antes del paro del campo.

Tan falso es el planteo de Lousteau, que no puede explicar como es que, para “bajar” los precios de los alimentos, no sólo no sube las retenciones al trigo -un producto que incide en el costo del pan, vía la harina-, sino que las baja, subiendo las de la soja y el girasol, que se exportan en su totalidad.

El aumento de los precios tiene un motivo claro: la estructura monopólica de la economía argentina, que se reforzó en estos últimos años. Los precios de la carne los aumentan los grandes frigoríficos, los de los lácteos son decididos monopólicamente por Sancor y la Serenísima. Y todo eso sin contar la estructura monopólica de la venta final, en manos de supermercados como Carrefour, Jumbo o Coto.

Hagamos un simple ejercicio. El trigo en 2002 estaba a 380 dólares la tonelada, ahora subió a 580 (un 52%). El costo de la harina en el precio del pan es un 15% del total. ¿Por qué entonces el pan subió de 2 a 4 pesos el kilo? Respuesta: en el medio “alguien” (los grandes molinos, las panificadoras, los supermercados) se quedaron con la diferencia. Podríamos hacer el mismo ejercicio con la carne: acá los grandes ganadores serán los frigoríficos y (otra vez) las cadenas de supermercados. ¿Para qué sirvieron entonces las retenciones?

En síntesis: para luchar contra la inflación hay que tomar medidas en serio, como fijar precios máximos a los productos de la canasta familiar, eliminar el IVA (¡esa sí que sería una medida impositiva efectiva!), y aplicarle la ley de abastecimiento a los grandes monopolios si estos violan el control de precios o desabastecen. Y, si queremos apropiarnos realmente de la renta agraria para redistribuirla, la medida verdadera será decretar el monopolio del comercio exterior, para discutir cuánto colocar en el mercado interno y cuánto exportar, y luego decidir democráticamente qué hacer con las divisas que se obtienen de ese comercio, en especial, cómo se destinarían en beneficio del pueblo trabajador.


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