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EditorialEl modelo de Cristina asfixia“Lo único que nos faltaba: el humo”. Este comentario fue el que más se escuchó en estos días. A la suba descarada de los precios y los bajos salarios, se sumó este mal que ya ha ocasionado 10 muertos y más de 50 heridos por choques en las rutas; más de 400 consultas por afecciones directas; evacuación de escuelas, suspensión de viajes, deterioro del ecosistema del Delta, y un largo etcétera. “Estamos más contaminados que Botnia” , “Somos Argentina Cromañón”, fueron otras de las tantas frases escuchadas. “Es la tragedia ambiental más grande de la historia”, titularon algunos medios. “Este humo es tan malo como el del cigarrillo”, señalaron los médicos. Millones percibieron el descontrol del gobierno. A diez días de los tres primeros incendios (los focos llegaron a 600), y recién cuando el humo impregnó los caros trajecitos de la presidenta e impidió que pudiera salir de la Rosada en helicóptero, Cristina viajó al lugar de los hechos cuando ya el fuego era incontrolable y el malhumor social le atribuía inacción e ineficacia. Se supo, por ejemplo, que no hay ley que prohíba la quema de los pastizales. Y aunque sí hay disposiciones para “combatir el fuego”, fue una vergüenza ver a los socorristas munidos de bidones rudimentarios o algunas ramas para intentar apagarlo. Tal vez Cristina haya actuado así para “que la gente de la ciudad tenga más odio a la del campo”, como dijo una lugareña de la zona afectada. Estrategia que, si la hubo, le salió exactamente al revés. Ocurre que desde la rebelión de los pequeños productores todo ha cambiado en el país: las expectativas en el gobierno se han transformado en pura bronca; el doble discurso es percibido como parte de las mentiras oficiales, y millones empiezan a ver que quien asfixia a los trabajadores y demás sectores populares es el modelo de Cristina al servicio de los grandes empresarios, la oligarquía y el FMI, el Banco Mundial y otros agentes imperialistas.
Las negociaciones con el campo están estancadas porque el gobierno no da respuesta a los pequeños productores. Está jugando con fuego. Hace anuncios unilaterales y ni siquiera cuida las formas. El Secretario de Comercio Guillermo Moreno irrumpe en las reuniones con arengas, y se retira alegando que se le cayó mate cocido. Alberto Fernández resucitó al Ministro Lousteau en una conferencia de prensa para mostrar que todavía está en funciones. Muestras de un gobierno que se le movió el piso y no le alcanzó el Pacto Social y las patotas de D´Elía y Moyano para frenar la rebeldía de los productores chicos del campo. Y que su único objetivo es recaudar para pagarle al Club de París. Está claro que “las entidades” agrarias quieren arreglar. Pero se están realizando masivos actos y asambleas en el interior preparando las modalidades que tendrá el nuevo plan de lucha que comenzará el 2 de mayo próximo, fecha en que vence la tregua, si no hay soluciones concretas. “No le creemos a los anuncios del gobierno”, dicen. Una dura pelea que puso a la orden del día no sólo el reclamo de retenciones diferenciadas, coparticipables, con control popular, para destinar ese dinero a los problemas sociales; sino también la necesidad de tomar medidas de fondo para “el problema del campo”: la nacionalización del Comercio Exterior, reforma agraria (Argentina es uno de los pocos países que no tomó ninguna medida en ese sentido), expulsando a los Cargill, Bunge y Born, Aceitera General Deheza, burgueses del campo y a los poseedores, argentinos y extranjeros, de la tremenda concentración de la tierra en pocas manos, cosa que a Cristina ni se le pasa por la cabeza. Sencillamente porque no quiere combatir a la oligarquía.
Por eso, lo que asfixia, además del humo, es el modelo del gobierno al servicio de una ínfima minoría parasitaria que detenta los resortes del poder. La famosa “redistribución del ingreso” es un verso tamaño baño. Lo poco que se logra de salario (como el 19%) ya se lo comió la inflación. Y el aumento de precios está provocando cada vez más pobres. Hubo 1,3 millones más en 2007. Y de seguir así la suba de precios, se estima que serán 2.500.000 los nuevos pobres para el año que viene (afectando a 4,5 millones de jóvenes adolescentes), de los cuales 700.000 serán indigentes. ¿Cómo puede ser que esto ocurra en el país que produce anualmente alimentos para dar de comer a una población 15 veces mayor a la nuestra? Tal vez Cristina aproveche el humo como cortina para tapar otras medidas antipopulares, como el plan que se avecina de aumentar entre el 15-20% la luz entre los consumidores medios y un 40% a los de niveles altos. O el dato de que en el país faltan 1.000 escuelas para cumplir con la obligatoriedad de las clases, según un propio informe de la oficialista CTERA. Que sigue el trabajo esclavo. Que hay muertes por meningitis...
Plata hay para solucionar los problemas. Pero el dinero del superávit, recaudación fiscal y retenciones, va directo a los pagos de la deuda externa (apelando incluso a fondos de los jubilados) y a subsidiar a las grandes patronales del transporte y privatizadas, a las que este año se destinarán 27.000 millones de pesos, cuando en 2006 eran sólo 8.000. Con Cristina se benefician unos pocos. Mientras, los de abajo ven cómo sus ingresos cada vez alcanzan menos para adquirir los alimentos indispensables para la subsistencia. Hay que frenar los aumentos, imponiendo precios máximos y grandes sanciones a los formadores de precios, anulando el IVA de los productos básicos. Luchando por un aumento de salario de emergencia en el camino de equiparar el valor de la canasta familiar. Por otro modelo que empiece por reestatizar las privatizadas, suspender los pagos de la deuda, nacionalizar la banca y el Comercio Exterior, y realizar una reforma agraria para distribuir la tierra. Medidas de fondo por las cuales bregaremos en unidad con los luchadores. Para impulsar estas propuestas es que invitamos a sumarse a Izquierda Socialista. |
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