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Propustas socialistas: Medicamentos¿Derecho a la salud u objeto de lucro?Según un estudio realizado por investigadores de Canadá, la industria farmacéutica gasta más en promoción y marketing de sus medicamentos, que en desarrollar nuevos productos que salven vidas. Se gasta casi el doble en repartir muestras gratis y en reuniones con los médicos, que en investigación y desarrollo. En los Estados Unidos, las empresas farmacéuticas gastaron en 2004, 57,5 mil millones de dólares en promoción de sus drogas, mientras destinaron sólo 31,5 mil millones de dólares a la investigación de nuevos productos. En nuestro país, la comercialización de medicamentos tiene tantas fallas que está poniendo en serio riesgo la salud de la población. Según un informe de la Defensoría del Pueblo de la Nación, se detectaron droguerías y farmacias que venden remedios robados como si fueran legítimos. Otros productos tienen etiquetas que tapan la fecha real de vencimiento. También hay medicamentos con estuches adulterados. “La cadena de la comercialización de medicamentos tiene fallas y algunas son de envergadura” dijo el Defensor Eduardo Mondino (Clarín, 05/03). Consideró que “la autoridad sanitaria nacional tiene una capacidad muy limitada y el control insuficiente hace que la gente pueda estar consumiendo medicamentos vencidos o de calidad inadecuada, o medicamentos que no hacen nada. Por lo cual, se demora el acceso a un tratamiento efectivo para las enfermedades”. El organismo a cargo de la supervisión de los mismos -la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT)- tiene tan sólo 12 inspectores en todo el país para descubrir las irregularidades. Mientras tanto, encontramos que 20 grandes laboratorios son dueños de dos tercios del mercado mundial. En la Argentina, el 85% de la facturación total de la industria farmacéutica corresponde a 75 empresas privadas, y de éstas, 12 concentran el 50 % de la facturación total. Esto es producto del monopolio que detentan, gracias a la Ley de Patentes Medicinales, que exige que un laboratorio tenga la exclusividad sobre un medicamento, lo que significa la expropiación capitalista del conocimiento científico. Pese a eso, encontramos casos en que, desconociendo esta ley, se logró abaratar muchísimo la elaboración de un medicamento. Por ejemplo, Tailandia producía el fluconazole contra la meningitis a u$s 0.32 la dosis, mientras que la multinacional Pfizer lo comercializa al precio internacional de u$s 5,85. Sin embargo el gobierno yanqui obligó a Tailandia a dejar de fabricar esa droga. Estos hechos muestran el desprecio que tiene el sistema capitalista por la vida humana, al anteponer la ganancia por encima del derecho a la salud, tomando a los medicamentos como un producto para vender en el mercado y no como un bien social. La única manera de lograr una industria del medicamento que esté al servicio de la salud popular y no de las ganancias de unos pocos, es liquidando las leyes de patentes medicinales dictadas por los yanquis y nacionalizando las investigaciones y producciones de medicamentos. Un ejemplo concreto es Cuba, que con escasos recursos logró resonantes éxitos en este terreno. Los descubrimientos científicos deben ser considerados patrimonio de la humanidad y no de un puñado de bandidos capitalistas. |
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