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Pobreza para millones, riqueza para pocosCristina anunció descaradamente “la baja de la pobreza”, apoyándose en los números “retokados” del INDEC. Estudios de diverso signo muestran lo contrario. El desempleo -que volvió a crecer- y la inflación, someten a 12 millones de argentinos a la peor miseria. La riqueza sigue concentrándose en pocas manos.
“Hoy podemos exhibir con orgullo el descenso de la pobreza y de la indigencia”. La frase fue pronunciada el 12 de mayo por Cristina Kirchner. Al día siguiente, haciéndole coro, la intervención del INDEC dio a conocer los “números” de la pobreza. No tienen vergüenza. Veamos: la pobreza habría disminuido al 20,7% en el período que va desde octubre de 2007 a marzo de 2008. El índice de indigencia, a su vez, estaría en el 8,2%. Quiere decir que, para el gobierno, hay 8 millones de pobres y 2 millones de indigentes. Para afirmar que la pobreza disminuyó, los datos se compararon con el 23,4% que teóricamente había en el primer semestre del año pasado. Los verdaderos números Según datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, el porcentaje de población bajo la línea de pobreza aumentó entre fines de 2006 y fines de 2007, de un 25% a un 30 o 32%. Como la medición se hace sobre hogares, y los de menores ingresos tienen estadísticamente más niños, su cálculo es que la pobreza medida en personas debe estar alcanzando ya al 40% del total de los argentinos. Por su parte, el Instituto de Estudios y Formación de la CTA, asegura que el número de pobres estaría cerca de los 13 millones (32,9%) y los indigentes 5 millones (12,7%). Otro estudio, de la Sociedad de Estudios Laborales (SEL) de Ernesto Kritz, mide la pobreza en un 30,4%. Números más, números menos, todos concluyen en lo mismo: los datos oficiales se “comen” a 4 millones de pobres. Sólo en 2007, y sin contar la inflación de 2008, hay un millón y medio de pobres más. ¿Por qué aumenta la pobreza? Por dos razones. La primera es la inflación. Por cada “punto” que aumentan los precios, 150.000 personas caen bajo la línea de pobreza. La segunda, obedece a que está comenzando a aumentar la desocupación. Si miramos los números del gobierno, existe una evidente desaceleración en la creación de empleos. Según éstos, la desocupación sería del 8,5%, si consideramos como “ocupados” a los casi 600.000 trabajadores que cobran los miserables $150 de los planes sociales. Restando este número, el valor sube al 8,8%. Comparando con octubre de 2007, hay 150.000 desocupados más. Pero eso no es lo peor. No pueden esconder que disminuyó lo que técnicamente se llama “población económicamente activa”, o sea, que hay trabajadores que se retiraron de la búsqueda de empleo al encontrarse desalentados por no hallar trabajo. Según los datos oficiales, si sumamos la desocupación y subocupación, tenemos 2,7 millones de personas con problemas de empleo, el 14,2% del total de la fuerza de trabajo. Con estos elementos, no sorprende que el 30% de los hogares no llegue a satisfacer sus necesidades básicas de alimentación, transporte, educación y vestimenta, y que un 52% tenga problemas de acceso a los servicios de salud. Este gobierno, que se llena la boca hablando de “redistribución de la riqueza”, destina al gasto social un 9% menos que lo que le dedicaba Menem, y un 14,3% menos que De la Rúa en el 2001. Con 50.000 millones de dólares de reservas y superávit récord, no tiene excusa. Por el contrario, esta cuantiosa suma de dinero acumulada por el Estado sigue desviándose hacia unos pocos bolsillos privilegiados. El mismo día que se publicó este informe del Indec, se anunció que el Gobierno iba a ampliar el suministro de combustible a precio diferenciado a todos los aviones de cabotaje, lo que representa un nuevo subsidio anual de $120 millones. Estos subsidios que paga el gobierno a empresas privatizadas, especialmente del transporte, ascendieron un 263% desde el 2006. Simultáneamente, las ganancias de las mega empresas siguen en constante aumento. Por ejemplo, los últimos balances de las mayores compañias vinculadas a la industria alimenticia reflejan aumentos en sus ganancias que llegan hasta el 95%. Estas son: Molinos Río de la Plata, Quickfood, Arcor, La Serenísima y la azucarera Ledesma, entre otras. Este es el verdadero modelo económico y social que padecemos con el kirchnerismo: inflación, bajos salarios, miseria, hambre y desnutrición para los trabajadores y los sectores más humildes; subsidios y ganancias cada vez más escandalosas para los explotadores y formadores de precios, verdaderos causantes de la inflación. Propuestas para combatir la pobreza• Asegurar viviendas dignas, alimentos y medicamentos para todas las familias humildes. • Plan de obras públicas que garantice fuentes de trabajo genuinas, comenzando con un plan de construcción de viviendas populares para resolver el déficit habitacional. • Salario igual a la canasta familiar para todos los trabajadores, ajustable según la inflación. Blanqueo inmediato y obligatorio a todos los que cobran en negro. • Aumento de las jubilaciones, hasta llegar al 82% móvil. • Precios máximos a los productos de la canasta familiar y aplicación de la Ley de Abastecimiento a quienes los violen. Eliminación del IVA de los productos de la canasta familiar. • Seguro de desempleo para todos los desocupados. • Defensa y mejora de la saluda y la educación pública, destinando el 25% del presupuesto nacional a cada uno de estos rubros respectivamente. • Fuertes impuestos a los que más tienen. Basta de subsidios a las patronales. No al pago de la deuda externa. • Que se destine el dinero de las retenciones a mejorar la calidad de vida de los sectores más humildes. No a los proyectos que sólo benefician a los ricos, como el Tren Bala. |
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