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Mercedes Petit

16 de junio de 1978: se ratificaron los Acuerdos Carter-Torrijos

La lucha por recuperar el Canal de Panamá

Hace 30 años los Estados Unidos aceptaban devolver a Panamá, en 1999, su canal interoceánico. El pueblo se movilizó en las calles rechazando las capitulaciones del general Omar Torrijos. De todos modos, gracias a esas luchas, finalmente en 1999 la “zona del Canal” pasó a administración de Panamá.

Vista del canal en la zona de las esclusas de Miraflores

Vista del canal en la zona de las esclusas de Miraflores

En 1903, con un tratado colonialista, Estados Unidos instaló un enclave en Panamá que le permitió la construcción, entre 1904 y 1914, del canal interoceánico. Además, utilizó amplios terrenos para la instalación de bases militares y la tristemente célebre Escuela de las Américas, nido de genocidas y dictadores. Desde entonces, el pueblo panameño luchó por la expulsión de los yanquis.

La lucha histórica por la recuperación del Canal

A mediados de los sesenta se vivió un gran ascenso juvenil y popular antiimperialista en Panamá, alentado por la influencia de las luchas independientistas en África y Asia, la nacionalización del canal de Suez, en Egipto, y de la Revolución Cubana. En 1968, un sector de la Guardia Nacional, encabezado entre otros, por Omar Torrijos (1929-1981), depuso a Arnulfo Arias y tomó el poder. Torrijos había sido educado por los yanquis en El Salvador y en la Escuela de las Américas. El ascenso de antes de 1968 provocó una profunda crisis en la burguesía. Torrijos la utilizó para darle al nuevo régimen una orientación nacionalista, con medidas de reforma agraria, construcción de escuelas, viviendas, centros de salud y hospitales, con un gran endeudamiento externo, que pasó de poco menos de 300 millones a más de 3.000 al final de la década de los setenta.. En 1972 aprobó una constitución que le dio facultades extraordinarias para las relaciones exteriores.

Los límites del nacionalismo burgués

La presión del movimiento antiyanqui en Panamá obligó al gobierno norteamericano, cada vez más complicado en Vietnam, a iniciar negociaciones, que comenzaron en 1974.

Las negociaciones culminaron con la firma, el 7 de septiembre de 1977, de los tratados entre Torrijos y James Carter, presidente de los Estados Unidos, sobre el Canal. Su aspecto central era que el 31 de diciembre de 1999 el gobierno panameño asumiría la soberanía del Canal y toda la zona. Esa era una conquista de la lucha del pueblo panameño. Pero la capitulación de Torrijos le otorgaba a los imperialistas 21 años más de dominación, y además estaba acompañada por otras medidas y negociaciones secretas que convertían al tratado en una concesión a los yanquis, en momentos en que el pueblo panameño podía obtener muchísimo más.

El tratado del 7 de septiembre fue sometido a plebiscito el 23 de octubre de 1977. El gobierno jugó todo su prestigio ante las masas en una masiva campaña con la consigna “SI a Torrijos, no a Reagan”. De todos modos, el descontento popular se expresó en que más de un 30% rechazó su política. La Liga Socialista Revolucionaria, organización trotskista que era parte de la corriente impulsada por Nahuel Moreno, convocó a un voto antiimperialista, rechazando la esencia proimperialista de los tratados, y reivindicando las luchas contenidas en los mismos (ver recuadro).

Luego del referéndum, el gobierno no aprovechó su fortalecimiento para avanzar en la lucha antiimperialista, sino todo lo contrario. Aceptó otro tratado, de “neutralidad” a perpetuidad, que legalizó la intervención militar yanqui en el país, además, de la intervención en los asuntos de administración del canal en «manos panameñas», que equiparó los gastos de “ambas flotas nacionales” para fijar peajes a los yanquis, y permitió la utilización del canal por parte de las naves británicas en la guerra contra la Argentina por las Malvinas. A su vez, el Senado norteamericano, que finalmente lo aprobó el 16 de junio de 1978, le agregó 25 enmiendas, todas lesivas de la soberanía panameña. Antes de esa fecha, las movilizaciones contra la capitulación de Torrijos y la represión gubernamental provocaros presos, heridos y dos muertos en la Universidad de Panamá. El presidente panameño tuvo su hora de gloria “antiimperialista”, siendo apoyado incondicionalmente, por ejemplo, por Fidel Castro y el Partido Comunista de Cuba.

Posteriormente hubo intentos de retroceder incluso de aquellos logros. El general Noriega trató de renegociar la permanencia de las bases yanquis, pero no pudo. La invasión directa de 1989 por parte del ejército yanqui tampoco lo logró.

Finalmente, el 31 de diciembre de 1999, Panamá recuperó su soberanía sobre lo que había sido el enclave, cuya extensión total es de 143.000 hectáreas. Se fueron las tropas yanquis, y se desalojaron las 66.000 hectáreas de terreno ocupadas por las 14 bases militares, aéreas, navales y terrestres. Los yanquis perdieron además una fuente de ingresos, ya que la totalidad de los peajes que pagan las naves, por el cruce a través del canal, quedaron desde entonces para el país.


Dice Virgilio Aráuz: “Nuestra lucha ha sido legítima, aunque no ha terminado”

Entrevistamos a Virgilio Aráuz, dirigente del Partido de los Trabajadores de Panamá, integrante de la UIT-CI (Unidad Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional), quien en 1978 dirigía la Liga Socialista Revolucionaria. Siendo estudiante secundario, participó de las movilizaciones antiimperialistas de 1964. Esto nos dijo:

“La lucha por la recuperación del canal y los territorios aledaños ha sido totalmente legítima, aunque no ha terminado. De esto no debe quedar ninguna duda. Los simples datos económicos desde 1999 confirman que sólo la actividad de los puertos -pese a la privatización con contratos propios de empresas multinacionales-, las nuevas actividades hoteleras, entre otras actividades económicas, generan empleos e ingresos al país, superiores a los generados por la ocupación yanqui en nuestro territorio. Se ha probado que sí comemos con la soberanía, a pesar de sus limitaciones.

“Por eso siempre insistimos en el carácter contradictorio de aquellos tratados. Por un lado, regresaban el canal, desalojaban las bases y la administración yanqui, como producto de la lucha antiimperialista. En especial por los acontecimientos de 1964, cuando asesinaron 22 panameños y hubo 500 heridos, y las luchas posteriores. Así fue que obligamos al imperialismo a negociar un tratado que pusiera fecha límite. Torrijos con sus concesiones traicionó esa lucha, como parte de la burguesía proimperialista del país. Más allá de sus discursos antiimperialistas, al final fue fiel a los intereses del imperialismo.

“Somos consecuentes con nuestro llamado a lograr una Segunda Independencia latinoamericana, sin intervenciones de ese monstruo del que nos hablaba Martí, el imperialismo, sin planes del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o el BID. Esa independencia debe permitirnos disfrutar de nuestros recursos, erradicar el hambre y el desempleo, sin más cortapisas que la de mantener sano el ambiente en que vivimos. Sabemos que la lucha se enfrenta a la globalización capitalista que impulsa el imperialismo, precisamente para hacernos desaparecer, ya no como naciones, sino como seres humanos. Por eso confiamos en los avances de las luchas por un Panamá Socialista, en una Centroamérica y un mundo Socialistas.”


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