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Otra vez al borde de la crisis energética
El mes pasado, el Ministro de Planificación Julio De Vido, había asegurado que este año no habría cortes de energía, ya que la demanda estaba plenamente satisfecha. Un mes después, varias grandes empresas reconocieron que recibieron pedidos del gobierno para que “reduzcan sus consumos”, ya que el país estaba en el límite de su oferta eléctrica. La semana pasada el gobierno le pidió energía eléctrica a Chile, debido a la avería en la central nuclear de Embalse, que dejó de generar 645 megavatios desde el miércoles pasado. Queda claro que el sistema eléctrico nacional está operando sin las reservas técnicas previstas para afrontar una eventualidad.
En el caso de los combustibles, la semana pasada todavía seguía el sistema de ventas por cupos para la nafta y el gasoil en varias provincias. En los últimos días, varias líneas de colectivos en Capital y Gran Buenos Aires, así como del transporte de larga distancia, redujeron o suspendieron sus servicios por falta de gasoil. El gobierno respondió primero diciendo que era por “culpa del campo” que había demorado a los camiones, y luego, cuando ya no tuvo excusa, aclaró que se debía a demoras en las entregas del combustible comprado en el exterior.
Alejandro Bulgheroni, presidente de Pan American Energy, declaró que sólo quedaba gasoil para quince días, y que no había claridad de quien iba a importar para cubrir el faltante de ahí en más. El motivo es la baja de la producción en las refinerías de Shell y Esso. Shell produce desde hace tres semanas 40% menos de naftas y gasoil en su refinería de Dock Sud, porque no terminó de cerrar un acuerdo con las productoras de petróleo (YPF Repsol y Petrobrás) por el valor del crudo. Somos rehenes de la negociación entre esos pulpos.
Mientras tanto, las necesidades de gas se cubren con dos buques regasificadores amarrados en el Puerto de Bahía Blanca, que salen 15 millones de pesos diarios cada uno. Esto ha generado una protesta de la población de Ingeniero White porque la descarga se hace a sólo 500 metros de la zona urbana, generando el riesgo de un nuevo Cromañón de magnitudes inimaginables. Pero además está el tema del costo: el gas que se trae desde Bolivia cuesta alrededor de 7 dólares el millón de BTU, mientras que el gas del barco sale 14 dólares.
Descontrol. Ese es el único calificativo posible. En un país con gas y petróleo estamos al borde de no tener luz y no poder calentarnos en el invierno. Se impone la reestatización de todos estos recursos naturales no renovables, para terminar de una vez con el saqueo y empezar a planificar un sistema energético nacional integrado.
J.C.
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