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EditorialCristina se relanza… con ajusteDicen que Alberto Fernández, días antes de su renuncia, hizo un último favor a Cristina. Le pidió a Chacho Alvarez que llamara a Lula, presidente de Brasil, para que intercediera ante lo que ya parecía un hecho consumado: la renuncia de la presidenta después de la derrota ante la protesta agraria. “Nos vamos”, dicen que le dijo Néstor Kirchner a su esposa. Posteriormente, una “operación rescate” que contó con la visita de los diputados y senadores kirchneristas en Olivos, más otros clamores, terminó por hacer retroceder aquélla decisión. La visita de Lula al país esta semana -además de tener el objetivo de facilitar grandes negocios para su comitiva de 300 empresarios que lo acompañaron-, es una clara señal de apoyo a la presidenta. Lo mismo hizo Chávez. Vino para decir que está dispuesto a comprar más bonos de la deuda Argentina “porque son rentables” y, de paso, a apoyar a la jefa de estado. Dirigiéndose a ésta señaló: “la hemos vista digna y grande enfrentando las arremetidas de la oligarquía”, comparando la lucha agraria motorizada por pequeños y medianos productores de Argentina, con el intento fallido de golpe en 2002 en Venezuela, o la embestida de la derecha contra Evo Morales en Bolivia, hechos que nada tienen que ver con lo que ocurrió en el país en los 128 días de protesta agraria (ver página 5). A Cristina le está costando salir del pozo. Sufrió una dura derrota, se dividió el PJ y la CGT. Después de dilapidar su aceptación popular en cinco meses, hoy sólo el 19% está conforme con su gestión. Los cambios en el gabinete son actos desesperados para reflotar en algo su imagen. Por eso la entrada de Sergio Massa fue aplaudida por la UIA y felicitada por el embajador yanqui. El aumento del salario mínimo, la promesa en la movilidad de las jubilaciones o la falsa campaña de que está “reestatizando” Aerolíneas, son anuncios insuficientes que intentan recomponer las expectativas perdidas. La primera conferencia de prensa brindada por Cristina en Olivos con el fin de mostrarse “abierta al diálogo”, duró lo que un suspiro. Sus dichos develaron no sólo que no hay autocrítica, sino una clara ratificación de los lineamientos generales del modelo kirchnerista. Es decir, más de lo mismo. Dijo que volvería a aplicar la Resolución 125; defendió al patotero Moreno (lo llamó honesto y laborioso); avaló los números truchos del INDEK; el Tren Bala (dijo que el Estado no va a poner un peso cuando el préstamo endeudará al país por varios años y ya están las partidas asignadas en el presupuesto de este año); llamó “reestatización” al negociado de Aerolíneas y posó de estadista al señalar que el debate y posterior votación en el Senado fue un “salto en la calidad institucional”.
Cristina llamó a “profundizar el modelo”, mientras descargaba un ajuste a través de un tarifazo en la luz (De Vido dijo que es para “redistribuir el ingreso”); delineaba aumentos en el gas y prepara un nuevo aumento del transporte. Lo mismo están haciendo los “opositores” Schiaretti recortando jubilaciones en Córdoba; la intendencia de Binner en Rosario aumentando el boleto de colectivo; la suba de impuestos de Scioli en provincia de Buenos Aires, entre otros ajustes provinciales. Está claro que la economía se está enfriando, las provincias están en rojo y con el marco de la crisis mundial, todo lo que se está recaudando es para subsidiar a grandes patronales, multinacionales y pagar la deuda externa. Duhalde, Schiaretti, Reutemann y Solá, al igual que Carrió o Binner, formulan críticas pero, con algunos retoques, coinciden con los grandes lineamientos económicos de la Casa Rosada. Todos defienden este modelo de crecimiento para los de arriba. Un modelo al servicio de Repsol, Techint, la UIA y TBA. Un modelo de inflación, bajos salarios y jubilaciones. Un modelo que defiende la concentración de la tierra y permite el saqueo de los recursos naturales.
No le va a ser fácil al gobierno seguir aplicándolo sin problemas. Los trabajadores de Córdoba muestran el camino. Son miles los que vieron que la protesta agraria fue un triunfo popular que debe ser aprovechado, especialmente por la clase obrera, para salir a enfrentar los bajos salarios, el aumento de precios, los tarifazos y el robo de las jubilaciones. Hay que aprovechar este momento para salir a reclamar medidas de emergencia, como la de un inmediato aumento de salarios y jubilaciones en el camino de que se equiparen a la canasta familiar. En el marco de pelear por otro modelo al servicio de los trabajadores y el pueblo. Que reestatice todas las privatizadas. Nacionalice la banca y el comercio exterior. Imponga retenciones diferenciadas, la reforma agraria y expropie a las multinacionales de los alimentos. Suspenda los pagos de la deuda externa para volcar esos fondos en salario, trabajo, escuelas, hospitales, rutas y caminos, entre otras medidas de fondo. Esto lo vamos a lograr con la unidad y lucha de los trabajadores, sectores populares y pequeños productores. A su vez, hay que dar pasos en la conformación de una nueva alternativa política. Porque no va más el peronismo de los Kirchner. Tampoco el de Duhalde o Solá. Ni la oposición patronal de Carrió, Macri o las variantes de centroizquierda. Sólo los trabajadores, luchadores y la izquierda pueden levantar un claro programa de fondo para dar respuestas a las necesidades populares. Para impulsar estas tareas llamamos a sumarse a Izquierda Socialista. |
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