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AerolíneasVergonzoso negociadoAerolíneas Argentinas fue, desde su fundación, una de las mejores compañías del mundo. Después vino la privatización y el desguace. Por ahí pasaron Iberia, American Airlines y la Sepi. Hasta que llegó el grupo Marsans en 2001. Desde entonces, con la complicidad de los gobiernos de Duhalde y Kirchner que aprobaron todos y cada uno de los balances, la siguieron saqueando. Así acumuló una deuda de 890 millones de dólares. Sólo en 2007 perdió 150 millones. Hace un par de meses, ante el desastre y serio riesgo de colapso final, el gobierno salió a buscar un “socio local” que pusiera plata. Así apareció el nombre de Juan López Mena, dueño de Buquebús. Hizo todo para seducirlo. La Secretaría de Transporte autorizó un aumento del 18% en los vuelos de cabotaje (segunda suba en un mes, que entre ambas significó un incremento del 40%), creció el subsidio para el combustible aéreo y hubo una generalización de aquellos que se otorgaban por volar a los “destinos no rentables”. Finalmente López Mena no entró en el negocio. Tal vez se arrepintió al ver más de cerca el estado de la empresa. Lo concreto es que Aerolíneas siguió su camino cuesta abajo. Los trabajadores llevaban dos meses sin cobrar sus sueldos. Los aviones en condiciones de volar eran cada vez menos. Se acumulaban los reclamos por falta de pago en combustible, repuestos y alquiler de aeronaves. Marsans, convencidos de que no era negocio seguir exprimiendo la enflaquecida vaca de Aerolíneas, había decidido no poner un peso más, ni siquiera para garantizar la continuidad operativa de la empresa. Ahí llegó el anuncio de la “estatización”. Digámoslo con claridad: es absolutamente necesario que nuestro país recupere su línea aérea estatal terminando con casi 18 años de un funcionamiento escandaloso. Pero se trata de un negocio redondo para los españoles. El Estado argentino se hace cargo de todas las deudas, incluyendo los pagos de salarios caídos y hasta del alquiler vencido de los aviones. Pero, además, le “compraría” a Marsans el paquete accionario de la empresa. Y hay algo peor: en el nuevo proyecto enviado al Congreso se habla de una “nueva licitación nacional e internacional”. O sea que el objetivo final no es recuperar nuestra línea de bandera estatal, sino simplemente sanearla, haciéndose cargo de las pérdidas, para colocarla otra vez en el sector privado. Mientras tanto, a sus trabajadores se les hace firmar una “paz social” donde se comprometen a no realizar ninguna medida de fuerza por sus derechos. Aerolíneas 100% estatal Hay sobrados motivos para rescindir el contrato con los españoles y quedarse con los activos de Aerolíneas sin pagarle un peso a Marsans, con el Estado haciéndose cargo del 100% de la propiedad de la compañía. Se debería realizar a la vez una profunda auditoría para determinar cuáles de sus deudas responden a la realidad operativa, de las que debe responder el Grupo Marsans con el resto de sus activos, y cuáles no deben ser reconocidas. La reestatización de Aerolíneas, con una gestión basada en la capacidad de sus pilotos, personal de a bordo, tierra y técnicos, permitirá recuperar nuestra línea de bandera, y transformarla en un factor de desarrollo, uniendo poblaciones hasta ahora aisladas y convirtiendo el transporte aéreo, hoy un lujo para pocos, en un servicio auténticamente popular. |
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