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José Castillo

Pago en efectivo al Club de París

Las mentiras de Cristina

El gobierno de Cristina nos quiere vender que el pago al Club de París fue un acto soberano, que abrirá el camino a nuevas inversiones y mayores beneficios para el conjunto del pueblo trabajador ¿Hay algo de cierto en esto?

Reciente marcha universitaria en Capital repudiando los pagos de la deuda al Club de París

Reciente marcha universitaria en Capital repudiando los pagos de la deuda al Club de París

¿Vendrán más inversiones y tendremos más trabajo?

En general, no es cierto que “cuando vienen inversiones extranjeras” aumenta la prosperidad de los trabajadores. Siempre es mucho más lo que se llevan que lo que dejan, como resultó con la gran “entrada de capitales” de los 90 con las privatizaciones. Ni aumentó el empleo o los salarios (más bien lo contrario), ni mejoraron los servicios públicos.

En este caso, la mentira es mayor. Pagamos, pero a cambio de nada. O algo peor que nada: ¡el único crédito importante que este pago podría destrabar son los 3.000 millones de dólares iniciales para la construcción del tren bala!

Mientras tanto, pensemos todo lo que se podría haber hecho con los 6.700 millones de dólares que regalamos. Para comparar, el total del pago equivale a 21.000 millones de pesos, 13 veces más el valor del aumento que piden los docentes bonaerenses; o tres veces y medio más que todo el dinero anual destinado a las universidades nacionales.

¿Nos estamos desendeudando?

Seguimos debiendo millonadas. Con este pago, la deuda todavía asciende a 143.141,4 millones de dólares. Encima, el pago al Club de París “abrió la puerta” para que ya se hable explícitamente de la renegociación con los bonistas que quedaron fuera del canje del 2005. El gobierno, aunque lo niegue en público, está realizando gestiones en esa dirección. O sea que, pronto, nos desayunaremos que debemos 31.600 millones de dólares más. En síntesis: la deuda sigue creciendo, a pesar de que los Kirchner tienen el récord de ser los que más deuda en efectivo pagaron en la historia argentina: con el monto del Club de París, ya llegaron a 31.689 millones de dólares.

¿Se resuelve el problema de los vencimientos inmediatos?

En absoluto. Seguimos teniendo vencimientos infernales en el cortísimo plazo. El año próximo, entre capital e intereses, vencen 20.000 millones de dólares. Y el gobierno recurrirá otra vez a sus superávit récord (a costa de salarios, salud y educación), a la plata de los jubilados (superávit del Anses), a los préstamos a tasas siderales que consigue colocando bonos en Venezuela, y tal vez, a refinanciar algunos préstamos con los bancos locales. La respuesta sobre si, después del anuncio del pago al Club de París, se abrían los mercados financieros para refinanciar la deuda argentina, estuvo al día siguiente: siguieron cayendo los bonos argentinos que cotizan en las bolsas mundiales y aumentando el riesgo país (o sea la tasa a la que se le prestaría a la Argentina).

¿Nos salvamos de “tener que pasar por el filtro” del FMI?

De hecho, estamos transitando “informalmente” el camino que nos hubiera trazado el Fondo Monetario. Por eso, éste expresó su “beneplácito” por el pago, igual que los países miembros del Club de París (del cual el propio FMI es asesor privilegiado). El Fondo, los editoriales de los diarios financieros internacionales (Wall Street Journal y Financial Times) y los informes de las consultoras de la City yanqui, ya nos marcan el “programa” a seguir: ahora se debería negociar con los bonistas que quedaron fuera del canje, seguir con los aumentos de tarifas de las privatizadas y pagar los fallos desfavorables del CIADI (tribunal internacional del Banco Mundial, donde probablemente termine el caso Aerolíneas). Por algo seguimos siendo miembros del Fondo.

¿Es un “nuevo acto de independencia”?

Si alguno creyó, a fines del 2005, que el pago en efectivo al FMI “nos iba a liberar”, ya hace rato que se desencantó. La deuda sigue existiendo, y ni siquiera nos sacamos de encima al propio Fondo, que sigue “marcándole el paso a la economía argentina”. Si hay algo que este pago no es, es un acto de “liberación”. Se trató del accionar desesperado de un gobierno al que le está fracasando hasta la táctica fácil de financiarse con la compra de bonos con Venezuela. Las propias usinas de Wall Street (FMI incluido) fueron las que venían urgiendo a la Argentina para que “normalizara” su deuda con el Club de París. O iba a negociar un plan de pagos con el FMI o cancelaba en efectivo. Ninguna de las dos opciones eran “actos de independencia”, sino de sometimiento. Hasta lo reconocieron consumados oficialistas como Miguel Bonasso, que dijo que este pago era igual a la política de los ´90 y Tumini, de Libres del Sur, que reconoció que la medida no tiene nada de “nacional y popular”.

¿Es en beneficio del pueblo?

“Dime quien aplaude, y te diré quien se beneficia”. Todos los empresarios con intereses en la Argentina aplaudieron de pie. “Es un primer paso para volver al escenario internacional”, fue la frase más escuchada. Traducido: se les abren las oportunidades de más ganancias a los empresarios. Sumémosle a esto las felicitaciones del Fondo, de los gobiernos imperialistas y hasta del propio candidato de Bush a la presidencia yanqui, Mc Cain.

Para los trabajadores y el pueblo, “volver al escenario internacional” significa, en concreto, 6.700 millones de dólares menos para destinos sociales, pero también aumentos de tarifas, mayor endeudamiento del que habrá que hacerse cargo en el futuro y promesas de más “señales de ajuste”, como por ejemplo, el rumor cada vez más fuerte de que se mantendrán cerradas las paritarias hasta junio del año próximo.

Por eso llamamos al pueblo trabajador a repudiar este pago, y seguir luchando para que esos fondos se destinen a salario, educación y salud.


¿“Es la deuda más genuina”?

Esa expresión formó parte del discurso de Cristina al anunciar el pago al Club de París. Merece dos reflexiones. La primera, es la del viejo dicho: “a confesión de partes, relevo de pruebas”. El propio gobierno está reconociendo que hay “otra parte de la deuda” que no sería genuina. Sin duda: es la que, viniendo desde la dictadura y siendo asumida y legitimada por Alfonsín, se “convirtió” en Bonos Brady a principios de los 90. Y la que se volvió a refinanciar por los Kirchner en el 2005, la que este gobierno está pagando vencimiento tras vencimiento.

Pero vamos a la segunda reflexión: ¿es cierto que habría una parte “genuina”, casualmente la que se le debe al Club de París? Recordemos que este endeudamiento es con países, que en general aparecen como garantes de préstamos para proyectos de inversión privados que se hicieron a distintos gobiernos argentinos.

Veamos cuán “genuinos” son: un 45% de la deuda al Club de París es anterior a 1983, es decir, fue asumida por la dictadura militar. Fueron préstamos para compra de armamentos en la época del conflicto de Chile por el Beagle; y una porción importante corresponde a un préstamo a favor de una firma holandesa (Nacap B.V., accionista mayoritario de Cognasco), para construir el gasoducto Central- Oeste, dinero que en su mayoría nunca llegó al país. También, a préstamos que era obligado a tomar en esa época la estatal YPF con el Banco de Tokio, que después iban a las reservas del Banco Central y, de ahí, a los bancos privados que operaban en el país para sostener la bicicleta financiera.

Todos estos datos no son novedosos. Fueron prolijamente demostrados por un equipo de auditores del Banco Central en 1985 (lo que no impidió que el gobierno de Alfonsín igual reconociera esa deuda). También figura en la causa que inició Alejandro Olmos, y que llevó al juez Ballesteros a declarar la ilegalidad de la deuda externa argentina. Datos conocidos por la presidenta, que tornan aún más cínica su frase sobre el carácter “genuino” de este pago.

J.C.


Repudiemos los nuevos tarifazos

A los aumentos de las tarifas eléctricas de Edenor, Edesur y Edelap, que rigen desde el 1º de julio, ahora le seguirán las del gas que, independientemente de cuando se anuncien, serán retroactivas al 1º de setiembre. Se acude otra vez a la misma mentira: anunciar que los usuarios de menores ingresos “no serán alcanzados”. En el caso del alza eléctrica el aumento fue de un 21% para los que consumían más de 650 kw, considerando que arriba de ese número ya se estaba en sectores de “ingresos altos”; cuando resulta obvio que los sectores populares consumen mucho más por poseer artefactos más viejos e incluso utilizar calefactores eléctricos. Ahora se hace lo mismo con el gas: se fija un piso de consumo anual de entre 500 y 600 metros cúbicos, y se “decreta” que los sectores de ingresos bajos consumen menos, sin siquiera prestar atención a que en estas franjas hay instalaciones deficientes, sometidas a pérdidas, o calefones más viejos que consumen más. La mentira es tan obvia que se concentra el aumento en el consumo residencial (con incrementos de hasta el 30%), mientras que para los clientes comerciales e industriales se les concede un incremento menor (hasta un 10%).

Pero no son las únicas subas: ya está “en carpeta” un tarifazo en las boletas de Aysa (agua y cloacas), se sigue hablando de nuevas subas en los boletos de los colectivos y trenes y hasta se habla de una nueva alza de las tarifas eléctricas. Como vemos, sigue “la distribución de la riqueza” al revés.

J.C.


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