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Mercedes Petit

Pinochet y Videla al borde de la guerra

A 30 años del conflicto del Beagle

En 1977, la Reina Isabel de Inglaterra emitió un laudo favorable a Chile por la disputa de tres islas en el Canal de Beagle. La Junta Militar argentina lo desconoció. A lo largo de 1978, ambas dictaduras estuvieron al borde de una guerra fraticida, que no era apoyada por sus pueblos. En enero de 1979, con un mediador papal, se firmó un acuerdo de paz. Las islas en cuestión son actualmente territorio chileno.

Facsímil de Opción, publicación del PST. Año 1, Nº 8, Octubre 1978

Facsímil de Opción, publicación del PST. Año 1, Nº 8, Octubre 1978

En América Latina, fragmentada por el dominio de las respectivas burguesías y las potencias imperialistas, son históricos y permanentes los reclamos territoriales entre pueblos hermanos. Se han dado numerosas guerras fraticidas. Los gobiernos patronales, sin mayores escrúpulos, han sometido a sus pueblos a verdaderas carnicerías, con el objetivo de mejorar ubicaciones territoriales o explotación de recursos. También se han volcado al belicismo para desviar tensiones internas y sus propias crisis. Nunca tomaron ni tomarán en cuenta el respeto a la vida y bienestar de sus habitantes.

La disputa por las islas Picton, Lennox y Nueva

A lo largo de 1978, en una Comisión Argentino-Chilena, se discutía el tema en el terreno diplomático. Mientras, ambas dictaduras, responsables de asesinatos y desapariciones, creaban un clima belicista. El PST argentino (antecesor de Izquierda Socialista), desde la clandestinidad, lo denunciaba. En Opción, su periódico, decía que ambos gobiernos creaban un clima de incertidumbre con anuncios sensacionalistas, todo tipo de trascendidos y declaraciones contradictorias, mientras las negociaciones se mantenían en secreto.

Ante la campaña de Videla y la Junta genocida de que «soberanía territorial es prioridad nacional», denunciaba que la verdadera falta de soberanía era el carácter semicolonial del país, sometido al dominio político, económico y militar del imperialismo yanqui. Denunciaba la persecución, despidos, suspensiones y expulsiones que sufrían los trabajadores chilenos, especialmente en la zona patagónica.

Definía que “bajo ninguna circunstancia una guerra con Chile es compatible con los intereses de los trabajadores y el pueblo argentino [...] No creemos, por diversas razones, entre las que está el peso de la opinión de Norteamérica, que pudiera llegarse a una verdadera guerra. Pero son posibles incidentes armados que, para los trabajadores tendrían consecuencias catastróficas [...] Es preciso que sean las organizaciones obreras, particularmente las sindicales, las que asuman la iniciativa de fijar con claridad una postura ante la situación. Por la prensa, conocimos la determinación de organizaciones sindicales chilenas, independientes del gobierno, de enviar un delegado y un mensaje fraternal a la clase trabajadora de Argentina con una postura adversa a la guerra.” (Nº8, octubre 1978)

Mientras la Junta se hacía más belicista, preparando la Operación Soberanía de invasión a Chile, crecía la preocupación y el descontento popular.

La Iglesia, dirigentes políticos e intelectuales, reclamaban una solución pacífica. Cuando parecía inminente la guerra, el 22 de diciembre, el Papa Juan Pablo II, ofreció el envío de un mediador. El cardenal Antonio Samoré viajó el 26 de diciembre, y comenzaron tensas reuniones con los genocidas de ambos lados de la cordillera.

Se alejó el peligro de guerra

El 8 de enero de 1979, en Montevideo, se firmó un acuerdo de paz. Sin duda, influyeron en ese resultado la presión de EE.UU., que no alentó la guerra, y la mediación papal en el mismo sentido. Pero tanto o más pesó la resistencia obrera y popular en ambos países. Así lo reflejaba una declaración conjunta del PST de Argentina, desde la clandestinidad, y el Partido Socialista de Chile (Coordinadora Nacional de Regionales), publicada el 24 de enero de 1979. Publicamos algunos fragmentos (Opción Nº 11, marzo 1979).

“[...]Detrás del argumento de la soberanía nacional, Videla y Pinochet pretenden esconder la realidad que viven nuestros pueblos y países, ya que, por un lado, han sido pisoteados a ambos lados de la cordillera los derechos democráticos más elementales, como el de decidir qué gobierno quieren ambos pueblos. Y, por otro lado, se están entregando las riquezas de ambos países y sus economías a los monopolios y a los intereses del imperialismo. [...]

“El PS de Chile (CNR) y el PST de Argentina, conscientes de que una guerra sólo traerá más miseria y destrucción para ambos pueblos, comprometen todo su esfuerzo para evitar una guerra fraticida [...].

“Este primer paso no se ha logrado sólo por la intervención papal, sino que ha sido el triunfo de la resistencia obrera y popular a la guerra. Ha sido un triunfo de los miles de manifestantes que en Argentina salieron a la calle, con banderas argentinas y chilenas, a reclamar por la paz. Ha sido un triunfo de las declaraciones públicas de las organizaciones sindicales chilenas y de los repetidos reclamos de los intelectuales y profesionales chilenos y argentinos. [...] sólo la movilización obrera y popular de ambos pueblos podrá evitar que Videla y Pinochet nos lleven a una guerra sin sentido. [...]

“Los socialistas chilenos y argentinos son conscientes de que ambos pueblos lograrán una paz duradera y la solución a sus problemas de fondo cuando sean derrotados los gobiernos de Videla y Pinochet, y se hagan del poder gobiernos obreros y socialistas que unifiquen a ambos países en una Federación Socialista que comience a planificar la economía y la propia zona del Beagle, no en base a los intereses de una minoría explotadora, sino en beneficio de los trabajadores chilenos y argentinos.”

La dictadura genocida de Videla cayó por la movilización revolucionaria en 1982, pero los gobiernos radicales y peronistas siguieron al servicio de los patrones y el imperialismo. Pinochet murió odiado y acosado por los juicios por sus asesinatos y por los robos y la corrupción que implementó con sus familiares. Los trabajadores y el pueblo chileno luchan contra un gobierno “socialista” que agrava sus miserias. Las soluciones de fondo siguen pendientes.


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