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14 de marzo de 1879: nacía Albert EinsteinUno de los más grandes pensadores del milenioHace 130 años, nacía en Ulm, Alemania, uno de los pensadores más importantes de los últimos tiempos. Su teoría de la Relatividad provocó una revolución dentro de la física. Pero sus aportes no se restringieron a este campo.
Albert Einstein (1879-1955) decía que “la misión más alta de un físico será la investigación de las leyes elementales, las más generales, y de ellas se deberá partir para alcanzar, a través de simples deducciones, la imagen del mundo”. A partir de esta premisa, Einstein logró cambiar las explicaciones que habían alcanzado a construir anteriormente dos grandes científicos, Galileo y Newton. “Newton, perdóname; tú encontraste el único camino que en tu tiempo fue posible alcanzar para un hombre de gran intelecto y poder creativo. Los conceptos de tu creación guían, todavía hoy, nuestros pensamientos en el campo de la física, si bien ahora comprendemos que deben ser sustituidos por otros más alejados de la esfera de la experiencia inmediata, si se quiere alcanzar un conocimiento más profundo de las relaciones entre las cosas”, dijo Einstein. Desde entonces instaló el carácter relativo de las nociones del espacio y del tiempo. Un hombre universal La imagen del mundo que Einstein fue construyendo, no se restringió a la física, comprometiéndose con el bienestar de toda la humanidad. A partir del ascenso del nazismo, cerró filas con su extracción judía, aunque había abandonado muy joven toda religiosidad. “Cuando vivía en Suiza, no me daba cuenta de mi judaísmo [...]. No había nada allí que suscitase en mí sentimientos judíos. Todo eso cambió cuando me trasladé a Berlín. Allí me di cuenta de las dificultades con que se enfrentaban muchos jóvenes judíos. Vi cómo, en entornos antisemitas, el estudio sistemático, y con él el camino a una existencia segura, se les hacía imposible”. Y él mismo sintió la persecución nazi “[...] al llegar a Alemania, descubrí por primera vez que yo era judío, y debo ese descubrimiento más a los gentiles [no judíos] que a los judíos”. Esta identificación no modificó la visión del científico que en 1918 dijo “Por herencia, soy un judío; por ciudadanía, un suizo, y por mentalidad, un ser humano, y sólo un ser humano, sin apego especial alguno por ningún Estado o entidad nacional”. La bomba El descubrimiento de la gran cantidad de energía acumulada en una pequeña masa, expresada con la famosa ecuación E=mc2, permitió el desarrollo de armas nucleares. Muchas veces se dice que fue el propio Einstein el padre de la bomba atómica. La verdad es totalmente opuesta. Se oculta su militancia pacifista y su repudio permanente a un proyecto armamentista del cual nunca participó. En 1939 Einstein escribió una carta a Franklin Roosevelt, presidente de Estados Unidos, alertando sobre el desarrollo nuclear de la Alemania nazi. Esta carta habría incidido en la decisión del gobierno norteamericano de buscar aceleradamente la bomba atómica (el proyecto Manhattan). Luego de que los Estados Unidos destruyeron las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945, Einstein escribió: “Si lo hubiese sabido, no hubiera escrito jamás esa carta [...]. Mi pacifismo es un sentimiento instintivo, un sentimiento que me domina porque el asesinato del hombre me inspira profundo disgusto. Mi inclinación no deriva de una teoría intelectual; se funda en mi profunda aversión por toda especie de crueldad y de odio» (citado en Clarín, 4/7/2005). Einstein, Palestina e Israel Por sus concepciones humanistas y pacifistas Einstein nunca apoyó el proyecto del sionismo y su invasión de la tierra palestina. Por eso decía: “Desearía que se llegase a un acuerdo razonable con los árabes sobre la base de una vida pacífica en común; me parece que esto sería preferible a la creación de un Estado judío. Más allá de las consideraciones prácticas, mi idea acerca de la naturaleza esencial del judaísmo se resiste a forjar la imagen de un Estado judío con fronteras, un ejército y cierta cantidad de poder temporal, por mínima que sea. Me aterrorizan los riesgos internos que se derivarían de tal situación para el judaísmo; en especial los que surjan del desarrollo de un nacionalismo estrecho dentro de nuestras propias filas, contra el que ya hemos debido pelear con energía, aun sin la existencia de un Estado judío” (citado por El País. 2/5/2002). Este alerta lo hacía cuando el sionismo expulsaba de sus ciudades y aldeas al pueblo palestino, mientras pregonaba “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”*. En 1948 denunció personalmente la matanza de Deir Yassin, una pequeña aldea de 750 habitantes palestinos que fue atacada por el Irgún para abrir un camino entre Jerusalén y Tel Aviv**. En 1952, rechazó la oferta de asumir como presidente del Estado de Israel que le hizo primer ministro Ben Gurión, cuando murió su presidente Chaim Weizmann. La salida propuesta por Einstein: el socialismo En 1949 Einstein escribió un texto que llamó “¿Por qué socialismo?”. En él denuncia la explotación capitalista, realizando una división de clases entre propietarios de los medios de producción y trabajadores, y plantea una salida: “Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males, el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer, y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para sus compañeros-hombres en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual. Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?”. Así, la visión científica que aplicó no únicamente a la física, le sirvió a Einstein para comprender que las miserias del capitalismo sólo podían ser superadas por medio del socialismo a nivel mundial y sin burocracia.
* Palestina, historia de una colonización. Ediciones El Socialista, 2008. La ecuación más famosa
La ecuación E=mc2 es seguramente la más conocida a nivel general. Expresa la relación existente entre la energía y la masa. La formuló Einstein en 1905, con su teoría especial de la relatividad, y suele ser asociada al desarrollo de las armas nucleares. Esta aplicación destructiva fue absolutamente rechazada por Einstein. En 1946, escribió un artículo en la revista Science Illustrated que lo tituló “E=mc2: el problema más urgente de nuestro tiempo”, donde expresó su apoyo al desarme nuclear.Einstein descubrió que al fisionarse un núcleo atómico, es decir, al romperse y formar dos o más núcleos más pequeños se puede observar que la masa inicial, antes de la fisión, no es la misma que la suma de las masas de todos los elementos resultantes. Este hecho no respeta la conservación de la masa, una de las leyes fundamentales de la física clásica. Antes de que se pudieran realizar prácticamente experimentos de este tipo, Einstein anticipó que la conservación de la masa debía ser reemplazada por una conservación de la masa-energía. La masa puede no conservarse porque se transforma en energía que se irradia y viceversa. Ante Dios y las religiones“Para mí, la religión judía, como las otras, es una encarnación de las supersticiones más infantiles. Y el pueblo judío, al que felizmente pertenezco y con cuya mentalidad tengo una profunda afinidad, no tiene ninguna cualidad distinta para mí. Según mi experiencia, no son mejores que otros grupos humanos. […]La palabra Dios es para mí nada más que la expresión y producto de debilidades humanas, la Biblia una colección de honorables aunque primitivas leyendas que son bastante infantiles. Ninguna interpretación, por sutil que sea, puede cambiar esto para mí” (Carta de 1954, citada en Clarín, 14/5/2008). |
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