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Escribe:
Pablo Delverde
El dengue de la pobreza K
Los miles de casos de dengue le dan una bofetada a las mentiras del gobierno peronista de los Kirchner. Estamos frente a una verdadera epidemia, aunque los números oficiales intenten ocultarlo, que se expande en forma descontrolada por todo el país. Dejando al desnudo, una vez más, una Argentina donde la pobreza, la falta de prevención estatal y el pésimo estado de la salud pública, son moneda corriente.
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El insecticida repartido por el gobierno en el Chaco estaba vencido |
“Toda epidemia es una metáfora del funcionamiento del sistema de salud argentino estatal que está desfinanciado.” Esta frase pertenece a José Carlos Escudero, médico sanitarista y sociólogo de las universidades de Luján y La Plata (Crítica, 31/3/ 09). Nosotros le podemos agregar que es también la mejor radiografía de un país donde, a pesar del crecimiento en los números macroeconómicos del que alardea todos los días la presidenta Kirchner, aparece una enfermedad “de la pobreza”, como es el dengue, castigando en forma brutal a las zonas más humildes.
Como en Tartagal, queda a las claras que, pese a los discursos de redistribución de la riqueza, con los gobiernos del matrimonio Kirchner han crecido la pobreza y la desigualdad social, de la mano de los bajos salarios y la inflación galopante.
También queda claro que a este gobierno peronista, lo único que le interesa es barrer debajo de la alfombra cualquier dato de la realidad que deje en evidencia el resultado de sus políticas. Por eso la ministra de Salud, Graciela Ocaña, pasó escandalosamente de calificar la situación de “gravísima” a asegurar que “bajó el nivel de infestación” (Crítica, 28/3), mientras los caso registrados oficialmente crecían a razón de uno por minuto en todo el país.
Charata es la ciudad más importante del sudoeste de la provincia del Chaco, con 30.000 habitantes. Allí es donde la epidemia del dengue viene castigando con más fuerza, desbordando por completo la infraestructura disponible y desnudando la ausencia total de política sanitaria del gobierno peronista de Capitanich y su esposa, la ministra de Salud Sandra Mendoza. Los números de casos estimados crece día a día en forma escalofriante, llegando a cerca de once mil.
Diversos informes dan cuenta de que la aparición de la epidemia en la zona era absolutamente previsible y que sólo pudo llegar a estos niveles por la completa desidia de los gobiernos nacional y provincial. Rolando Núñez, de la ONG Nelson Mandela, dijo que “se sabía que este año venía el dengue pero el gobierno estaba negado a reconocerlo. No nos escucharon, lo ocultaron y cuando reaccionaron teníamos el desastre encima” (Clarín, 29/3). Lo mismo denuncian los vecinos y hasta los intendentes de las ciudades más afectadas.
Pero como si la falta de previsión no fuera suficientemente criminal, se le suman los envases de pesticida largamente vencidos que llegaron para combatir al mosquito que es fuente del contagio. O la infraestructura disponible enormemente desbordada: en el hospital de Charata, por ejemplo, dos médicos atienden a más de 300 enfermos por día. Y el descomunal negocio que muchos inescrupulosos intentan hacer con la desesperación popular, ante la completa inacción oficial. Como denunciaban los vecinos de Charata por la televisión, la tira de paracetamol pasó de 1,70 a 5 pesos, el repelente de 5 a 18 pesos, y los pacientes tienen que pagarles un plus a los médicos porque el gobierno no les paga.
Queda claro, una vez más, que para el gobierno peronista de los Kirchner y sus socios provinciales el bienestar y la salud popular no son más que eslóganes de campaña. Mientras cientos de millones de dólares se usan para pagar la deuda externa y subsidiar a las grandes patronales, la enfermedad de la pobreza se extiende como una epidemia por nuestro país.
Los gobernadores de la miseria
En Tartagal, hace poco más de un mes, aludes e inundaciones mostraron la Argentina de la pobreza. Cristina Kirchner se paseó por la zona queriendo dejar una imagen de preocupación por las penurias populares.
Con el dengue, queda claro, una vez más, que esas imágenes son solo poses electoralistas. La presidenta estuvo en Chaco hace poco tiempo para inaugurar un nuevo y lujoso aeropuerto. De solucionar la situación del pueblo pobre, ni noticias.
Pero el gobierno de los Kirchner no es el único responsable. También lo son los gobernadores de las provincias afectadas. En Salta, el gobernador es Juan Manuel Urtubey, que al igual que el del Chaco, Jorge Capitanich, es un peronista alineado con el matrimonio presidencial.
La intervención de este último ante la epidemia del dengue está provocando la furia de la población. Su esposa y ministra de Salud, Sandra Mendoza, famosa por un ataque de furia en el cual con su auto embistió contra seis automóviles estacionados, ha pasado de negar la epidemia a intervenir en las zonas más afectadas… regalando gorritas con su imagen. Un nuevo escándalo que explica porqué los funcionarios provinciales son recibidos con odio en las ciudades como Charata, donde el ministro de gobierno, Oscar Peppo, tuvo que terminar refugiado en la comuna detrás de un fuerte cordón policial.
Datos de pobreza y desigualdad social
• 3.400.000 personas no tienen acceso a la red de gas natural.
• 450.000 personas no tienen energía eléctrica.
• 8.000.000 no tienen acceso a la red de agua potable.
• 21.000.000 de personas no tienen desagües cloacales.
• El 30% de los argentinos se encuentra en situación de pobreza, el doble que en la década del 80.
• La distribución actual del ingreso es más desigual que en los 90. Y está muy lejos del “50 y 50” (mitad para los empresarios, mitad para los trabajadores) que prometía el viejo peronismo.
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