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Gripe porcinaLa pandemia del capitalismo
No se trata de un fenómeno casual, de una decisión azarosa de la naturaleza. La nueva epidemia de gripe porcina, cuyo epicentro se encuentra en México pero ya se ha manifestado en otros doce países, tuvo su origen en un sistema de cría industrial indiscriminada e irresponsable de animales -porcinos, en este caso- monopolizada por capitales estadounidenses. Dicho método consiste en el extremo hacinamiento de animales, agravado por la inexistencia de controles apropiados, que crea un ambiente propicio para la recombinación constante de virus de diferentes cepas, y su contagio a los humanos. Un sólo dato ejemplifica categóricamente esta situación: según un informe publicado en The Guardian el 27 de abril, “en 1965 había en Estados Unidos 53 millones de cerdos repartidos entre más de un millón de granjas. Hoy, 65 millones se concentran en 65.000 instalaciones. Eso ha significado pasar de las anticuadas pocilgas a ciclópeos infiernos fecales en los que, entre estiércol y bajo un calor sofocante, prestos a intercambiar agentes patógenos a la velocidad del rayo, se hacinan decenas de millares de animales con más que debilitados sistemas inmunitarios”. Esto, sumado a la liviandad de los controles sanitarios debido al poder que ostentan estos monopolios, da como resultado las nefastas consecuencias que estamos presenciando. En México, grandes empresas avícolas y porcícolas proliferaron desde la creación del Tratado de Libre Comercio pergeñado por América del Norte. Una de ellas, Granjas Carroll, en Veracruz, subsidiaria de Smithfield Foods, la mayor empresa de cría de cerdos y procesamiento de productos porcinos del mundo, con filiales en Estados Unidos, Europa y China, fue reiteradamente denunciada por pobladores cercanos a su planta de La Gloria. Allí, el 60% de la población sufrió enfermedades respiratorias graves producidas por la contaminación emanada por dicha planta. El gobierno mexicano, fiel a los intereses yanquis, no sólo desoyó, desestimó y trató de ocultar hasta último momento estas denuncias, sino que llegó a reprimir a sus manifestantes. Del mismo modo lo hizo con estudios científicos realizados desde el 2006, que también advertían sobre las consecuencias de este método de producción a gran escala. Con la epidemia declarada, quienes salen beneficiados son los gigantescos monopolios, las empresas de biotecnologías y farmacéuticas propietarias de las vacunas y los antivirales. Por ejemplo, las únicas drogas que existen contra la gripe porcina son el zanamivir, propiedad de GlaxoSmithKline, y el oseltamivir, cuya marca comercial es Tamiflu, patentado por Gilead Sciences, licenciado en forma exclusiva a Roche. Estas son la segunda y cuarta empresas farmacéuticas a nivel mundial. Con el anuncio de la nueva epidemia en México, mientras se frotan las manos preparándose para incrementar sus descomunales ganancias, las acciones de Gilead subieron 3%, las de Roche 4% y las de Glaxo 6%. ¡Hacen falta medidas de emergencia! Pero esta epidemia también evidencia el estado de las políticas sanitarias a nivel mundial, especialmente en Latinoamérica. Como siempre, son los sectores de menores recursos económicos los destinados a pagar (muchas veces, con su vida) las consecuencias de las barbaridades del capitalismo. La enfermedad no hubiera llegado a extenderse si en México, por ejemplo, los primeros damnificados hubieran tenido acceso a una adecuada e inmediata atención médica. Luego, las estadísticas dan cuenta que los casos mortales declarados hasta el momento, se corresponden con esta ausencia de atención por falta de recursos, y hubieran podido ser evitados. Pero no sólo los trabajadores que padecen la enfermedad se ven afectados. También la recesión por el cierre de miles de restaurantes, bares, hipermercados y otros lugares de concentración de personas decretado por la emergencia sanitaria, afecta a los trabajadores, que son suspendidos de sus empleos, mientras a otros se los obliga a realizar jornadas de hasta 16 horas sin pago de horas extras. Millones de trabajadores mexicanos, además de padecer, igual que en Argentina, despidos y suspensiones por la excusa de la crisis económica mundial, tienen que pagar doblemente los platos rotos por este otro flagelo derivado del capitalismo salvaje. Lamentablemente, fenómenos como éste seguirán repitiéndose mientras el lucro como único fin y a cualquier precio, la despiadada y antihumana lógica de este sistema capitalista, no sean reemplazados por una organización planificada de la producción, por un racional aprovechamiento de los recursos naturales, al servicio de toda la humanidad. Sólo una sociedad socialista, dirigida por legítimos representantes de los trabajadores del mundo, podrá lograrlo. Mientras tanto, hacen falta medidas de emergencia para combatir la enfermedad (al igual que el dengue), similares a las que exigen los compañeros del POS de México (ver página 11). Que se declare la emergencia sanitaria, se brinden gratuitamente todos los medicamentos a los afectados, se designen con salarios dignos todos los profesionales necesarios y se suspendan todos los pagos de la deuda externa, para destinar esos fondos a combatir la nueva pandemia, entre otras medidas urgentes. Para eso nos tenemos que movilizar, exigiendo respuestas del gobierno nacional, provincial y los municipios. Una vergüenza: Los médicos no cobranLos médicos sobre cuyas espaldas el gobierno de los Kirchner depositó la responsabilidad de prevenir enfermedades como la gripe porcina y el dengue no cobran sus salarios desde diciembre de 2008. Están de paro por tiempo indeterminado hasta que se regularice su situación. Se trata de 7.850 profesionales del programa Médicos Comunitarios, que desarrollan tareas en 2.100 unidades sanitarias y centros de atención primaria de las zonas más carenciadas del país. Perciben salarios de 2.300 pesos mensuales y trabajan en condiciones de precariedad laboral: no tienen estabilidad, vacaciones ni licencias por enfermedad. El paro lleva ya dos semanas y afecta las tareas de prevención de epidemias. Señora presidenta, ¿y la “distribución” de la riqueza? |
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