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EditorialDe “Gran Cuñado” a las urnasEl rating vuela con el nuevo programa de Tinelli. La gente se mata de risa ante el deschave de las personalidades de los políticos de turno. El programa da más argumentos a los televidentes críticos. Muchos dicen: “Viste, qué bien imitan a esa autoritaria”, refiriéndose a Cristina. “¿Y ese millonario con tres Rolex?”, por De Narvaez. O viendo los delirios de Carrió, al cheto de Macri o las atrocidades del patotero Moreno. Muchos de los políticos aludidos han salido a decir, hipócritamente, que el programa les parecía “bárbaro”. Lo cierto es que sus jefes de campaña se la han pasado llamando a la producción del mismo para intentar limar algunas escenas que le puedan restar votos el 28 de octubre. Aníbal Fernández habló de “regular” ese tramo del mismo y pidió que no se metan con la presidenta. Si los televidentes toman a los políticos tradicionales para la broma, es por el gran desprestigio que han cosechado a lo largo de estos años. Prometen una cosa y hacen otra. Gobiernan para los de arriba. Hablan de nueva política y pactan con ex menemistas o con la rancia burocracia sindical. Por eso les cuesta convencer al electorado, que en gran porcentaje se muestra indeciso en las encuestas.
Pero la risa termina rápidamente cuando finaliza esa hora de humor. Después viene la cruda realidad. Los bajos salarios. Las suspensiones, los despidos o la amenaza de sufrir esos flagelos. Los 12,5 millones de pobres. La plata que no alcanza. Las escuelas y hospitales que no tienen luz ni gas. Las obras anunciadas que no aparecen. Y de nuevo los políticos que prometen pero cuando llegan gobiernan para el FMI, Repsol, el Citibank, las privatizadas, automotrices y terratenientes. La gente tiene una gran desconfianza a todo lo que huele a PJ, Frente para la Victoria, UCR, PRO, Coalición Cívica, aunque terminen votando a esos partidos por falta de una fuerte alternativa de los trabajadores y demás sectores populares. Si los trabajadores llevaran a las urnas el repudio que gestan sus risas con Gran Cuñado, todo sería muy distinto. Lamentablemente muchos van a decir “yo voto a los Kirchner porque al menos hicieron algo, salimos de los 90 o porque no tiene que volver la derecha”. Otro, cansados de su política, dirán “voto a la oposición, aunque con la nariz tapada, para terminar con todo esto que me tiene cansado”. Pero ninguna de estas variantes es salida para los trabajadores y el pueblo. Todos son candidatos para implementar o acompañar el ajuste que se viene y los nuevos endeudamientos con el FMI.
Los Kirchner hablan de “redistribuir la riqueza”. En página 3 mostramos que eso no es más que doble discurso. Quienes ya han roto con el oficialismo dirán que hay que votar a De Narváez, Carrió, Reutemann o Juez para castigarlo. ¡No hay que dejarse engañar! De Narváez se muestra como “nuevo” en la política pero es diputado nacional por el PJ. Eduardo Duhalde es quien lo apoya, aconseja y orienta en su campaña, aunque el candidato le pide “que no aparezca” por piantavotos. Quien le diseña la aparición en los medios es Ramiro Agulla, el autor de la frase “Dicen que soy aburrido” de De la Rúa. De Narváez hace campaña contra la inseguridad diciendo que se la combate con “empleo”, el mismo que vació Casa Tía (la empresa de sus abuelos) dejando a cientos de trabajadores en la calle. Y su socio Macri, ya ha dejado a cientos de familias humildes sin techo, víctimas de sus desalojos cotidianos; y está por crear una Dirección de Inteligencia Criminal, una nueva SIDE para la ciudad, idea que le proveyó un ex agente de esa central de inteligencia, Raúl Rosa, amigo de Patti y de Menem. Reutemann, por su parte, se prepara dentro de las filas del peronismo disidente para 2011. El mismo estanciero que fue dos veces gobernador del PJ, estuvo con Menen y con Duhalde. Y la UCR-Carrió ya gobernó con Alfonsín y De la Rúa, siendo su preocupación central que le saquen las retenciones a la oligarquía del campo.
Gane quien gane, todos estos políticos se preparan para seguir descargando la crisis económica contra los trabajadores a partir del 29 de junio. Crisis que el gobierno trata de disimular con su pacto con las grandes empresarios y los datos truchos del Indec. Ante los actuales despidos y suspensiones, ninguno levanta la voz para prohibirlos. Tampoco nadie dice nada de aumentar salarios o jubilaciones. Mientras todos dicen (los Kirchner y la oposición) que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, “tiene una mirada distinta de Latinoamérica”, su secretaria de Estado Hillary Clinton exigió a Argentina “que regularice su situación con los fondos buitres” (30.000 millones de dólares en juego), señalando además que no “habrá flexibilización” del FMI, demostrando el verso que puede haber un “FMI bueno” (Clarín, 15-05). ¿Alguien se rebeló ante este nuevo reclamo imperial en vísperas de un 25 de Mayo? ¿Alguien escuchó a De Narváez, Reutemann, Carrió o Juez decir algo? Sencillamente no, porque todos ellos van a acompañar la política oficial de volvernos a endeudar con el FMI con nuevos ajustes. Hay que castigar en serio a estos políticos apoyando propuestas que sirvan para enfrentar la crisis, como las que levanta el único Frente de Izquierda que hemos constituido (ver contratapa). Y votando a sus candidatos luchadores, antiburocráticos y socialistas que integran sus listas (páginas centrales). Cada voto que saque el Frente de Izquierda será para hacer más fuerte el apoyo a las luchas obreras y populares después del 28; a los dirigentes combativos contra la burocracia sindical; para seguir impulsando la tan necesaria unidad de la izquierda y así poder enfrentar el ajuste que se viene. Para eso pedimos el voto. |
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