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Despiden 21.000 obrerosObama salva a la General MotorsFinalmente se produjo la tan anunciada quiebra de la General Motors. La otrora empresa ícono de los Estados Unidos, automotriz número uno del mundo que se jactaba de que “lo que es bueno para la General Motors, es bueno para los Estados Unidos”, se acogió al capítulo 11 de la ley de bancarrota norteamericana. En concreto, el gobierno de Obama, que ya había puesto 20.000 millones de dólares para el “salvataje” de la empresa, ahora aporta otros 30.000 y se queda con el 60% de las acciones de la compañía. Otro 12,5% quedará en manos del gobierno de Canadá, que aportará 9.500 millones de dólares, un 10% para los accionistas -que por supuesto no pondrán un solo dólar- y un 17,5% para el sindicato United Auto Workers (UAW). Cabe destacar que este último recibe esa participación por hacerse cargo del “muerto” que le deja la empresa, 20.600 millones de dólares para pagar las prestaciones sanitarias de los trabajadores jubilados. Pero esta nacionalización no es para salvar a los trabajadores. El “plan” presentado por la empresa prevee cerrar doce plantas en los Estados Unidos, cancelar 2.400 concesionarias y despedir a 21.000 trabajadores afiliados al sindicato. Los números son peores aún si recordamos que la empresa empleaba, a fines de 2006, a 327.000 trabajadores y hoy le quedan sólo 244.000, con lo cual ya redujo 83.000 empleos antes de este nuevo ajuste. Que la nacionalización tiene como exclusivo propósito salvar a los dueños de la empresa lo demuestra el hecho de que el gobierno norteamericano aclara que “no tiene interés en manejar General Motors” y que “no pretende, ni está interesado, en interferir con las operaciones de la empresa” (Clarín, 2-06). Afirma, por el contrario, que dejará que el actual directorio siga tomando sus decisiones normalmente. Obama y Fritz Henderson, máximo ejecutivo de la empresa, se tiraban flores por televisión. El presidente yanqui decía: “han presentado un plan viable y factible, que le dará a esta emblemática compañía estadounidense una oportunidad para brillar de nuevo”. Y Fritz Henderson respondía: “les pido a nuestros clientes que no nos abandonen. Quiero que nos den otra oportunidad”. Oportunidad que no tendrán las decenas de miles de trabajadores despedidos de la empresa. Las ciudades del nordeste de los Estados Unidos irán camino a transformarse en pueblos fantasmas cuando se cierren las doce fábricas, como pasó hace 20 años cuando General Motors cerró la histórica planta de Flynt, y que dio lugar al primer documental de Michael Moore, “Roger and Me”. Está claro: Obama descarga la crisis mundial sobre las espaldas de los trabajadores, salvando a las multinacionales. Hay que luchar en todo el mundo para que la paguen los capitalistas. Argentina: Cristina le presta a General Motors con plata del AnsesEl pez por la boca muere. Ante el anuncio de la quiebra de General Motors, el titular de la filial argentina, el brasileño Edgar Lourencon, para demostrar “fortaleza” en el país, reveló que en realidad son ellos los que remiten utilidades a la casa matriz, aportando junto con Brasil el 60% de los 1.300 millones de dólares que ganó la multinacional en Latinoamérica durante 2008. Por eso resulta vergonzoso que la presidenta Cristina visite el jueves la planta de Rosario para anunciar que el Anses le prestará a General Motors entre 200 y 300 millones de pesos como “fomento a la inversión”. Ese dinero, que pertenece a los jubilados, ni siquiera sabemos si mañana la empresa lo devolverá, dado que la garantía son las “futuras” exportaciones de la empresa. |
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