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Mercedes Petit

19 de julio de 1979: el sandinismo tomaba el poder en Nicaragua

Hace 30 años caía Somoza

Luego de 45 días de huelga general, una movilización nacional y con la lucha armada del FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional), fue derrotada la Guardia Nacional y el feroz dictador huyó. Esa revolución triunfante fue llevada a la parálisis y al retroceso por la conducción del sandinismo. (Nota I)

En Managua los guerrilleros y el pueblo festejaron el triunfo

En Managua los guerrilleros y el pueblo festejaron el triunfo

La familia Somoza dominó Nicaragua desde 1936, con una dictadura totalmente proyanqui. Previamente EE.UU. había invadido varias veces, y había sido asesinado en una emboscada el líder de la lucha de liberación del pueblo: Augusto César Sandino. En 1961, un puñado de jóvenes fundó en Honduras el FSLN, que se mantuvo durante años como un pequeño grupo guerrillero opuesto a la dictadura.

El fin de la dictadura

A fines de los setenta, toda Centroamérica estaba conmovida por el ascenso revolucionario. Las masas salvadoreñas enfrentaban a la dictadura de Romero (que caerá tres meses después que Somoza). En Nicaragua, desde 1977 las luchas populares se generalizan. El FSLN, con su consigna ¡Abajo Somoza!, comienza a ser visto con simpatía por grandes sectores de masas. En octubre ataca varios cuarteles y ocupa localidades. En enero de 1978 es asesinado Pedro Joaquín Chamorro, director de La Prensa y dirigente patronal opositor. Desatan una movilización popular con barricadas, saqueos e incendios de edificios oficiales, que desemboca en una huelga general. La lucha antidictatorial va ganando simpatía en los países vecinos y toda América Latina.

El triunfo revolucionario

En 1979 prácticamente todo el pueblo nica se fue levantando. Para mediados de año, en intensos combates entre el FSLN y la Guardia Nacional, la zona norte (Matagalpa y León) quedó en manos de “los muchachos” (la denominación popular de los sandinistas). Desesperado, en la capital, Managua, el sanguinario Somoza hizo bombardear las barriadas obreras. La pelea fue calle a calle. En el frente sur (fronterizo con Costa Rica), la batalla final se concentró en la toma de la ciudad de Rivas, último baluarte de la dictadura. El 19 de julio, Managua quedó en manos de los rebeldes. En un país con dos millones y medio de habitantes, hubo aproximadamente 50.000 caídos.

En su lucha, y con los sandinistas a la cabeza, las masas nicaragüenses liquidaron el Estado burgués, aniquilaron su ejército, se armaron parcialmente y comenzaron a ocupar tierras y fábricas, a fundar sindicatos y a ejercer embrionaria y parcialmente un poder político directo. Estaban en muy buenas condiciones para empezar a dar pasos en la construcción del socialismo, con todas las instituciones patronales semi o totalmente liquidadas.

A partir de la toma de Managua por parte del FSLN, no había quedado un poder burgués o imperialista dentro del país, que impidiera el desarrollo multitudinario de los organismos de poder obrero, popular y campesino, o el ejercicio de la democracia obrera. Se abría una enorme oportunidad para avanzar en las expropiaciones a la gran burguesía y el imperialismo, desconocer la deuda externa de la dictadura, comenzar una planificación de la economía para satisfacer en primer lugar las urgentes necesidades del castigado pueblo nica. Era una relación de fuerzas altamente favorable para las masas, con el ascenso en El Salvador y el resto de América Latina como un marco de apoyo para esa necesaria ruptura política y económica con la burguesía y el imperialismo. La corriente encabezada por Nahuel Moreno había sintetizado ese camino en la consigna ¡Todo el poder al FSLN! (ver recuadro).

La gran frustración

La política de la conducción del FSLN fue opuesta. Formaron el Gobierno de Reconstrucción Nacional (GRN), con los principales representantes de la minúscula burguesía antisomocista, Violeta Chamorro del Partido Conservador, y el empresario Alfonso Robelo. Los ministerios de Industria, Agricultura y Planificación fueron ocupados por empresarios conservadores.

Humberto Ortega comenzó la reorganización de los milicianos armados del FSLN para reestructurar una policía y un ejército burgueses. Las expropiaciones a algunos somocistas recalcitrantes que habían sido impuestas en los hechos por el movimiento de masas, se redujeron al mínimo. Siguió la sumisión al FMI, y el GRN asumió el pago de la fraudulenta deuda de la dictadura.

Los sandinistas emprendieron este camino de la mano de un consejero muy importante: Fidel Castro. En un discurso en la ciudad cubana de Holguín, con la presencia de Robelo y varios comandantes sandinistas, Castro dijo que “Nicaragua no debía ser otra Cuba” (Juventud Rebelde, 29/7/79*). Les aconsejó a los sandinistas que hicieran lo opuesto a la experiencia de Cuba en 1959-61, cuando Fidel y el Che Guevara encabezaron la ruptura con el imperialismo y la burguesía cubana, las expropiaciones y la planificación económica. Esas medidas que dieron nacimiento a Cuba Socialista fueron las que permitieron los logros históricos en materia de salud, educación y deportes que disfrutó durante décadas el pueblo cubano.

Los comandantes, gobernando con la burguesía y reconstruyendo la economía y las instituciones políticas y militares del capitalismo, emprendieron el camino opuesto a Cuba revolucionaria: la tristemente célebre “economía mixta” capitalista. En 1984, uno de los comandantes, Bayardo Arce, prometía “construir el socialismo con los dólares del capitalismo” (La Vanguardia, Barcelona, 31/7/84). El pueblo nica fue el que sufrió las consecuencias de esta política.

Regreso sin gloria y sin logros

Mientras que el sandinismo en el poder marcaba el paso recomponiendo el capitalismo, Ronald Reagan puso en marcha la invasión “contra”. La movilización y el heroísmo del pueblo nica logró derrotarla, reafirmando su fortaleza. Pero con la política procapitalista de los sandinistas, las condiciones de vida en Nicaragua cayeron por debajo del pobrísimo Haití y se fortaleció la burguesía. En 1990, el candidato sandinista Daniel Ortega perdió las elecciones ante Violeta Chamorro. Luego volvió a perder en 1996 y 2002.

Pero luego de más de quince años de gobiernos conservadores, finalmente el sacrificado pueblo nicaragüense volvió a buscar con su voto a los dirigentes de su triunfo revolucionario del 79. Daniel Ortega ganó la presidencia en 2006.

Tanto el presidente venezolano Hugo Chávez como Fidel Castro y el PC cubano festejaron el retorno de Daniel Ortega como un avance del “socialismo del siglo XXI”. Ambos avalaron el pacto de Ortega con el corrupto ex presidente Aleman y con la cúpula de la Iglesia Católica, que lo llevó a retroceder en el tradicional derecho al aborto vigente en Nicaragua. Mientras tanto, una vez más, el pueblo nica paga con su miseria y penurias su confianza en los comandantes sandinistas.

 

* Discurso completo en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1979/esp/f260779e.html


Nuestra corriente y la revolución nicaragüense

Tapa de Opcion

Facsímil de la tapa del periodico del PST en la clandestinidad, Opción (1º de septiembre de 1979). En sus páginas se describía el triunfo: “Somoza fue derribado por una auténtica revolución. Por la lucha del Frente Sandinista, pero sobre todo porque las masas se incorporaron al combate: con la solidaridad activa, primero. Pero de inmediato con la huelga general, la insurrección y el armamento generalizado.” En ese mismo número se informaba sobre la actividad de la Brigada Simón Bolivar y los tres brigadistas caídos en combate.

El dirigente trotskista argentino y latinoamericano Nahuel Moreno siguió de cerca y dio su apoyo político y en los hechos a la lucha contra la dictadura de Somoza. Su corriente, de la cual nos reivindicamos como uno de sus continuadores, fue la única del trotskismo que hizo una campaña de solidaridad con la lucha del FSLN y por su victoria. En la Argentina, bajo difíciles condiciones de represión y extrema clandestinidad, el PST la llevó adelante con su prensa Opción, que fue divulgando desde 1977 y 78 los avances de las masas nicas y el FSLN contra la dictadura. A mediados de 1979, desde su exilio en Bogotá (Colombia) Moreno encabezó la formación de una brigada internacionalista, la Simón Bolívar, para participar en la lucha militar contra Somoza. Esos heroicos combatientes pelearon (y tres de ellos murieron) en el Frente Sur y tomaron la ciudad de Bluefiels sobre la costa atlántica.

Luego del triunfo, en agosto, cuando los brigadistas estaban dedicados a colaborar con la organización de sindicatos, fueron expulsados por el gobierno sandinista. En el próximo El Socialista recordaremos esta experiencia.


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