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EditorialCristina ¿Y la deuda con el pueblo?Cristina Fernández de Kirchner, junto a su ministro de Economía, Amado Boudou, se han embarcado en una nueva gira por los Estados Unidos. Participarán de la Asamblea de las Naciones Unidas y de la cumbre del G-20, en Pittsburg (gobiernos de las principales potencias del mundo más Brasil, Argentina y otros países dependientes). El propósito es claro: negociar para pagar más deuda externa. Para ello el gobierno está avanzando en renegociar la deuda que no se venía pagando (bonistas y Club de París) y acelerar un mayor acercamiento con el FMI. El gobierno hace pasar todo su accionar como “progresista”, diciendo que hay que reformular al Fondo Monetario o que va a hacer una nueva quita favorable al país. Pero lo cierto es que los Kirchner vienen teniendo como prioridad cumplir con el endeudamiento externo, en vez de cumplir con la deuda social con nuestro pueblo. A tal punto han llegado que en el presupuesto 2010, enviado al Congreso -página 43- “se prevé seguir avanzando en el proceso de regularización de los pagos de la deuda pendiente de reestructuración, tanto aquella no ingresada al canje de 2005, como las mantenidas con organismos de crédito bilaterales” (Clarín, 18/09) como el Club de París, integrado por los gobiernos de Alemania, Francia, Estados Unidos, Holanda, España, Suiza, Canadá, entre otros. Además, se indica que “los intereses en moneda extranjera que se proyecta pagar en 2010 ascienden a 15.687 millones de pesos, una cifra superior en un 10 por ciento a la del año pasado.” (Página 12, 17/09).
Muchos de los bonistas que hoy reclaman pagos compraron títulos de deuda local a fi nes de 2001. En ese momento pagaron migajas, y hoy se dicen acreedores por 20.000 millones de dólares, negocio que va a quedar en manos del Citibank y otros bancos de rapiña. Por su parte, al Club de París se le “adeudan” 7.500 millones de dólares (deuda que viene de la dictadura), dinero que Cristina había propuesto pagar de contado en 2007 -tal como lo había hecho antes su marido con el FMI-, debiendo retroceder ante el estallido de la crisis mundial. Con todo esto, la deuda externa llegaría a casi 200.000 millones de dólares. Una verdadera bola de nieve que si no se para seguirán pagando nuestros bisnietos. Incluso, para avanzar en la renegociación de la deuda con los bonistas, el gobierno tendrá que derogar la llamada “Ley Cerrojo”, impulsada por él mismo en su momento para simular defender los intereses nacionales. El pago de la deuda y la vuelta a los organismos usureros internacionales como el FMI se está cocinando con la absoluta complicidad del conjunto de los políticos patronales opositores -Cobos, Macri, Carrió, Reutemann y De Narváez-. Estos se ha mantenido en silencio o, en el peor de los casos, han acusado al kirchnerismo por no haberlo hecho antes. Por su parte, en el acto de lanzamiento de la corriente político-sindical moyanista, el líder de la CGT, Hugo Moyano, tuvo el descaro de afi rmar que hay que seguir apoyando al peronismo kirchnerista porque ha “roto la dependencia con el FMI”. Cuando, como dijo el propio ministro Boudou, parafraseando a Aníbal Troilo, no se puede decir que alguien vuelve cuando nunca se fue. Para probar el alineamiento dependiente del gobierno argentino con los Estados Unidos, son elocuentes las palabras de la nueva embajadora norteamericana en el país, Vilma Martínez, quien califi có las relaciones bilaterales entre ambos países como “excelentes”. El gobierno argumenta que con esta política podría mejorar la economía del país. Pero todos sabemos que, a lo largo de los años, la deuda externa es la principal sangría por donde se fugan los esfuerzos de millones de trabajadores argentinos. Hoy, el kirchnerismo se apresta a avanzar en el pago de la deuda a costa del hambre y la miseria de los trabajadores y demás sectores populares. En momentos que la pobreza llega al 30% -según mediciones del ofi cialista Artemio López-; los niveles de desigualdad social son similares a los de los años ´90 y los trabajadores estatales y de la salud siguen luchando, como los autoconvocados de Tucumán, que están de paro por tiempo indeterminado, por aumento de salario y de presupuesto para la salud, dinero que precisamente no va para ellos sino para los bancos imperialistas. Asimismo, el rojo de las provincias asciende a los 84.091 millones de pesos, con lo cual reaparece el fantasma del pago en bonos de los sueldos de empleados públicos. En vez de resolver estos acuciantes problemas, este gobierno, autodenominado nacional y popular, ha optado por continuar con el pago de esta gran estafa. Por otra parte, se intenta lavar la cara al Fondo Monetario Internacional con el argumento de que no se implementarán medidas de ajuste, o que ahora hay un FMI bueno, cuando todos coinciden en que este organismo, aunque con matices, mantiene los mismos lineamientos que en los ´90. Es decir, imposiciones de ajustes, hambre y desocupación. Así lo exigió con los nuevos préstamos que efectuó desde el año pasado a esta parte. Para ello ha sido capitalizado en 750.000 millones de dólares por las grandes potencias. El gobierno nada tiene de progresista. Tanto el peronismo de los Kirchner como el denominado peronismo disidente, la UCR, Coalición Cívica y PRO, las patronales, banqueros, multinacionales y toda la burocracia sindical, se encuentran unidos en ocultar los pagos de la deuda y estas nuevas negociaciones que traerán más dependencia. La única forma de terminar con la desocupación, la pobreza, los ajustes en salud y educación, pasa por terminar de una vez con esa sangría. ¡Ninguna renegociación con los fondos buitres y el Club de París! ¡No al FMI! ¡Plata para salarios, trabajo, salud y educación, no para la deuda! Llamamos al conjunto de los trabajadores a hacer suyas estas bandewras, exigiendo el inmediato cese de todo pago. Pino Solanas y la CTA, quienes a veces denuncian la deuda, deben condenar estas negociaciones y pasar de las palabras a los hechos, convocando a un movimiento nacional por el no pago. Para enfrentar en forma mancomunada estos intentos, llamando a que no salga ni un peso más para pagar una deuda ilegítima y fraudulenta, y que ese dinero se vuelque a resolver los graves problemas sociales. Política que empieza hoy por darle el apoyo a todos los que luchan, en especial a los trabajadores de Terrabusi que vienen siendo la vanguardia.
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