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5 medidas contra la inflaciónSe está dando la estampida de precios más grande desde que asumieron los Kirchner. Increíblemente, para el Indec los precios en enero aumentaron “sólo” el 1%. Mientras todos los estudios alternativos la calculan en más del doble. El gobierno de Cristina lo único que hace es justificar los aumentos. Ni siquiera ha previsto los ya fracasados “acuerdos de precios” entre Guillermo Moreno y las empresas monopólicas. Seguramente, en los próximos días se anunciarán algunos “precios acordados”. Ya sabemos cómo sigue la película: esos productos nunca aparecerán en las góndolas, quedando sí como valores imaginarios en base a los cuales se dibujará el número de la inflación del mes que viene. Mientras tanto, los trabajadores comprobamos horrorizados cómo con 50 pesos no compramos nada. Hay cortes de carnes cuyo precio por kilo ya supera el valor del no hace mucho todavía importante billete con la cara de Sarmiento. Verduras (¡la lechuga a 18 pesos!), medicamentos, artículos de limpieza, combustible (¡4 pesos el litro de nafta!): todo sube, mientras los padres horrorizados empiezan a mirar los valores astronómicos de la canasta de útiles escolares. Frente a esta realidad no caben las medias tintas ni los discursos desentendidos. Hay que tomar medidas de emergencia para evitar que, día a día, más y más trabajadores caigan por debajo de la línea de pobreza. 1 Aumento de salarios y jubilaciones. Tenemos que luchar para que nadie gane menos que el valor de la canasta familiar, hoy calculado en 4.000-4.500 pesos. Para llegar a ese monto, se tiene que dar un aumento de emergencia, ya mismo, de 1.000-1.500 pesos en todos los salarios y jubilaciones. Y hay que reabrir inmediatamente todas las negociaciones en una paritaria única, sin ningún tipo de “techo” preestablecido, con delegados elegidos en asamblea. Al mismo tiempo, para garantizar que en el futuro la inflación no se vuelva a comer nuestros ingresos, tenemos que exigir que exista una cláusula de reajuste automático según el alza del costo de vida. 2 Precios máximos. Para evitar que los productos de la canasta familiar sigan subiendo. No se trata de hacer como ah o ra, q u e “teó ricam en te” existen precios “acordados” o “sugeridos” que no se pueden enco n trar en ning ún su permercado. Establecer precio s máximos significa que se debe definir un precio para un artículo y este debe ser rigurosamente respetado, otorgánd ole la potestad de control a las organizaciones de trabajadores y consumidores 3 Sanciones a los remarcadores. Muchas veces se dice que los precios máximos n o sirven porq ue los comerciantes no los respetan, ya sea vendiendo por encima de esos valores o acaparando y haciendo “desaparecer” los productos de las gónd olas. Esto se soluciona poniend o en práctica u na herramienta vigente, que el go bierno siempre se negó a utilizar: la Ley de Abastecimiento, que autoriza a multar, clausurar y hasta expro piar a aquel que viole un control de precios o acapare mercaderías para pro ducir faltan tes. No se trata de salir a perseguir al pequeño comerciante, pero sí de hacer caer todo el peso de la ley sobre las grandes cadenas de supermercados y frigoríficos, que son quienes terminan definiend o los precios a los que venden todo el resto de los establecimientos. 4 Eliminar el IVA de la canasta familiar. Es una medida que permitirá a la vez reducir los precios y aumentar el valor de los salarios. Esto producirá una baja automática del precio de estos bienes en un 21%. Y, al mismo tiempo, será una cuestió n de estricta justicia, porque los im puestos deben ser pagados por los ricos y las grandes empresas, no por el pueblo trabajador. 5 Fuera la intervención y los índices truchos del INDEC. Ninguna lucha contra la inflación puede darse a ciegas. Tenemos que saber a ciencia cierta cuánto aumentan los precios mes a mes. Para esto hay que terminar con la intervenció n del Indec y los índices truchos. Proponemos, tal como lo reclaman los pro pios trabajadores del Instituto, normalizarlo de inmediato, restituyendo en sus puestos a todos los trabajadores desplazados desde 2007. Ellos saben cómo recalcular el índice de precios al consumidor y demás indicadores truchados desde entonces, cosa que debe hacerse para que los trabajadores podamos usar ese valor en próximas peleas por el salario. Y, para que nunca más suceda que un gobierno destruya las estadísticas públicas, hay que garantizar un Indec independiente de los gobiernos de turno, que sea manejado por sus trabajadores y técnicos.
¡No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras nos roban! Mientras los empresarios aprovechan el “río revuelto” de la inflación para agrandar sus ganancias, el gobierno mira para otro lado y los burócratas sindicales no mueven un dedo. Hay que exigir medidas como las que proponemos para defender nuestro salario, antes que no valga nada. |
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¿Por qué aumenta la carne?En un intento por desligarse del asunto, el gobierno ha salido a responsabilizar a los productores ganaderos por el aumento en los precios de la carne. ¡Vaya novedad! Bajo el capitalismo, todo empresario -sea de la rama que sea- intentará siempre aumentar sus ganancias tanto como le sea posible. Pero lo que no dice el gobierno, es que ha sido cómplice de los grandes empresarios de la carne, dejando vía libre al aumento de la producción sojera. La lógica del capital es siempre la misma: el mayor rédito con el menor costo posible. Por lo tanto, los productores se han volcado masivamente al cultivo de la soja, por encontrarla más rentable. Frente a esto, el gobierno no sólo no ha intentado desalentar su producción, sino que la ha favorecido, dejando el mercado de la carne para los empresarios de los feed-lots. En vez de proteger a los pequeños productores y consumidores, el gobierno ha optado por una alianza estratégica con los grandes grupos concentrados, entre los que se encuentran los “empresarios amigos” Eurnekian, Irsa, Werthein y Coto, quienes generan el 30% de la producción vacuna (Crítica, 14-02). En sólo 24 meses, se perdieron ocho millones trescientos mil animales. Esto ocurrió, en parte, por la sequía. Pero, principalmente, porque el gobierno optó por subsidiar la creación de feeds lots -con cuantiosos casos de corrupción de por medio-, provocando el éxodo de 60.000 establecimientos ganaderos, que en los últimos ocho años se pasaron a la producción de soja. En este período, los feed lots se han quintuplicado alentados por el kirchnerismo. Sólo en 2009, el gobierno que habla de “distribuir la riqueza” entregó a estos empresarios 600 millones de pesos del Estado. Otro tanto ocurre con los frigoríficos y los remarcadores, a quienes el kirchnerismo les ha dejado las manos libres para fijar los precios a su antojo, sin siquiera establecer una política de precios máximos. Se estima que en 2010 faltarían cuatro millones de cabezas de ganado para poder cubrir el consumo interno. Es por eso que, tanto los productores como los frigoríficos, comienzan a especular con la escasez, aumentando considerablemente los precios. Frente a esto, el kirchnerismo se limita a llamar a la “desobediencia civil”, instando a los ciudadanos a no comprar carne vacuna. Sí de cerdo o pollo, que también aumentaron. Es decir, exige sacrificio al pueblo trabajador, mientras premia a los empresarios con jugosos subsidios. Valga sólo un dato. El negocio de la carne -entre lo que se exportó y consumió en el mercado interno-, el año pasado dejó 33.000 millones de ganancias a los de arriba. |
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Tres años de IndeK mentiroso
El 12 de febrero se cumplieron tres años de la intervención kirchnerista en el Indec. Y sigue la falsificación de datos. El gobierno anunció que la inflación de enero fue del 1%, cuando en realidad las consultoras privadas dijeron que fue el doble. El ministro de Economía, Amado Boudou, dijo que “Hay ex agentes del Indec en una cruzada en contra. El Instituto funciona mucho mejor que antes” (Crítica, 14/2). Consultamos a Marcela Almeida, ex directora del IPC nacional desplazada por la intervención y actual integrante de la Junta Gremial Interna de ATE-Indec, quien nos señaló: “El ministro es un caradura. En el Indec no hay ninguna “normalización”. Siguen engañando y ocultando la realidad. Mantienen la manipulación de los índices y también las patotas que tratan de intimidar a los trabajadores. Les recortan sus haberes a los compañeros que se niegan a sostener las mentiras. Pero les fracasó el nuevo intento de maquillar los índices porque a las universidades también les ocultan información. Sigue el desmantelamiento de los programas que se utilizaban antes de la intervención, que eran utilizados por profesionales de alta capacitación, los que convirtieron al Indec en una institución de gran prestigio y que no era cuestionada en sus datos. No se han revertido los despidos y traslados; e incluso la intervención ha desconocido fallos judiciales que han salido favorables a los trabajadores. Ahora lo que se vienen divulgando son los índices truchos que manipula Moreno.” Por eso, en estos tres años de atropello, Izquierda Socialista estuvo y seguirá estando presente junto a los trabajadores del Indec. |
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Moyano defiende la suba de precios¿Hay una inflación “buena”? El titular de la CGT, Hugo Moyano, justificó la existencia de la inflación sosteniendo que ésta se da “en un contexto de crecimiento”. “No es algo que va a destruir al país. Cuando un país crece tiene un poco de inflación. Lo peor que puede pasar es tener inflación cero o deflación, porque eso se termina pagando con puestos de trabajo” (Página 12, 12-02). ¿Los precios crecen porque la gente “consume mucho”? Según Moyano, los trabajadores, jubilados y demás sectores populares habríamos mejorado tanto nuestros ingresos, que salimos a comprar “a lo loco”. Como los precios se determinarían por la oferta y la demanda, al “demandar” más bienes, los precios de estos suben generando inflación. O sea que el alza no sería más que el reflejo de una buena noticia: el mayor poder adquisitivo que todos tenemos. A la vez, como los empresarios ven que más gente quiere comprar y que los precios suben, invertirán más, tomarán más trabajadores, esto reducirá la desocupación y eliminará aún más la pobreza. Y todos quedaríamos contentos, patrones y obreros. Como usted, compañero lector, ya estará sospechando, detrás de este razonamiento se debe esconder alguna mentira. Dos, para ser más exacto. La primera, es la que cualquier trabajador puede sentir en el bolsillo: ¿alguien cree que existe realmente ese aumento del poder adquisitivo? ¿Acaso los obreros, los jubilados, la gente de los barrios populares, sale en masa a gastar, veraneando come asados todos los días; las familias están cambiando sus lavarropas o compran un 0 km.? ¿En qué país vive Moyano? A esto tenemos que sumarle la segunda mentira: que los precios se forman según el “libre juego de la oferta y la demanda en el mercado”. Nada más falso. En la Argentina hay poco más de un centenar de empresas llamadas “líderes” (nosotros las llamaríamos monopólicas, para ser más exactos) que son las que fijan los precios de la inmensa mayoría de los bienes. Miremos cualquier rubro: lácteos, artículos de limpieza o tocador, bebidas, etcétera. Detrás de los nombres “fantasía” de las distintas marcas siempre hay uno, dos, o a lo sumo tres grandes pulpos que controlan todo el mercado, y aumentan los precios según su propia decisión para garantizar sus ganancias. El chantaje: inflación o recesión Moyano pone en lenguaje popular lo mismo que vienen diciendo los Kirchner desde que asumieron: o nos resignamos a la inflación, o la otra salida es recortar el gasto social, el enfriamiento de la economía con recesión, desempleo y bajas salariales. Los trabajadores no podemos caer en esa dicotomía. Se nos quiere hacer elegir entre dos infiernos: o caemos en la miseria vía el desempleo, el deterioro de todos los servicios sociales y sueldos de hambre, o nos resignamos a que haya un poco más de trabajo a cambio de que nuestro salario sea devorado día a día por la inflación. Mientras tanto, en ambas “opciones” siguen garantizadas las superganancias de los pulpos empresarios. Veamos lo que ya nos pasó: con la hiperinflación de Alfonsín o el 1 a 1 de Menem, siempre perdimos los trabajadores. Nuestra pelea pasa por defender el poder adquisitivo de nuestros ingresos. Y cuando lo perdemos por la inflación, la tarea número uno es recuperarlo con aumentos que cubran lo perdido. En ese marco, podemos y debemos tener un programa para luchar contra la estampida de precios (ver nota central). Moyano, como jefe de la CGT, debería estar reclamando aumentos que nos permitan llegar al valor de la canasta familiar (hoy calculada en 4.000/4.500 pesos) y organizando a los trabajadores para salir a pelear por estas reivindicaciones, en vez de darle argumentos al gobierno para que nos explique por qué la inflación “es buena”. |
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