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7 de abril de 1803: Nacía una luchadora feminista y socialistaFlora Tristán, una mujer de claseApenas pasó los 40 años (1803-1844). Pero marcó el camino de la lucha por la liberación de los hombres y mujeres de la clase obrera. Sus textos y actividades iniciaron el feminismo ligado a la lucha internacional y clasista de los trabajadores contra el capitalismo.
Flora Tristán es poco conocida. Sin embargo, su legado es inmenso. Le debemos que haya reclamado a la sociedad burguesa por la situación de la mujer, desde el punto de vista de la emancipación de los explotados por el injusto sistema mundial capitalista. En su corta e intensa vida experimentó los sufrimientos de la opresión femenina y de la pobreza. Hija “natural” y esposa rebelde Flora era hija de un rico coronel de la Armada española, nacido en Arequipa, que por entonces era parte del Virreinato del Perú. En una estadía en Bilbao, España, el coronel conoció a quien sería su madre, una mujer francesa. Sus primeros años en el Virreinato fueron de lujo y bienestar. Pero cuando Flora tenía apenas cuatro años, en 1807, su padre murió, sin haberla reconocido como hija legal. Repentinamente empobrecidas, con su madre emprendieron el regreso a Francia. Vivieron penosamente en el campo y cuando Flora tenía quince años se instalaron en un barrio pobre de París. Su madre la obligó a casarse muy joven, a los 17 años, con el dueño del taller de litografía donde trabajaba. Durante varios años sufrió en carne propia la violencia y humillaciones de un matrimonio forzado con un hombre mayor y brutal, “costumbre” de la época para una joven pobre. Tuvo dos hijos varones, uno de los cuales murió siendo pequeño. La menor fue mujer, Aline. En 1825 se escapó de la casa conyugal con sus hijos. Quedó convertida en una paria, por su doble condición de hija natural y esposa separada. El marido la persiguió con saña, hasta que Flora logró un acuerdo judicial que le permitió retener con ella a Aline, aunque por temor a represalias se fueron de Paris. En la década del 30 del siglo XIX había distintas corrientes en Francia en relación al problema de la mujer. Las mujeres cristianas reclamaban mejoras en su condición “natural” de esposas y madres, oponiéndose a los planteos de obtención de derechos políticos o sociales. Otros grupos reclamaban esos derechos para las mujeres con recursos económicos. En 1829, Flora Tristán logró tomar contacto con su familia peruana, y comenzó a recibir una ayuda económica. Participó en las movilizaciones populares de 1830 en París. Viajó un par de años al Perú, donde no logró acceder a la herencia de su padre, sino a una pensión mensual. Allí pudo tomar contacto tanto con las mujeres de la aristocracia criolla como con las pobres y marginales. Al regreso, ella y Aline se dirigieron a Inglaterra, donde conoció directamente las penurias de la clase obrera surgida de la revolución industrial. Luego se reinstalaron en París, donde empezó a escribir y a participar cada vez más en las luchas a favor de las mujeres y los trabajadores. La Unión Obrera, un llamado al internacionalismo proletario Tristán fue elaborando sus convicciones feministas, socialistas y sobre la importancia de la educación bajo la influencia de los utopistas Saint Simón y Fourier. Siendo muy joven había leído a Mary Wollstonecraft, una de las primeras feministas inglesas (1759- 1797). Pero fue elaborado un punto de vista nuevo y distinto, ya que aquella defendía derechos políticos y a la propiedad para las mujeres de la burguesía. Por su parte, Flora defendía la libertad de divorcio (que había sido establecido por la Revolución Francesa, y luego suprimido) y la libre elección del marido, sin presiones económicas de los padres, que era imprescindible para las jóvenes pobres. Y lo ligaba cada vez más a un posicionamiento de clase. Denunciaba, por ejemplo, que el capitalista se aprovechase tanto del obrero como de la mujer obrera, que no era enviada a la escuela y se la limitaba a su papel de reproducir la mano de obra proletaria. También denunciaba que tanto en Inglaterra como en Francia las mujeres recibían peor paga que los hombres. Y reclamaba contra la opresión del proletario hacia la proletaria. En 1838 publicó su diario de viaje al Perú, Peregrinaciones de una paria. Al mismo tiempo, cobró notoriedad por otra experiencia penosa, cuando su ex marido intentó asesinarla. Al ser condenado a 20 años de trabajos forzados, Flora y su hija quedaron libres de nuevas amenazas. En 1840 publicó su Paseos por Londres, una descarnada descripción de las condiciones de miseria que la burguesía y el sistema capitalista impone sobre los hombres y mujeres proletarios y sus hijos. También denunció el oscurantismo religioso y defendió la laicidad. En 1843, en un pequeño folleto llamado La Unión Obrera, desarrolló la idea de que los trabajadores hombres y mujeres deben unirse, entre ellos y a escala internacional, porque son los únicos que pueden defenderse de la voracidad capitalista y avanzar hacia la transformación social. Flora Tristán fue anticipando algunos aspectos de la concepción del socialismo científico que inauguraron poco después Marx y Engels con el Manifiesto de 1848. Ella no alcanzó a leerlo, ya que murió de tifus a los 41 años, en 1844, mientras la policía pretendía llevarla presa por su apoyo a una huelga obrera. La “insolencia” de Flora TristánEn 1843-44 Alemania era un hervidero de discusiones filosóficas y religiosas, que canalizaban las polémicas políticas prohibidas por la autocracia prusiana. Bruno Bauer era el más importante representante del sector idealista reaccionario. En sus críticas a la clase obrera y a los socialistas que pretendían su emancipación, atacó particularmente a Flora Tristán y su folleto La Unión Obrera. Dos jóvenes, por entonces aun desconocidos, Carlos Marx y Federico Engels, escribieron en su defensa. Reivindicaron su “insolencia”, por decir que el obrero lo hace todo, lo produce todo y, sin embargo, no tiene derecho alguno ni posee nada. Y su llamado a que se organicen. Ante la acusación de Bauer de “dogmatismo femenino”, retrucaron que era el propio Bauer quien representaba el dogmatismo de una “mujer vieja, la ajada y viuda filosofía hegeliana”, quien andaba “buscando un pretendiente”*
* La sagrada familia. Grijalbo, México, 1962. Véase “ La Union ouvriére de Flora Tristan”, en pág. 84. |
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