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“Jaime es Kirchner”Así titula el periodista Luis Majul, en su último libro “El dueño”, el capítulo dedicado al ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, actualmente investigado por numerosos hechos de corrupción.
Jaime acumuló decenas de causas penales por enriquecimiento ilícito, administración fraudulenta, cohecho, dádivas e incumplimiento de sus deberes como funcionario público. Dos de ellas fueron promovidas por el Cuerpo de Delegados ferroviarios de TBA Sarmiento. Ambas por sobreprecios en la reconstrucción de vagones y en el estudio para la modificación de las estaciones de la línea Belgrano. Después de asumir en 2003 como secretario de Transporte, sus empleados lo apodaron “El señor de los anillos” por su inclinación a lucir costosas alhajas. Luego se transformó en “El señor de los subsidios” y “María Julia K”. Un chiste circula por Santa Cruz: ¿Cómo puede un hombre maduro, casado, con hijos y sin ningún don especial transformarse en millonario a toda velocidad? Hay tres posibilidades: ganar la lotería, recibir una herencia, o hacerse amigo de “Lupo” (el apodo de Néstor Kirchner por su parecido con Lupin, el personaje de historietas de la década del 50). Es obvio que éste último fue el caso de Ricardo Jaime. Este humilde ingeniero agrimensor ocupó por primera vez un cargo público como empleado en la Dirección de Catastro de la provincia de Córdoba. En 1983 se mudó a Santa Cruz, donde trabajó como inspector en el Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda. En 1991, el entonces gobernador Néstor Kirchner lo nombró ¡ministro de Educación!, aunque no tenía el más mínimo conocimiento para ese cargo. Lo mismo ocurrió cuando Kirchner asumió la presidencia en 2003: lo nombró secretario de Transporte, pasando a “administrar” centenares de millones en subsidios. No sabía nada del tema. Dicen que, hasta ese momento, creía que los trenes funcionaban a nafta. Quien le enseño el “negocio” fue Sergio Claudio Cirigliano, el negrero dueño de TBA, el Grupo Plaza, Emfer, Cometrans, TATSA, UGOFE y otras empresas de transporte y reparación de ferrocarriles. Es decir, fue instruido por uno de los principales beneficiarios de su futura gestión. Ante las numerosas acusaciones, Ricardo Jaime se defiende diciendo que dejó su cargo más “empobrecido” que cuando lo asumió. En realidad fue poniendo sus bienes a nombre de su pareja, hijas, yernos y otros testaferros. Entre él y su familia tienen embargos por 40 millones de pesos. Es dueño de un avión -lujo que en Argentina está reservado a multimillonarios como los Pérez Companc, Eurnekian, Bulgheroni (petrolero), Cristóbal López y otros- , de un barco, lujosos departamentos en Buenos Aires y Florianópolis y cinco casas en un country en Mendiolaza, Córdoba, además de otros bienes que están a nombre de testaferros o empresas fantasma, como el diario La Mañana y la radio LV2 de Córdoba, cuyos trabajadores denunciaron que no cobran sus haberes desde diciembre y que “los empresarios se fueron hace sesenta días, cerraron sus oficinas con llave y no los vimos más” (Clarín, 18/04). ¿Cómo hizo para comprar todo esto con su sueldo de 10.000 pesos? ¿Una manzana podrida? Ricardo Jaime no es un caso excepcional. Por el contrario, es un claro ejemplo de la corrupción sobre la que se asienta todo el “modelo” oficial. Delitos como los de Jaime abundan en toda la historia del peronismo kirchnerista. Cabe recordar la mafia de la efedrina y de los medicamentos que colaboraron en el financiamiento de la campaña de Cristina, el enriquecimiento del patrimonio de los Kirchner, los 24.000 pesos de jubilación que cobra Néstor y casos como el de Skanska, entre muchos otros. Todo el modelo económico y político es corrupto. Lo es subsidiar las ganancias descomunales de las privatizadas del transporte y los servicios públicos; truchar los índices del IndeK; consentir las mineras a cielo abierto; pagar una deuda externa fraudulenta e ilegítima; robarle a los jubilados y pensionados los fondos del Anses para ese destino; pagarle a los burócratas de la CGT por su traición a los trabajadores con dinero multimillonario de las obras sociales. Llenaríamos varias páginas si pretendiéramos citar los numerosos ejemplos de corrupción inherente a este modelo político y económico. Debemos movilizarnos para luchar contra él, exigiendo juicio, castigo, cárcel y expropiación de todo lo que se robaron estos centenares de delincuentes como Ricardo Jaime, en el camino de imponer otro modelo con medidas de fondo en beneficio del pueblo trabajador. Grandes negocios para amigos KEn el gobierno de Cristina, al igual que en el de Menem, ser amigo tiene sus privilegios. Así lo confirman los oferentes de las obras de infraestructura que se realizarán en la provincia de Santa Cruz, -la usina de carbón que se construye en Río Turbio y el proyecto de las represas de Cóndor Cliff-La Barrancosa-. Se trata de la mayor obra pública licitada, donde el Estado desembolsaría 15 mil millones de pesos. Entre los oferentes para quedarse con el negocio se encuentran Benito Roggio, Techint y Electroingeniería, grandes pulpos empresarios ligados en más de un negocio al gobierno. Incluso el empresario kirchnerista Lázaro Báez, está analizando la compra de campos aledaños a dicha obra. Enriquecimiento ilícito en el gobiernoDos secretarios privados de Cristina están siendo investigados por la justicia al detectarse un aumento exorbitante en sus bienes -entre 45 y 78 veces- mientras percibían sus salarios como funcionarios de la presidencia. Con estos dos nuevos casos suman cuatro los secretarios imputados, entre los que se encuentran Isidro Bounine, que pasó de 15.000 pesos a tener 676.194 en un lapso de 6 años; y Héctor Muñoz, quien pasó de tener $14.000 al comenzar sus actividades a 1.100.000 a su término. Ambos han tenido que renunciar a sus cargos al haber sido imputados por el juez federal Claudio Bonadío por enriquecimiento ilícito, un delito en el cuál el matrimonio presidencial hace escuela. |
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