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Nueva huelga general en Grecia, luchas en España…Rebelión en Europa contra el ajuste del FMILa crisis capitalista ya se extiende a buena parte de la Unión Europea. El FMI, como hace tres décadas en Latinoamérica, vuelve a recomendar las mismas “recetas” que hicieron que su sigla sea repudiada por millones en todo el mundo. Ahora las recomienda para toda Europa y también para los “países emergentes” (así nos llaman). Los trabajadores europeos están saliendo a enfrentarlo poniendo en crisis a los gobiernos que lo aplican.
No hay tregua en Grecia. La primera huelga general se produjo en febrero de este año, la segunda en marzo y la tercera el pasado 5 de mayo. Se movilizaron en Atenas más de 200.000 personas contra las medidas de ajuste. Un día después, el Parlamento aprobó los planes impuestos desde la Unión Europea y la venia del imperialismo yanqui para reducir el déficit. Ante ello, los sindicatos han convocado a la cuarta huelga general que se va a realizar este jueves 20 de mayo. Además, una multitud de sindicatos y asociaciones locales y nacionales convocan a marchar casi a diario. El Gobierno y sus aliados han logrado aprobar las medidas de austeridad que acompañan al llamado ‘rescate’ por parte de la UE y del FMI. Rescate que es para los bancos y multinacionales, no para el pueblo. Grecia quedó bajo el mando del FMI, a un costo político muy alto. Varios diputados del PASOK (partido socialdemócrata oficialista) se negaron a votar las medidas y, lo más importante, es que todas las encuestas indican una tremenda caída en la popularidad, a un grado tal que ya se cuestiona abiertamente la legitimidad de un gobierno que tiene a la gran mayoría popular en contra. Por otro lado, los sindicatos y movimientos sociales se ven fortalecidos después de las enormes manifestaciones del 5 de mayo. Las conducciones de las centrales sindicales, por un lado la Confederación de Trabajadores Griegos, GSEE, del sector privado, y ADEDY, central de trabajadores del sector público, ambas controladas por sindicalistas del PASOK (el partido oficialista), están bajo una enorme presión de sus bases. Saben que, de negarse a convocar a la huelga, serían desbordados. Por eso han rechazado el plan del Gobierno y han convocado rápidamente a la nueva huelga general de este jueves. A la convocatoria se ha sumado también la central de trabajadores del Partido Comunista (PAME), todos los sindicatos sectoriales, los sindicatos de base autónomos y todas las organizaciones de izquierda. En esta cuarta huelga general se prevé una participación masiva, y manifestaciones aun más multitudinarias que las del 5 de mayo en todas las ciudades del país. El ajuste se extiende y la resistencia también En España, segundo país que anunció otro ajuste, la UGT (Unión General de Trabajadores) y la CCOO (Comisiones Obreras), las dos mayores centrales sindicales tienen dirigentes vendidos al gobierno, recibiendo millonarios planes de “formación” por parte del Estado. Ellos vienen oponiéndose a la huelga general diciendo que ante la crisis sería “contraproducente”. Pero ante la brutalidad del ajuste, anunciaron un paro general de empleados públicos para el 8 de junio y una movilización el mismo día de la huelga general en Grecia este 20. El dirigente de CCOO anunció que “podría convocarse” a una huelga general. El lunes 17 hubo 25.000 manifestantes en Madrid reclamando esa medida. Lo mismo viene reclamándose desde las distintas regiones. En el acto de Madrid, el secretario general de la CGT española (pequeña central anarquista), Jacinto Ceacero, señaló que “hay miseria, explotación y un recorte sistemático de todos los derechos. Hay que obligar a convocar a una huelga general, que es la respuesta que se merece este gobierno, que se ha humillado y arrodillado ante los dictámenes del capital y de Europa.” El ajuste ya se lanzó en Portugal y se anuncia en Gran Bretaña y hasta en Alemania. La unidad europea de la lucha contra el FMI, los banqueros y los gobiernos que los sirven, se empieza a hacer visible para los trabajadores, especialmente en Grecia que ven la movilización en España como un apoyo para su propia huelga. La intervención abierta del FMI, e incluso de Obama, quien habló por teléfono con Zapatero antes del anuncio del ajuste, provocan enorme indignación. El tremendo obstáculo son los dirigentes burocráticos de los sindicatos que se oponen no sólo a lanzar medidas a escala europea, sino incluso a huelgas generales en cada estado. La batalla está abierta por imponer estas huelgas generales hasta derrocar a los planes de ajuste, lo que además plantea la necesidad de imponer un plan económico de los trabajadores y el pueblo. El modelo Griego, no solo el del ajuste, sino el del desborde de las direcciones sindicales, podría extenderse a otros países europeos. El apoyo a los trabajadores griegos y de Europa es en nuestro propio interés. Luego vendrán por nosotros. Por eso hay que exigir a los gobiernos latinoamericanos que dejen de pagar la deuda externa, dinero que se está destinando para salvar a bancos y multinacionales, o en préstamos a cambio de feroces ajustes. Llamando a las centrales sindicales del continente, incluidas las de nuestro país (CGT-CTA), a que se pronuncien en apoyo a los trabajadores europeos. Llamando a movilizar, como lo hicimos desde la izquierda el pasado jueves 13 frente a la embajada de Grecia en Buenos Aires. Marcha a la embajada de Grecia
El pasado jueves 13, distintos partidos de izquierda nos movilizamos frente a la embajada de Grecia en nuestro país. Fue en apoyo a la lucha de ese heroico pueblo y en contra del ajuste que está tratando de imponer el FMI, la Unión Europea y Obama. Reclamando que la crisis la paguen los capitalistas, no los trabajadores, tanto en Europa, como en nuestro país. Redoblando el compromiso de seguir movilizados. Lamentablemente la CGT y CTA no han hecho nada. Tampoco se movilizó Proyecto Sur de Pino Solanas. Llamamos a que cambien y se solidaricen. El ajuste europeo
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La crisis capitalista que no cesa En vísperas de la Guerra Civil Española, el poeta Miguel Hernández escribió un libro titulado “El rayo que no cesa”. Pocos títulos podrían reflejar mejor este nuevo capítulo de la crisis capitalista imperialista mundial. La crisis no cesa. A pesar de que, pocas veces en la historia se gastó tanta tinta para sostener, una y otra vez, que “ahora sí”, el desbarranco que había comenzado en julio de 2007 con el estallido especulativo de las hipotecas en los Estados Unidos, “ya había pasado”. Repasemos: se dijo (y escribió en los principales medios financieros del mundo) que la economía mundial se recuperaba en octubre de 2007, mayo de 2008, varias veces en 2009, y a comienzos de 2010. Y siempre para que la realidad despertara a todos diciéndoles que la crisis, cada vez más aguda, seguía. Ahora le toca a Europa. Todos lo reconocen, no es sólo Grecia, por más que el estallido haya comenzado por ahí: el país helénico tiene un déficit fiscal del 14% del PBI, pero Irlanda tiene un 15, España un 12, Portugal el 9 y Gran Bretaña el 13. Las deudas de estos países son astronómicas, siendo sus principales acreedores los bancos alemanes y franceses. Todo en el marco de una Unión Europea donde, “teóricamente”, nadie puede pertenecer con un déficit superior al 3% y una deuda más allá del 60% del PBI. ¿De dónde salió este nuevo capítulo? ¿Se trata simplemente de que Grecia “mintió”, escondiendo los números reales de su economía, como señalan algunos analistas? No hay que ser ingenuos. Ciertamente el gobierno griego mintió -ayudado entre otros por Lehman Brothers, que le “dibujó” los números de su endeudamiento-, pero eso no explica la bola de endeudamiento y déficit de los demás países europeos. La explicación está en otro lado: desde que estalló la crisis en 2007, el Banco Central Europeo acompañó a la Reserva Federal yanqui, al Banco de Inglaterra, al de Canadá y al de Japón en un fenomenal salvataje de los bancos en quiebra. Se tiraron billones de dólares al mercado. Y ahí están, generando ahora una nueva burbuja de endeudamiento, hoy impagable. Las respuestas de los gobiernos de la Unión Europea son las mismas. Por un lado seguir tirando plata para salvar a los especuladores. Se acaba de implementar un “mega-rescate” de 750.000 millones de euros. Para Grecia solamente, hay un plan especial de 110.000 millones de euros. Pero lo más grave es que ellos mismos saben que esto significa solamente tirar la pelota para adelante. Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, declaró: “el salvataje de un billón de dólares aprobado por la Unión Europea y el FMI es sólo para ganar un poco de tiempo”. ¿Tiempo para qué? Para ver si pueden hacer pasar el “verdadero” plan: un brutal ajuste, histórico, como no se vio en Europa desde la crisis del 30. Ya lo pusieron en palabras los gobiernos de Grecia, España y Portugal: recortar salarios, eliminar el aguinaldo, aumentar el IVA, despedir empleados públicos, alargar la edad jubilatoria. El nuevo gobierno británico de Cameron parece seguirlos. En síntesis, liquidar viejas conquistas que las clases trabajadoras consiguieron con un siglo de luchas y vienen defendiendo con uñas y dientes. La respuesta obrera y popular fue clarísima, con las multitudinarias marchas y huelgas en Grecia, con las que se vienen en España y Portugal. Europa entera cruje. Ya nadie se anima a pronosticar sobre el futuro del Euro, la moneda creada hace menos de 10 años como símbolo de una supuesta prosperidad capitalista en la región. Todos saben que este estropicio no terminará en el viejo continente, y empiezan a mirar las consecuencias sobre las economías yanqui y asiáticas. La crisis abierta en julio de 2007 no cesa. Ya es la más grande desde 1930. Pero, parafraseando nuevamente a Miguel Hernández, no apareció de la nada, no fue un rayo en cielo sereno. El capitalismo imperialista hace 40 años que vive de crisis en crisis. No nos olvidemos del efecto Tequila en México 1994, la crisis asiática del 97, la rusa del 98 o la nuestra de 2001. Es la misma crisis con especulación, superganancias financieras, y luego, los estallidos. Siempre queriendo que las consecuencias las paguen los trabajadores, a través de los planes de ajustes “salvadores”. Y los pueblos, siempre también, resistiendo, como hoy en Grecia o España. Porque eso tampoco cesa: los millones que gritan “que la crisis la paguen ellos, los que la provocaron, los especuladores, los banqueros, los capitalistas”. |
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Cómo impacta la crisis en Argentina Cristina retomó en estos días el doble discurso “anti- FMI” y “anti-políticas neoliberales”. Se despachó a gusto criticando las recetas que se están implementando en Europa y, en particular, los planes de ajuste exigidos por el FMI y el Banco Central Europeo ya aceptados por los gobiernos de Grecia, Portugal, España y Gran Bretaña. Señalemos el carácter cínico del planteo de los Kirchner: el representante argentino ante el FMI se pronunció a favor del ajuste exigido por el organismo, en una nueva prueba del famoso “decir una cosa en la tribuna y hacer exactamente lo contrario en la realidad”. Pero nos interesa acá analizar el otro argumento del gobierno. Sostiene que, debido a que la Argentina hace las cosas “distinto”, la crisis no llegaría a nuestras tierras. Esta afirmación no es nueva: el gobierno nos la empezó a vender en 2007, cuando la crisis recién comenzaba; que estábamos “blindados” y que, debido a las bondades de la política económica kirchnerista no nos veríamos afectados. Como siempre, la mentira tiene patas cortas. Empecemos por lo más importante, la deuda externa. Durante el “veranito” de la economía mundial, entre 2003 y mediados de 2007, el gobierno nos decía que la deuda “ya no era un problema”, “se reducía con el canje” (vulgar mentira), o se “refinanciaba” pateando los vencimientos para adelante. Todo eso se acabó desde el estallido de la crisis en julio de 2007. A partir de ese momento ya todos los pagos de la deuda serán “en efectivo”. Camino que ya había emprendido el gobierno pagándole de contado al FMI en enero de 2006, con el verso de que nos íbamos a desendeudar. El gobierno salió desesperadamente a buscar de dónde sacar la plata. Y así tuvo su primera derrota importante con la Resolución 125, en el conflicto por las retenciones. A partir de ahí empezó el ajuste. Los pagos de deuda se comieron rápidamente todo el superávit fiscal, y luego siguieron con la caja del Anses, del Pami, de la Lotería y ahora con las Reservas. Cuando no le alcanzó para continuar pagando la masa de subsidios a las privatizadas para sostenerles sus superganancias, empezó a incrementar las tarifas. Todo esto no es nuevo. Y ahora, con esta nueva crisis, va a pegar un salto. El gobierno está jugado a pagar, pagar y seguir pagando los vencimientos de deuda. A ser el “mejor alumno”. Por eso ahora está metido en el nuevo canje. Sostiene que pagar es para obtener financiamiento a tasas accesibles. Pero no las consigue. Ya tuvo que suspender la emisión de un nuevo bono Global 2019 (más deuda), porque se dio cuenta que era imposible conseguir tasas inferiores al 15%. Conclusión: esa plata que no vendrá, saldrá del presupuesto. Será entonces menos dinero para los salarios de los estatales (que hace años están por el piso), para salud, educación o vivienda. El gobierno también deja correr la inflación, porque le permite recaudar más (en pesos y, como el dólar está quieto, también en divisas). A fines de 2008, cuando la crisis mundial generó su segundo capítulo -la caída de Lehman Brothers y el hundimiento de bolsas y bancos en Estados Unidos-, también se hizo trizas el argumento oficial de que nuestra economía real no sería afectada, ya que a nosotros “nos compra China”. En apenas un par de semanas, una ola de despidos liderados por las empresas transnacionales que operan en nuestro país dejó a centenares de miles de compañeros sin trabajo. Otros tanto sufrieron suspensiones y rebajas de sueldos. La salida del gobierno, en ese momento, fue salir a bancar a las empresas: recordemos el insólito crédito de Cristina a la General Motors, en el mismo momento en que se estaba hundiendo en los Estados Unidos. La conclusión es transparente: como ya nos pasó en 2007, no es cierto que estamos “blindados”. Ya estamos pagando los efectos de la crisis mundial. La inflación y los bajos salarios son la mejor expresión. No podemos descartar que, si la crisis se profundiza, haya una nueva oleada de despidos. Hoy, en el fragor de un nuevo capítulo de la crisis capitalista global, se impone, más que nunca, dejar de pagar la ilegal, inmoral y fraudulenta deuda externa. Y usar esos fondos para un plan económico de emergencia al servicio de los trabajadores y el pueblo, que nos “blinde” de verdad, ante las más que probables consecuencias del tsunami económico que atraviesa el mundo. |
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