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Elizabeth Bonel: semblanzas de una militante ejemplarSe nos fue… un símbolo y un ejemploUn fatídico 9 de julio de 1972, salió con varios amigos en automóvil a buscar un salón para festejar los 15 años que cumplía el siguiente 29 de agosto. De ese viaje de la ilusión volvió cuadripléjica. Su padre moriría de pena meses después. A pesar de su juventud, ya era profesora de piano y alumna avanzada de inglés. Terminó sus estudios a distancia con los mejores promedios. Y se recibió de maestra, profesión que ejerció en forma particular. Preparaba alumnos de todos los niveles y practicaba canto con sus amigos. Además, fue esposa de su abnegadísimo compañero Raúl, madre de Natasha y abuela de Tomasito. Pero todo eso para ella no era lo más importante. Lo mejor de su vida -como siempre decía- era ser militante revolucionaria. En 1980 se había incorporado con Raúl al glorioso PST y, desde ese momento, no dejó de militar un solo día más de su vida, convirtiéndose en la dirigente indiscutida de nuestro partido en la ciudad de Villa Dolores. Su vida, según los vaticinios médicos, sólo se prolongaría por seis o siete años más. Pero su tesón y a fuerza de voluntad, la estiró 38 años. Falleció el pasado 6 de agosto, a pocos días de cumplir 53 años. Después de muchas gestiones, Liliana Olivero consiguió que el gobierno provincial le otorgara una silla anatómica y con motor. Esto le permitió “independizarse un poquito” de la permanente atención de Raúl y, según ella misma decía, “militar mucho más”. Las calles de Villa Dolores fueron testigo de sus largos y veloces recorridos para visitar un contacto, entregar un periódico o asistir a las reuniones de la Comisión de la Memoria y de los Derechos Humanos, de la que era miembro destacado. Las multitudinarias asambleas en reclamo del gas natural, y otras tantas batallas populares, la tuvieron desde su silla de ruedas como su principal dirigente. Por eso, durante su sepelio, que fue un río de lágrimas, pasaron dirigentes políticos, sociales, vecinales, juveniles y hasta el intendente, además de cientos de personas. Otros, hasta el día de hoy, pasan a dejarles sus condolencias a sus hermanos y a Marta, su mamá, el otro enorme pilar de su vida. En el acto de despedida, rodeada de familiares, amigos, compañeros y banderas de Izquierda Socialista, el poeta Osvaldo Guevara la sintetizó magistralmente: “Eli no era el árbol, era el bosque”. Se fue como había vivido: sin quejas, sin estridencias, militando hasta el último día para construir el partido. Se nos fue el símbolo de la tenacidad y la fuerza, el ejemplo del militante revolucionario, se nos fue “La Eli de Villa Dolores”. Por eso volvimos a juramentarnos ante ella, para hacer grande a Izquierda Socialista y la Internacional: Querida Eli Bonel, ¡Hasta el Socialismo siempre! |
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