|
|||||
|
|||||
Compartir esta nota en
|
|||||
Escribe: |
AniversarioMiguel Hernández y la tragedia españolaEl próximo 30 de octubre se van a cumplir 100 años del nacimiento del gran poeta español Miguel Hernández. En el denominado “Año Hernandiano 2010” se harán distintos homenajes en Europa, América e incluso Egipto. En nuestro país, en La Plata y la Universidad del Comahue (Neuquén). Un merecido reconocimiento a ese inclaudicable luchador antifranquista.
La historia contrafactual –aquella que se hace intentando responder a la pregunta ¿qué hubiera pasado si?– no pasa, por lo general, de ser un simple juego. A veces, sin embargo, es difícil vencer la tentación. Sobre todo cuando un proceso, una circunstancia, un hecho fortuito cambia drásticamente el rumbo de las cosas y esa situación nos toca de cerca. Pensar qué hubiera pasado en Europa y en el mundo si la Guerra Civil Española (1936-1939) hubiera terminado con el triunfo del bando republicano –o, mejor aún, si la clase obrera hubiera tomado el poder en la península–, es toda una tentación. En efecto, no sólo se le hubieran ahorrado a los españoles varias décadas de oscurantismo y represión fascista; posiblemente, ni siquiera hubiera estallado la Segunda Guerra Mundial, la peor masacre humana de la historia. España podría haberse convertido en la fosa del estalinismo y en punto de referencia para la construcción de una nueva dirección socialista internacional, como anhelaba León Trotsky. En otro plano -y más allá de estas especulaciones políticas-, un triunfo revolucionario republicano hubiera abierto las compuertas a un rico proceso que fermentaba en el mundo de las letras y las artes que el franquismo se encargó de condenar a la oscuridad de las cavernas. Una generación intelectual, sobre todo de poetas, dramaturgos y escritores, fue perseguida, censurada y obligada al exilio, cuando no directamente asesinada, condenando a España al atraso, la censura y el imperio del clericalismo religioso. La Generación del 27 y la Segunda República Su nombre identifica al grupo de escritores españoles ligados históricamente por el homenaje a Luis de Góngora, al cumplirse, en 1927, el tricentenario de su muerte. Entre sus figuras relevantes está el muy andaluz Rafael Alberti (1902-1999), que desarrolló una obra amplia y variada cercana incluso a las corrientes de vanguardia, como el surrealismo. Otros poetas españoles de este núcleo que reconsideraba la herencia de Góngora son Jorge Guillén, Luis Cernuda y Pedro Salinas; y, el más renombrado y universal, Federico García Lorca. Los tiempos del renacer literario no son casuales: coinciden con el inicio de un movimiento antimonárquico y republicano que, en abril de 1931, dará origen a la proclamación de la Segunda República. Tras derrotar al dictador Miguel Primo de Rivera, obligó al rey Alfonso XIII a irse del país y en diciembre de ese año sancionó una Constitución. Comenzó entonces el llamado “bienio reformista” (1931-1933), presidido alternativamente por Manuel Azaña y Niceto Alcalá-Zamora, con el concurso, también como ministro, del sindicalista socialista Francisco Largo Caballero. Las medidas reformistas de estos gobiernos socialistas-republicanos eran de corte progresistas y democráticas (matrimonio civil, sufragio universal masculino y femenino, soberanía popular, derechos individuales y sociales, autonomías limitadas para las regiones). Pero, dada su tibieza –como la enunciada “reforma agraria”–, fueron duramente cuestionadas por los trabajadores que se sentían estafados. Estallaron múltiples huelgas y levantamientos populares –como la Revolución de Asturias– y, tras un período en el que asumió un gobierno reaccionario, en julio de 1936 se produjo un alzamiento militar liderado por Francisco Franco que derivó en una guerra civil. Poesía, surrealismo y revolución Inmersos en ese clima político, los poetas que se nucleaban con Alberti y Lorca se definían como “vanguardistas de la tradición”, e intentaban alzar su mirada a los problemas universales y humanos, desprendiéndose un tanto de la crítica realidad social. No podían, sin embargo, permanecer ajenos a la extrema polarización política y, en conjunto, adhirieron a la república y asumieron posiciones de izquierda, que se trasuntaron en trabajos de denuncia y burla, dirigidos contra las instituciones que los acercaba a otros artistas y búsquedas estéticas, como las del cineasta Luis Buñuel y el pintor Salvador Dalí. García Lorca, decidido partidario de la república –y, además, homosexual confeso, un “cargo” insoportable para los fascistas–, fue asesinado muy poco después de que comenzara la guerra. Entre otros, fue Miguel Hernández quien recogió su legado. Había nacido en Orihuela (Alicante) en 1910 y, tras un breve paso por colegios jesuíticos, debió dedicarse a labores rurales, cuidando ovejas o repartiendo leche. Sin embargo, era un apasionado lector de los clásicos españoles, como Garcilaso y Góngora. En los años 30 marchó a Madrid donde tomó contacto con las tertulias literarias, que frecuentaba también el chileno Pablo Neruda, un connotado simpatizante del estalinismo. En 1935 Hernández se afilió al Partido Comunista y durante la guerra participó en las Misiones pedagógicas, creadas para llevar la cultura a las zonas más atrasadas de España. En 1937 –cuando aún la fuerza de la revolución estaba intacta y las posibilidades de triunfo palpables– asistió al Congreso internacional de intelectuales antifascistas realizado en Valencia y realizó también un viaje como invitado a la Unión Soviética, al II congreso de teatro soviético. Su poesía se hizo entonces más militante y de propaganda, como la “poesía de guerra” de Rafael Alberti. Hernández intentaba pintar el rostro humano y cruel de la guerra y el sufrimiento de sus compañeros en el frente de batalla. Terminada la guerra, intentó escapar pero fue detenido en la frontera portuguesa. El régimen lo condenó a pena de muerte pero, ante la fuerte campaña que se realizó en su defensa, se la conmutó por la de prisión de treinta años, pasando por varios penales. La tuberculosis, sin embargo, acabó con su vida en 1942 en la prisión de Alicante. Entretanto, el destino de la mayoría de los escritores del 27 fue el exilio. Poeta y luchador Se dice que la obra de Hernández trasunta un hondo sentido de la tragedia y una alta sensibilidad apoyadas en las formas líricas españolas tradicionales. Sus poemas tratan sobre todo del amor, la muerte, la guerra y la injusticia, temas que conoció y experimentó con intensidad. Hay quienes sostienen que Hernández no es en rigor hombre del 27, pero hay también quienes lo consideran “el genial epílogo del Grupo”. A cien años de su nacimiento, su tragedia personal –como la de su amigo García Lorca–, debe unirse con la que vivió toda España atenazada, desde ambos bandos de la guerra por la furia fascista y la traición del stalinismo, que facilitó la victoria de Franco. Sigue planteada la lucha de los trabajadores, campesinos y artistas por acabar realmente con la herencia de Franco, ligándola ahora a las huelgas y movilizaciones contra el ajuste de gobiernos antiobreros como el de Zapatero. Hasta lograr una España verdaderamente socialista, como lo quisieron Hernández y tantos otros que dieron su vida en la guerra contra el franquismo. Sus obras y el rescate de SerratSu primera colección de poemas fue ́Perito en lunas` (1933). Posteriores son los sonetos de corte clásico como ́El rayo que no cesa` (1936). Durante la guerra compuso ́Viento del pueblo` (1937) y ́El hombre acecha` (1938), y en la cárcel, dio forma definitiva a ́Cancionero y romancero de ausencias` (1938-1941), en el que cuenta el amor hacia la esposa e hijos, narra la soledad del prisionero y asume las consecuencias de la guerra. La obra poética fue recogida y musicalizada por Joan Manuel Serrat, cuando el franquismo comenzaba a agrietarse. En 1968, el cantautor catalán se negó a representar a Televisión Española en el Festival de Eurovisión porque el franquismo le prohibió cantar la canción ganadora (“La, la, la”) en su idioma original, el catalán. Desde entonces fue vetado en muchos medios. En 1972 editó un disco que homenajeó a Miguel Hernández, con canciones tales como ́Para la libertad, Menos tu vientre, Umbrío por la pena, Elegía, Nanas de la cebolla, Llegó con tres heridas`. En 1975 proclamó en México su repulsa hacia los últimos fusilamientos de la dictadura franquista, razón por la que se le impidió volver a España hasta 1976, después de la muerte del dictador. Serrat puso música a otros poemas de Hernández en su último CD: ́Canción del esposo soldado, Cerca del agua, Dale que dale, El hambre, Si me matan, bueno, Tus cartas son un vino y Uno de aquellos` -este último está dedicado a los brigadistas internacionales que lucharon en la guerra civil española-, entre otros. Elegía Primera |
||||
|
|||||
Izquierda Socialista en Internet: |
|||||