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Escribe:
José Castillo
La inflación se come nuestros ingresos
¡Hay que unificar la lucha por aumento salarial!
Ya estamos en plena discusión salarial de 2011. Nadie se acuerda de los pisos planteados por el gobierno: los reclamos arrancan del 30% para arriba. Pero los burócratas sindicales le están garantizando al gobierno que no haya planes de lucha ni, mucho menos, unificación de los reclamos
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Esta semana paran los profesionales de la salud en casi todo el país (Fesprosa), incluídos los 77 hospitales de provincia de Buenos Aires. En Santa Fé lo hacen por 24, 48 y 72 horas por un básico de $ 5.000. En esa provincia paran también docentes universitarios reclamando un básico de $5.500 |
A mediados de febrero, 15 gremios vinculados al rubro de la Alimentación fijaron como eje reclamar 4.000 pesos de sueldo básico para la categoría más baja (lo que implicaba de hecho un reclamo de aumento del 33%). El sindicato de los aceiteros logró, desde enero pasado, un básico de 5.000 pesos. Esto disparó los reclamos de los trabajadores de los otros gremios del Puerto San Lorenzo, que, tras su lucha, consiguieron plus salariales que llevaron sus básicos a valores de entre 3.900 y 4.800 pesos, aclarándose que estos aumentos son previos e “independientes” de lo que luego se obtenga en las paritarias. El año pasado, la mayoría de los gremios terminaron arreglando entre el 25 y el 30%. Es evidente que la inflación de 2010 fue mayor a la de 2009 y hoy los reclamos deben ser sustancialmente mayores.
La dispersión salarial entre el sector privado y el sector público, los trabajadores bajo convenio y los terciarizados, y aún entre diferentes sectores, es enorme. Esto abre el interrogante de qué exactamente reclamar. Es evidente que lo que unifica a todos es la feroz inflación del año pasado, de entre el 25 y el 30% en términos generales, pero muy arriba del 40% en los artículos de la canasta familiar. Y el hecho de que el primer trimestre de 2010 ya “vino” con nuevos aumentos.
Un primer reclamo es, en ese marco, que ningún trabajador gane menos que la canasta familiar, calculada alrededor de 5.000 pesos. Muchos trabajadores no llegan a ese valor y ése es entonces el reclamo elemental para no tener salarios de miseria. A esto hay que complementarlo con que, para todos aquellos trabajadores que, producto de sus luchas anteriores, ya han alcanzado este monto, se debe reclamar un porcentaje de aumento similar a la suba de los alimentos en 2010, calculada en un 40%. Estos dos ejes deben ser complementados con la exigencia de que cualquier acuerdo que se firme se haga por seis meses, con cláusulas de reapertura, para que los salarios se indexen de acuerdo al real aumento del costo de vida.
A todo esto tenemos que sumarle el reclamo de la anulación del impuesto a las ganancias para los salarios. Es realmente vergonzoso que cada día más trabajadores queden “atrapados” y se le descuente “ganancias”, cosa que hoy sucede con un millón y medio de trabajadores.
La pelea por la recomposición salarial de 2011 ya ha comenzado. Varios gremios ya salieron a luchar. Otros lo harán en las próximas semanas. Lamentablemente, la CGT y la CTA de Yasky mantienen a rajatabla su pacto con el gobierno, no moviendo un dedo para unificar los reclamos, mientras que el sector De Micheli, en los gremios donde tiene influencia, no pasa de planteos retóricos generales, sin lanzar tampoco plan de lucha alguno.
Hay disposición para la lucha, hay conciencia de que los empresarios ganaron millonadas y que plata hay. Se impone entonces exigir que se reabran todas las paritarias y que los trabajadores no seamos convidados de piedra, participando con delegados electos por la base en asambleas. Con planes de lucha reales por gremio y unificados en un reclamo único nacional, es una pelea que se puede ganar.
¿Quién lo dijo?
“Espero que este proceso que está llevando adelante Dominique Strauss Khan pueda seguir avanzando: de convertir al FMI en un organismo que contemple el conjunto de las misiones y no sea el brazo ejecutor del Consenso de Washington” (Clarín, 20-2). Estas palabras bien podrían adjudicárseles a Macri o a Duhalde. Sin embargo, pertenecen a Amado Boudou, el actual ministro de Economía que viene de la cantera de la Ucede de Alsogaray, devenido kirchnerista. Sus declaraciones no pueden haber sido más “oportunas”.
Mientras en Europa los gobiernos aplican las recetas del FMI con despidos, recortes salariales, aumento de la edad jubilatoria y privatizaciones -enfrentadas duramente por los trabajadores y el pueblo como la última gigantesca huelga general en Grecia la semana pasada-, Boudou no tuvo mejor idea que halagar a ese organismo internacional. El ministro se presenta para la tribuna como “nacional y popular”, pero elogia al FMI y se apresta a pagarle 9.000 millones de dólares al Club de París.
Pagos deuda externa: Los Kirchner siguen batiendo récords
En el canje de 2005, Néstor Kirchner “creó” un nuevo bono que se indexaba según el crecimiento de la economía. Se lo conoce en la jerga de los especuladores como el “cupón PBI”. Si la economía crece más que un cierto porcentaje, los poseedores del bono son “premiados” con un pago extra.
El monto no es menor: los argentinos deberemos pagar por este concepto en 2011 nada menos que 10.000 millones de pesos. Para los pulpos es un gran negocio. Tanto que ese cupón se convirtió en el favorito de las cotizaciones de la bolsa de Buenos Aires. Los diarios financieros del establishment mundial lo “recomiendan” a sus clientes, ya que es un negocio redondo.
La deuda externa argentina es una bola de nieve imparable, no sólo por su monto total. Todos los gobiernos de los últimos treinta años han creado estos mecanismos “específicos” para favorecer a los especuladores y generarles así superganancias. Los Kirchner, a pesar de todo su palabrería sobre el “desendeudamiento”, no han sido la excepción.
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