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EditorialNo estábamos blindadosDurante todo el período electoral el gobierno se la pasó diciendo que estábamos “blindados”, que de ninguna forma nos iba a afectar la crisis mundial. Es más, el ministro Boudou (ahora vicepresidente electo), afirmaba que en el supuesto modelo de “redistribución de la riqueza” kirchnerista, “lo mejor estaba por venir”. Analicemos que está sucediendo ahora: el gobierno ganó con el 54% de los votos y a partir de diciembre tendrá mayoría en ambas cámaras del Congreso. ¿Para qué está usando su fortalecimiento electoral? Lamentablemente lo tenemos que decir con todas las letras: detrás de un doble discurso donde sostiene que “se trata de sacarles los subsidios a los ricos para mantenérselos a los pobres”, está preparando un tarifazo al pueblo.
Es que este gobierno, diga lo que diga, le va a seguir garantizando superganancias a las grandes empresas multinacionales. Durante todos estos años les subsidió la luz, el gas y el agua, además de otorgarles un sinnúmero de privilegios y exenciones impositivas. Ahora, cuando esas empresas trasladen los mayores costos de esos servicios al precio de venta, ¿les va a aplicar control de precios o a prohibírselos usando la ley de abastecimiento? Más allá de palabras rimbombantes nunca lo hizo hasta ahora, de la misma forma que con las decenas de miles de millones de subsidios financió los multimillonarios ingresos de las empresas privatizadas. El aumento de tarifas, junto con el resto de los incrementos que se están dando en estos días -se autorizaron aumentos del cable, prepagas, taxis y otros servicios privados- van a significar un nuevo impacto en el bolsillo del pueblo trabajador. Que se sumará al incremento de todos los productos de consumo popular, que ya suman un valor de la inflación real para 2011 (no la falsificada del INDEC) de entre el 25 y 30%. Lo que ha obligado a que por primera vez Cristina mencione la palabra “inflación” y reconozca que es un problema. Pero a renglón seguido la presidenta sostuvo que los aumentos salariales ya no van a ser como antes, anticipando que no se aceptará ninguna negociación que supere el 18% en las paritarias, y embistió nuevamente contra los trabajadores que reclaman. El gobernador Scioli se negó a aumentar a los docentes de la provincia de Buenos Aires y el ministro Tomada no homologa el convenio de los trabajadores rurales por el 35%. Una clara señal de “hacia donde va el gobierno”.
¿Por qué sucede todo esto? ¿Por qué este vendaval de medidas? Todas tienen un hilo común: “achique del monto de subsidios”, “achique de la plata que va para Aerolíneas”, “achique del monto que va para salarios”. Pusimos la palabra “achique” a propósito, para hacer pensar al lector: en la historia argentina de las últimas décadas esto se llama y se llamó “ajuste”. Es que el tablero de la economía argentina tiene las luces amarillas encendidas: hay serios problemas de caja. La bonanza de los años anteriores (con el precio por las nubes de la soja, por ejemplo, o con las ventas millonarias de automóviles a Brasil), permitían que se disimulara que se estaban destinando millonadas a bancarles las ganancias a los grandes pulpos, vía subsidios, exenciones impositivas o pagos en efectivo de deuda externa. Hoy eso se acabó: hay una fuertísima fuga de capitales (2.000 millones de dólares por mes), provocada por la exigencia de las casas matrices de las transnacionales de repatriar utilidades ante la crisis mundial, el precio de la soja cae, las ventas de autos a Brasil también y, encima, como acaba de trascender, la publicitada reunión Obama-Cristina tuvo como centro el “apriete” del imperialismo para que el gobierno argentino pague la deuda con el Club de París y los fallos desfavorables en el Ciadi (Tribunal Internacional del Banco Mundial).
Todo esto hace más vigente que nunca lo que desde el Frente de Izquierda vinimos sosteniendo durante toda la campaña electoral. Cuando denunciábamos que, más temprano que tarde, la crisis llegaría a la Argentina. Y a partir de ahí nuestras propuestas con medidas de fondo: aumento de salarios al valor de la canasta familiar, 82% para los jubilados, ningún tipo de tarifazo, reestatización de las privatizadas, nacionalización de la banca y el comercio exterior para terminar con la fuga de capitales, y suspensión de los pagos de la deuda externa para invertir esos fondos en las necesidades populares y resolver los problemas de fondo, entre otras. Ahora, en lo inmediato, la tarea es no sólo prepararse para enfrentar y rechazar el tarifazo que se viene, sino también pelear por un aumento salarial de emergencia antes de fin de año, por la derogación del mínimo no imponible y por la reapertura de las paritarias sin piso ni techo. Porque, como también venimos sosteniendo desde el Frente de Izquierda, la crisis no la debemos pagar los trabajadores, sino aquellos que la generaron y se enriquecieron con ella. Hugo Moyano reclamó 2.500 pesos para fin de año -solo para Camioneros-, y la suba del mínimo no imponible del vergonzoso impuesto a las Ganancias que pagan los salarios. Pero no convoca a ninguna medida de fuerza unificada para arrancar un aumento de emergencia para todo el movimiento obrero. Llamamos a que pase de sus dichos a los hechos y apoye las luchas en curso. Mientras tanto, hay que reclamar asambleas y cuerpos de delegados para impulsar esos reclamos. Trabajadores rurales: El gobierno les niega el aumentoLos Kirchner se la pasaron desde 2008 afirmando que estaban “contra la oligarquía”, “los millonarios de la soja” y “los grandes terratenientes”. En el conflicto de la 125, incluso sacaron a relucir la situación de superexplotación en que se encontraban los trabajadores rurales. Pero ahora, que el sindicato UATRE a cordó con las patronales un aumento del 35% para los peones, el Ministerio de Trabajo se niega a homologar ese convenio, aduciendo que el aumento es “exagerado”. Quieren que ese porcentaje no quede como antecedente en las futuras negociaciones par itarias poniéndose del lado de las patronales del campo. ¿En qué quedamos? |
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