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Quién fue Carlos SoriaEl ex gobernador de Río Negro asesinado por su esposa fue uno de los hombres de mayor confianza de José Luis Manzano, Menem y Duhalde. En 1994, cuando el criminal de guerra nazi Erich Priebke -responsable de más de 300 asesinatos en las Fosas Ardeatinas durante la Segunda Guerra Mundial- fue descubierto en Bariloche, Soria defendió a su compañero de almuerzos y logró que, en mayo de ese año, Menem dijera: “por opiniones que recibo, pareciera que Erich Priebke es una buena persona”. Unos años después, cuando Videla fue detenido por el robo de bebés, puso en duda públicamente que existiera un plan de apropiación de los hijos de desaparecidos durante la dictadura. En los ´90 fue designado ministro de Justicia y Seguridad de la provincia de Buenos Aires. Lo primero que hizo fue hacer público su apoyo a los “Sin Gorra”, los policías bonaerenses echados en las grandes purgas después del asesinato de José Luis Cabezas. En 2002, cuando Eduardo Duhalde asumió la presidencia, eligió a Soria para dirigir la SIDE. Como secretario de Inteligencia fue, junto a Juan José Álvarez y Alfredo Atanasof, el gestor de la operación represiva del 26 de junio de 2002 en Avellaneda que asesinó a Kosteki y Santillán. En sus informes hablaba de la existencia de una “nueva amenaza subversiva” que debía ser “neutralizada”. En el juicio por la masacre del Puente Pueyrredón declaró diciendo: “Éste era un caso testigo porque por primera vez todas las organizaciones sociales se ponían de acuerdo. No lo podíamos permitir. La democracia funciona con orden”. Este es el personaje con quien tejió alianzas el kirchnerismo. ¿Y la mujer?El hecho de que todavía la esposa de Soria no esté presa a pesar de estar sindicada como autora de homicidio doloso, solo se explica por ser la ex mujer de una familia poderosa que cuenta con suficientes lazos con la justicia y el poder de turno para que siga todavía en la impunidad. Probablemente la detengan, obligados por el escándalo. Pero hasta el día de hoy sigue en libertad. Mientras, las cárceles están abarrotadas de gente humilde, la gran mayoría sin condena. |
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