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Escribe:
Malena Zetnik
Justicia por Marita Verón
La lucha inclaudicable de la madre de Marita Verón, Susana Trimarco, puso al descubierto a la inmensa red de trata de mujeres y niñas para la explotación sexual en nuestro país. Tras varios pedidos de nulidad, la semana pasada comenzó el juicio a 13 imputados por el secuestro de su hija, quien no ha sido encontrada hasta el momento.
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La madre de Marita, Susana Trimarco, en su lucha incansable por el castigo a los culpables |
La mañana del 3 de abril de 2002, María de los Ángeles Verón -“Marita”-, salió de su casa para atenderse en un hospital en la ciudad de Tucumán. Pero nunca regresó. Tenía 23 años, una hija de 3 y estudiaba licenciatura en Bellas Artes. Al pasar las horas sin noticias, comenzó la búsqueda de Susana Trimarco y Daniel Verón -padre de la joven-. Hicieron la denuncia y luego ellos mismos siguieron rastros con amigos y familiares hasta que alguien le sugirió a Daniel que Marita había sido secuestrada por una red de trata de mujeres. En su búsqueda, su madre llegó a recorrer prostíbulos de todo el país haciéndose pasar por prostituta para encontrarla. Aunque no lo logró, sí pudo liberar a cientos de mujeres del calvario y poner al descubierto un inmenso negocio que no podría funcionar sin la complicidad de la policía, empresarios, jueces y gobiernos. Incluso en 2008 logró que el tema llegase al Congreso y se aprobó una resistida Ley de Trata de personas (ver recuadro), que igualmente hoy sigue siendo casi inocua para el negocio.
El juicio
Diez años más tarde del secuestro -que estuvieron llenos de amenazas, intentos de asesinato, la muerte del propio Daniel Verón, pero también una incansable búsqueda de la verdad-, llega el juicio a trece personas procesadas por privación de la libertad, trata de personas y promoción de la prostitución. Hay 150 testigos propuestos y, entre ellos, prestarán su testimonio una decena de las jóvenes rescatadas. Sin embargo, no serán juzgados por la Ley de Trata, ya que se aprobó en 2008, seis años después de la desaparición de la joven.
Según relata el expediente judicial, Marita fue interceptada en la calle y subida a un remis de una empresa vinculada al entonces vicegobernador Juri. Luego la trasladaron a domicilios en la ciudad de Tucumán y Yerba Buena. Allí, Daniela Natalia Milhein y Andrés Alejandro González la tuvieron privada de su libertad. Luego la enviaron a la ciudad de La Rioja para explotarla sexualmente en los cabarets llamados Candy, Candilejas y El Desafío, donde María Azucena Márquez, Lidia Irma Medina, José Fernando González “El Chenga”, Carlos Alberto Luna, Humberto Juan Desobertis, Mariana Natalia Bustos, el policía riojano Domingo Pascual Andrada y Cynthia Paola Gaitán la tuvieron en cautiverio.
También en la causa hay un testimonio de una chica que se escapó y dijo que había visto a Marita junto a varios de los acusados. De la causa surgen rutas de trata entre Tucumán y La Rioja, entre Tucumán y Río Gallegos, entre La Rioja y Santa Fe, entre La Rioja y Córdoba, y entre La Rioja y España. Pero, llamativamente, varias líneas de investigación que se fueron abriendo no se indagaron.
Hoy Marita Verón representa a miles de mujeres de todo el país como Florencia Penachi, Érica Soriano y Fernanda Aguirre, que desaparecen todos los días de sus hogares. Pero también a otras tantas mujeres y niñas pobres que son engañadas y quebradas. Como ya se demostró con el caso Martins, dueño de importantes prostíbulos en Argentina y México y amigo personal de Macri y el juez kirchnerista Oyarbide, los tratantes son los mejores amigos del poder. Por eso le decimos a la presidenta Cristina de Kirchner, que anunció con bombos y platillos la prohibición del rubro 59 de los diarios, que las medidas cosméticas sólo maquillan la impunidad. Para terminar con la trata hay que ir a fondo, para desarmar el millonario negocio de policías, jueces, empresarios y el gobierno.
¿Qué representa la trata de personas?
En la actualidad, el negocio de la trata de personas es el tercero más rentable de los negocios ilegales del mundo, después de la venta de armas y la de drogas. Dentro del mismo, la trata para la explotación sexual de mujeres, niñas y niños ocupa el porcentaje más relevante (80%), pues implica una ganancia constante de dinero, sin inversión previa y con generación inmediata de divisas a través de la explotación.
En Argentina, el caso de Marita Verón fue el primero en sacar a la luz una inmensa red en la que se supone que están secuestradas miles de mujeres. Se estima que 600 de ellas son capturadas cada año a través de la “trata dura” o rapto. Sin embargo, son muchas más las que forman parte de la “trata blanda”, es decir, mujeres engañadas con promesas de mejor trabajo y que poco a poco se las va quebrando para que terminen en situación de explotación sexual, cortándole el vínculo con sus amigos y familias. Entre todas suman más de 40.000 mujeres secuestradas.
Si bien en 2008 fue aprobada una ley contra la trata de personas gracias al caso Verón, los compromisos de diputados y senadores con el negocio presionaron para que la misma fije penas de solo tres años a los secuestradores. Y, además, en el caso de las mujeres mayores de 18 años, tienen que ser ellas quienes demuestren que están encerradas en contra de su voluntad. Esto es casi imposible en la práctica, si se considera la situación de vejación, amenaza, captura psicológica y desamparo en el que se encuentran estas mujeres. Por eso, reclamamos la derogación de esa ley y que se sancione otra en donde sean los proxenetas los que tengan que demostrar su inocencia, invirtiendo la carga de la prueba.
M.Z.
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