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EditorialEl discurso y el malhumor socialEl discurso de Cristina Kirchner en el Congreso al inaugurar las sesiones el pasado 1° de marzo mostró a los cuatro vientos cuál será su política para los próximos meses. Habló de las “bondades” del modelo (con cifras falsas que saca del INDEC intervenido) y se despachó en forma desencajada contra los docentes, quienes, con su esfuerzo, sostienen la educación pública en forma cotidiana. La presidenta fue contundente en lo que dijo y en lo que no. Defendió a rajatabla la megaminería contaminante y el deplorable sistema ferroviario con subsidios millonarios para sostener las ganancias de empresarios privatizadores como TBA. Se esperaba que tomara alguna decisión en el camino de “recuperar YPF” (como anunciaban afiches callejeros) o en terminar con leyes financieras de la dictadura. Nada de eso ocurrió.
Los celulares y Facebook explotaron con las frases de docentes indignados. Lo mismo está pasando con la masacre de Once, donde reina la impunidad. ¿Por qué la presidenta dijo lo que dijo? ¿Está mal asesorada? No. Lo que ocurre es que ella y el gobierno escondieron muy bien, durante la campaña electoral, que iban a tener que aplicar un ajuste contra el pueblo para adecuarse a los efectos de la crisis capitalista mundial. Dicho de otra manera: como la torta se achicó (porque se exporta menos y las ganancias patronales bajan), en el reparto sólo se van a seguir beneficiando los grandes empresarios, las multinacionales, los banqueros y usureros internacionales. Y para ello el gobierno empieza a aplicar la misma receta que aplican los gobiernos patronales en otras latitudes: que la crisis la paguen los de abajo.
Cristina Kirchner logró un 54% de votos porque millones creyeron que iban a estar mejor en su nivel de vida. Pero ahora se encuentran con la sorpresa que el gobierno, a poco de asumir, centra sus cañones contra el pueblo trabajador. Esto es lo que explica el ataque de la presidenta a los docentes, la defensa de la megaminería o que no caiga TBA. Temerosos de la reacción popular, han decidido llevar a cabo un ajuste gradual, con tarifazos “en cuotas” y techos salariales, manteniendo el robo de las privatizadas, pagos de la deuda y el saqueo de los recursos naturales como en décadas pasadas. Todo en desmedro del salario, los presupuestos de salud y educación y de cualquier otra concesión que, tal vez, sus votantes esperaban recibir después de aportar al triunfo oficial obtenido en las urnas.
A esto se le suma la gran preocupación por la inflación, las subas de tarifas y del transporte que vendrán, y por la represión a las manifestaciones, mientras Ricardo Jaime sigue en libertad y el vicepresidente Boudou está empantanado sin poder explicar por qué usa el cargo de funcionario público para favorecer negocios privados de sus amigos en desmedro del Estado. Se dice que la popularidad de la presidenta cayó. Esto según quién mide. Si se trata de Página12 o 6,7,8, la imagen se mantiene o incluso crece. Si es Clarín, baja considerablemente. Pero el malhumor social no se mide sólo con encuestas, sino con la cruda realidad. El parazo total de la docencia -el primero de CTERA a este gobierno y el primero después de más de dos décadas (el último por salario fue en 1988)- mostró el gran descontento entre los educadores. Pararon por el salario y contra los dichos de Cristina Kirchner. Miles pasaron de la preocupación a la bronca. Es lo que sienten los pueblos del interior que se movilizan contra la megaminería mientras Cristina la defiende. Otros tantos no se explican cómo puede ser que la presidenta sostenga aún al empresario Cirigliano. O que se pelee con Macri por desprenderse del subte, cuando lo que se debería discutir es cómo se mejora el servicio reestatizándolo, no quién aumenta primero la tarifa en beneficio de Metrovías (propiedad de Benito Roggio).
Llamamos a la más amplia unidad para pelear por los derechos más sentidos de los trabajadores y el pueblo, como el de tener un salario digno equiparable a la canasta familiar. Todos tenemos que apoyar la lucha de los docentes. Y a la del resto de los trabajadores en las paritarias. Exigiendo que se elimine el impuesto a las Ganancias. Se termine con el trabajo en negro y tercerizado. Moyano viene criticando al gobierno, pero no propone ninguna medida de lucha. Mientras apoyamos los reclamos salariales, exijamos a Moyano y a la CGT que convoquen y preparen un paro nacional y un Plan de Lucha por un aumento salarial de emergencia y por paritarias sin condicionamientos. El triunfo de los trabajadores de Santa Cruz al derrotar la ley de ajuste del gobernador Peralta es un gran incentivo. A su vez, hay que seguir apoyando a los familiares, ferroviarios y distintas organizaciones que reclaman castigo a los verdaderos responsables de la masacre de Once, que se vaya TBA (no solo Schiavi) y los trenes pasen a manos del estado bajo control de trabajadores y usuarios. También hay que sumarse a las movilizaciones de los pueblos que luchan contra la megaminería contaminante, en defensa del agua, la tierra, la vida. Tomando el 24 de marzo en nuestras manos, para plantear que se termine con la impunidad de ayer y de hoy. En el camino de luchar por otro modelo económico, al servicio de los trabajadores y el pueblo. |
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