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EditorialEl PJ crujeEn una semana la presidenta usó tres veces la cadena nacional. Demasiado, ¿no? ¿Dónde habrá quedado “la pluralidad de voces” de la Ley de Medios? El uso abusivo de los medios de comunicación tiene una explicación: mantener una ofensiva mediática para encubrir que empezó un nuevo ciclo, en el que tiene que aplicar un ajuste contra los trabajadores y el pueblo, y descargar las consecuencias de la crisis capitalista mundial sobre sus espaldas. Años atrás, el gobierno apelaba a la Asignación por Hijo, a los planes Argentina Trabaja o a “cajitas felices” (algunas sumas fijas) a fin de año. Pero las arcas están en rojo, la torta se achicó y su única aspiración hoy pasa por poder pagar puntualmente la deuda externa y seguir subsidiando a las patronales. A todo esto se desató una feroz interna en el PJ: Cristina versus Scioli. Y se rompió la CGT. En momentos donde las luchas obreras y populares no ceden y los problemas de fondo se acentúan: inflación, bajos salarios, amenaza de recesión económica, desastre en el transporte, robo de las privatizadas, asfixia por la deuda externa, inseguridad, etcétera.
El gobierno nacional embiste contra el gobernador Scioli (aliado del kirchnerismo de la primera hora) recordando las viejas peleas a las que nos tenía acostumbrados el bipartidismo. Pero ahora las movidas de piso son entre políticos del mismo palo, quienes se dicen del mismo “proyecto” y defienden “el mismo modelo”. Encima, entre dos presidenciables: Cristina (si logra modificar la Constitución para su re-reelección) y Scioli (quien anunció hace poco su vocación de presentarse en 2015). Las causas de esta crisis son esencialmente dos. Una, ya no hay “plata para todos” como antes. Ni para los gobernadores, intendentes o burócratas sindicales. La crisis mundial y del “modelo” lo impiden. Dos, Cristina quiere favorecer dentro del peronismo a su sector económico (la famosa “burguesía nacional” de los Lázaro Báez, Cristóbal López, los Spolsky, además de banqueros y multinacionales que siguen haciendo fabulosos negocios); a su sector político (La Cámpora, Guillermo Moreno y los movimientos sociales como el Evita) y burocrático (apoyándose en los Gordos de la CGT, a quienes recibió pomposamente en La Rosada, y los Yasky). Todo teñido por la sucesión presidencial. El kirchnerismo casi intervino la provincia de Buenos Aires. Quiere ir “esmerilando” la imagen de Scioli, desplazándolo de las listas en las legislativas del año que viene e ir licuando sus ilusiones presidenciales. Rencillas que, en el fondo, no representan dos “modelos” distintos. Uno “nacional y popular”, como supuestamente encarnaría el kirchnerismo, y otro que no gestiona y es parte de la “vieja política”, como el de Scioli. Ambos gobernaron juntos en todos estos años. Recordemos cuando Kirchner y Scioli fueron candidatos testimoniales y manejaron a gusto y piacere los lazos con los corruptos barones del conurbano. Cristina y Scioli coinciden en que hay que aplicar un ajuste para pagar la deuda externa. Ocurre que la presidenta quiere hacerle pagar el costo político al gobernador, mientras ella se encarga de justificar el ajuste nacional -como lo está haciendo con el impuesto al salario, el no pago de las asignaciones familiares u obligando a ajustar en las provincias-, haciéndolo pasar como el camino obligado ante la crisis mundial. Donde su provincia, Santa Cruz, es un caos, con estatales y policías en lucha por salarios dignos.
La pelea en la CGT -entre la presidenta apoyada en personajes nefastos como Lescano, Gerardo Martínez o Cavalieri, y Moyano, quien vino tejiendo un matrimonio por conveniencia en estos años con el oficialismo- acaba de estallar. Se fracturó, surgiendo una Central burocrática opositora encabezada por el camionero. La ruptura de Moyano y su sector es parte de la crisis en la cúpula del PJ. Cobijado bajo el ala de Néstor Kirchner, Moyano logró un importante poder en estos años y muchos privilegios. Empezó a criticar al gobierno ante las deuda de 15.000 millones de las obras sociales (que el gobierno se aprestaría a manotear) y ante el desplazamiento de su sector en las listas del PJ en las pasadas elecciones, donde se dio oxígeno a La Cámpora, a pesar que Moyano era vicepresidente del PJ bonaerense. Por eso Moyano no es ajeno a la interna del PJ. Cuando trascendió que Scioli se podría presentar en 2015, lo apoyó. Moyano rompió con el kirchnerismo pero llama a los trabajadores a seguir siendo parte de alguna variante patronal peronista. El mismo peronismo que se viene reciclando con distintas variantes para seguir gobernando para los de arriba. Con Isabelita en los 70, Menem en los 90 y ahora con un doble discurso “progresista”, mientras el grueso de la torta se la siguen llevando “en pala” un puñado de grandes empresarios, como lo reconoció Cristina. La crisis política se refleja en que Moyano llamó a “repensar el voto” en las legislativas del año que viene. Alguna vez se preguntó “¿por qué no un trabajador en la Casa Rosada?”. Alguien de su riñón aclaró: “siempre los dirigentes sindicales han participado en política”. ¡Pero dentro del mismo partido patronal que es el PJ! Está bien que los trabajadores hagan política, pero al servicio de sus propios intereses, no en partidos que usan a los trabajadores como “columna vertebral”, mientras terminan gobernando para los capitalistas que los explotan a diario. El peronismo es un movimiento patronal de conciliación de clases que abandonó hace tiempo sus limitadas posturas nacionalistas, transformándose en un partido aliado de las multinacionales. Ninguna de sus variantes son salida. La clase obrera no puede convivir con patrones. Tiene que ser independiente de cualquier variante patronal. No es cierto que “si le va bien a los empresarios también les va a ir bien a los trabajadores”, como dicen Cristina, Scioli o Moyano a pesar de sus diferencias. En estos años le fue muy bien a las multinacionales y banqueros, pero a los trabajadores no. Ni siquiera recuperaron los valores salariales o de equidad comparando con los años 90.
Ni Cristina ni Scioli son salida. Tampoco los consejos políticos de Moyano. Los trabajadores deben confiar en sus propias fuerzas, impulsar un programa de lucha y de gobierno, obrero y popular, y construir su propia herramienta política. Lo mismo en el terreno sindical. Hay que luchar por sindicatos autónomos del gobierno y del Estado, con nuevos dirigentes al servicio de las luchas y que practiquen la democracia sindical. La salida pasa por unir a los que luchan y a la izquierda en una alternativa política al servicio del pueblo trabajador. El Frente de Izquierda el año pasado dio pelea electoral superando el intento de proscripción, logrando más de 600.000 votos y así pudo renovar la banca de Liliana Olivero en Córdoba y conquistar la primera en Neuquén. El FIT tuvo después el desafío de seguir postulándose. Así lo hizo en el acto más importante que hubo el 1° de Mayo en Plaza de Mayo, llamando a Moyano y a la CGT -en boca de nuestro dirigente “Pollo” Sobrero- a un paro y plan de lucha nacional. Y a bregar por más unidad de la izquierda, para enfrentar tanto al gobierno como a la oposición patronal de los Binner, Alfonsín, Macri, y a las medias tintas de la centroizquierda de Pino Solanas. Llamamos a los luchadores a sumarse a nuestro partido, Izquierda Socialista, para seguir apoyando las luchas, al sindicalismo combativo y fortalecer al FIT, en el camino de ir construyendo una nueva dirección sindical y política del movimiento obrero. |
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