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17/11/1972: luego de 17 años de exilioHace 40 años volvía PerónUn avión charter de Alitalia trasladó a Perón y una comitiva de 150 personas de distintos ámbitos, como la política, la cultura o el deporte, desde Madrid a Ezeiza. Se volvió 27 días después, luego de terminar de anudar personalmente el "Gran Acuerdo Nacional" con el radical Balbín y el dictador Lanusse.
En 1955, un golpe militar proyanqui apoyado por los radicales, la Iglesia católica y gran parte de la burguesía (y también el Partido Comunista y los “socialistas” reformistas), derrocó al gobierno nacionalista burgués. Se instaló una dictadura sangrienta y represiva, que intervino a la CGT y los sindicatos, e ilegalizó al peronismo. Perón inició un largo exilio. De la Resistencia al Cordobazo Los trabajadores, mayoritariamente peronistas, se fueron reponiendo de la derrota del 55. Desde 1957 la dictadura de Aramburu y Rojas fue reabriendo mecanismos electorales. En 1958, la “orden” de Perón fue votar para la presidencia al dirigente de la Unión Cívica Radical Intransigente, Arturo Frondizi. Rápidamente, el seudo “antiimperialista” se sacó la careta, entregó el petróleo, abrió la educación a los curas y los empresarios, y puso en marcha un ajuste antiobrero, con inflación y caída de los salarios. El año 1959 se inició con la gran huelga contra la privatización del frigorífico Lisandro de la Torre, que fue derrotada con el ejército. Los grandes gremios salieron a la lucha, pero Frondizi respondió con el Plan Conintes y más represión. Luego del breve interregno del gobierno del radical Illia, elegido por el 20% del padrón y con el peronismo proscripto, en junio de 1966 volvió una dictadura militar. El general Juan Carlos Onganía tuvo la bienvenida de la cúpula sindical y política del peronismo, incluyendo a su líder. A pesar de las capitulaciones de sus dirigentes, el movimiento obrero y los estudiantes seguían recuperándose. En mayo de 1969 protagonizaron en Córdoba una semi insurrección que entró en la historia como el “Cordobazo”. Onganía quedó herido de muerte, y su reemplazante, el general Levingston, fue corrido por el “segundo Cordobazo” y los distintos “azos” que sacudían al país. Así, llegó a encabezar la presidencia de facto el general Lanusse. “Perón vuelve”: ¿para qué? Durante años, los heroicos luchadores obreros que enfrentaron a la “libertadora”, a Frondizi, a Illia y luego a Onganía, pintaron en las paredes miles y miles de veces “Perón vuelve”. Hubo un intento fallido en 1964, cuando tuvo que volverse a Madrid desde Río de Janeiro. También se pintó “luche y vuelve”. Medio en serio, medio en broma, a veces susurrando, se hablaba en aquellos años de que venía en “el avión negro”... Era el anhelo del pueblo peronista. La corriente trotskista que encabezaba Nahuel Moreno, que luchó codo a codo junto a los trabajadores contra el golpe gorila en 1955, exigió desde entonces no solo la libertad de los presos políticos, sino también la legalidad del peronismo y el pleno derecho de su líder a volver y actuar en política. Luego del Cordobazo, el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)-La Verdad, comenzó a analizar el viraje de 180 grados que el ascenso revolucionario estaba provocando en el conjunto de las fuerzas patronales y políticas (incluyendo al peronismo) y del régimen de la dictadura militar. En 1971-72 Lanusse y los dos principales partidos patronales, peronistas y radicales, junto a otras fuerzas menores, como Frondizi, negociaban abiertamente una salida electoral, para canalizar con las urnas y las instituciones constitucionales ese ascenso revolucionario, y evitar nuevos y mayores “cordobazos”. Así surgió en 1971 “La Hora del Pueblo”, el agrupamiento político patronal con Balbín y otros, que Perón monitoreaba desde Madrid. Estaba en marcha el “gran acuerdo nacional” que impulsaba el propio general Lanusse, negociando abiertamente con el líder exiliado la institucionalización del peronismo y una “salida política”. Comenzó la convocatoria electoral, y preventivamente Lanusse puso una cláusula sobre el domicilio de los candidatos que impedía que Perón se presentara. Para sellar esta apertura política electoral, era necesaria la presencia directa del dirigente exiliado, que avalara personalmente los distintos pasos que se venían implementando. El abrazo con Balbín Muchos trabajadores peronistas honestos y luchadores, u organizaciones que se reivindicaban peronistas “combativos” o “revolucionarios”, en medio de la alegría del retorno, tenían la expectativa de que se produciría una multitudinaria movilización de bienvenida, que fortaleciera las luchas en curso y a todo el movimiento obrero. Nada de eso se produjo. Bajo la lluvia, los escasos trabajadores que se desplazaron por las suyas hacia el aeropuerto fueron quedando por el camino. La cúpula sindical y política del peronismo garantizó una pequeña comisión de recepción. Quedó la foto para la historia: el paraguas de Rucci protegiéndolo, y Perón flanqueado por su esposa Isabel Martínez y su secretario personal el siniestro López Rega. Tampoco se cumplió la expectativa de que Perón en el país sería una herramienta poderosa para debilitar a la dictadura de Lanusse y que barrería a la cúpula sindical corrupta. Más bien ocurrió todo lo contrario. Prácticamente no hubo contacto de su lider con los trabajadores que habían luchado sin descanso hasta lograr su regreso. Al día siguiente todo esto quedó bien claro. En la casa de la calle Gaspar Campos en Vicente López se reunieron con Perón los principales dirigentes políticos patronales, prácticamente todos ellos gorilas en el 55, y que habían formado La Hora del Pueblo. El símbolo de aquel “retorno” fue su abrazo con el máximo dirigente radical Ricardo Balbín. Este adelantó el regreso de un viaje para entrevistarse previamente y a solas con Perón, aunque finalmente llegó tarde, cuando los demás convocados estaban allí. De todos modos, Perón y Balbín se fundieron en un estrecho abrazo. Poco después se reunían esas cúpulas políticas en el restaurante Nino, para seguir negociando en secreto y entre ellos. El Polo Obrero y Socialista El PRT-La Verdad se estaba unificando con la Secretaría Coral del Partido Socialista Argentino, que daría nacimiento al PST. A lo largo de 1971-72 desarrolló actividades de afiliación en ocho provincias, y logró la personería electoral en junio de 1972. De inmediato lanzó un llamando, poniendo su personería al servicio de un frente obrero y socialista. Impulsaba ese llamado a la independencia política de clase en las fabricas, empresas y lugares de estudio, impulsando la lucha contra la dictadura y la patronal, y denunciando las capitulaciones de la burocracia sindical peronista, cómplice del gran acuerdo nacional de Lanusse, Perón y Balbín. El Secretariado Nacional del PSA (Secretaría Coral) decía respecto del viaje de Perón a fines de ese año que “Ve su regreso no como una concesión gratuita del gobierno, sino como una consecuencia de las grandes movilizaciones populares que, a partir del Cordobazo, han comprometido la estabilidad del gobierno surgido del golpe de junio de 1966”.* Ante la pasividad de la CGT, que se negó a movilizar hacia Ezeiza aquel 17 de noviembre, desde las páginas de Avanzada Socialista se reclamaba un plan de lucha y se brindaba solidaridad a los numerosos conflictos obreros. Y al mismo tiempo impulsaba en todo el país la postulación de candidaturas obreras y socialistas que enfrentarían a las distintas variantes patronales –en primer lugar el peronismo- en las elecciones convocadas para marzo de 1973.
* Avanzada Socialista Nº 38, 15/11/1972 Ultraizquierdismo al servicio del GAN*En aquellos años había una numerosa vanguardia ultraizquierdista. Una de las organizaciones que la fogoneaba era el maoísta PCR, abanderada de la consigna “ni golpe ni elección, revolución”. Así, desde una pose combativa, no denunciaban la maniobra política que encabezaban Perón y Lanusse y se negaban a levantar una alternativa en las elecciones convocadas para 1973. El 16 de noviembre, en la víspera del ansiado retorno de Perón, participaron de un acto de la “Fuerza Revolucionaria Antiacuerdista”, donde invocando una futura “revolución”, alentaban el abstencionismo, dejando el campo libre a las fuerzas patronales para captar el voto de los obreros. Otra organización, Política Obrera, venía en una insistente campaña “contra la guerra civil preparada por las FF.AA.”. y denunciaba como “electoralismo pequeñoburgués” a quienes respondíamos a los procesos reales de la lucha de clases y a la situación política nacional, dando una propuesta también en lo electoral. Y repentinamente dio una voltereta. Con el sorprendente argumento de que el retorno de Perón era “una victoria en toda la línea de la clase obrera”, llamó con entusiasmo: “¡Todos a Ezeiza!”, supuestamente para “concretar un Frente Antiimperialista”. Ese llamado a ir a Ezeiza que hizo el PO, sin al mismo tiempo plantear nada sobre el contenido político del regreso de Perón y alguna propuesta alternativa, fue un absurdo oportunismo.
* Avanzada Socialista Nº 39, 22/11/1972 |
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