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31 años de impunidadJuicio y castigo a los asesinos de Ana María Martínez
El 4 de febrero de 1982, después de regresar de su trabajo como operaria en la fábrica metalúrgica DEA de Carapachay, provincia de Buenos Aires, Ana María Martínez, militante del Partido Socialista de los Trabajadores (del cual proviene Izquierda Socialista), fue secuestrada a la vista de sus vecinos por unos agentes de la dictadura que la esperaron durante toda la tarde dentro de un “Falcon verde”, uno de los característicos autos que usaban por aquel entonces los “grupos de tareas” de los genocidas. Siete días después, su cuerpo, semienterrado, fue hallado por unos chicos en la localidad de Dique Luján. Ana, que estaba embarazada de varios meses, había sido asesinada de once balazos. Al día siguiente del hallazgo, el 12/2/1982, fue enterrada como “N.N. femenino” en el cementerio de Benavidez sin siquiera dar aviso a sus familiares, que desde el día de su secuestro luchaban por encontrarla con el apoyo del PST y organizaciones de derechos humanos. Tras innumerables gestiones, finalmente lograron recuperarla y enterrarla dignamente en el cementerio Parque de Mar del Plata, su ciudad natal que había tenido que abandonar intentando resguardarse de la persecución de la dictadura. Este 10 de noviembre, fecha en la que Ana debería estar festejando sus 62 años de edad, se realizó en General Pacheco una reunión en la que participaron familiares, amigos, compañeros de militancia, el doctor Pablo Llonto, abogado patrocinante de la causa abierta por este hecho, y distintas organizaciones de izquierda, entre ellas Izquierda Socialista. La reunión fue convocada con el objetivo de buscar testimonios que sirvan para el esclarecimiento de su secuestro y asesinato tendientes a enjuiciar y condenar a los culpables, y a su vez organizar actividades de homenaje y reivindicación de su personalidad y militancia. Se planteó la necesidad de recolectar todos los testimonios y elementos que puedan aportar sus compañeros, familiares, vecinos y amigos para afrontar el juicio con la mayor cantidad de pruebas posibles para individualizar a sus asesinos. Cada uno de los participantes relató sus experiencias de la época, las circunstancias que le tocaron vivir bajo la represión, las dificultades de la militancia, la clandestinidad, el tabicamiento en el que debían funcionar, la persecución y el rol del partido. Carlos Martínez, su hermano, contó las circunstancias en las que la había visto por última vez e hizo un retrato personal de Ana colmando de emoción a todos los presentes. Luego se definieron nuevas tareas para avanzar en la causa, con vistas al juicio que se desarrollará durante el año 2013. Se acordó realizar una carta para distribuir entre los vecinos del barrio donde fue secuestrada en busca de testimonios, publicar una nota en un diario el día del aniversario de su secuestro con su foto y el llamado a aportar información, colocar una baldosa en su homenaje en el lugar donde fue secuestrada y otra donde fue hallada, organizar un acto en la localidad de Pacheco para la última semana de febrero y colocar su nombre en el pasaje donde la encontraron. El caso de Ana es emblemático porque fue una de las últimas víctimas de la dictadura y por su condición de obrera metalúrgica y militante del PST. Tanto ella como los otros 100 asesinados y desaparecidos del PST -como la mayoría de los más de 30.000-, fueron obreros, estudiantes, activistas y luchadores de diversas organizaciones sindicales, políticas, sociales y de todo tipo. Su caso es representativo de la impunidad de la que aún gozan casi todos los asesinos y torturadores y sus cómplices civiles. Con muchos años de lucha y movilización hemos logrado el encarcelamiento de unos pocos. El kirchnerismo sólo se pinta la cara de paladín de los derechos humanos. Pero no tiene la voluntad política real para conseguir que absolutamente todos los genocidas y sus cómplices que aún viven reciban su merecido castigo. La mayoría de ellos aún goza de plena libertad e inclusive de los beneficios económicos que obtuvieron con su participación en el genocidio. Hoy, como siempre, y hasta que el último de ellos esté en una cárcel común, renovamos ante Ana María y los demás camaradas del PST asesinados por la Triple A del gobierno peronista de Isabel y los genocidas del “proceso” que le sucedieron, nuestro compromiso de seguir impulsando la movilización por el juicio y castigo a todos los responsables de su asesinato. En cada lucha ellos están y con un mundo socialista volverán. Ana María, ¡hasta el socialismo siempre! |
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Izquierda Socialista en Internet: |
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