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Modelo KLa inflación es un roboEste enero “caliente” va rumbo a convertirse en el mes con mayor suba de precios de toda la era kirchnerista. Seguramente, el índice de precios al consumidor (bien medido) superará el 3%. Incluso se menciona que, por primera vez desde la intervención del Indec en 2007, el organismo oficial se vería obligado a reconocer una “suba” mayor al 1%. Todo esto nos va anticipando un 2013 con una inflación muy superior al 25% de 2012 y al 23% de 2011. Aunque el gobierno quiera esconderla, somos uno de los países con más inflación en el mundo, sólo superados por Sudán, Sudán del Sur y Bielorrusia, y por encima de Etiopía, Burundi y Yemen. Lo novedoso es que ahora Cristina Fernández de Kirchner empezó a mencionar el tema “inflación” en sus discursos. Interesante. Hace apenas un par de meses había sostenido que “era imposible que la inflación fuera del 25%. Si eso fuera verdad, la Argentina estallaría”, afirmó. Ahora, ante lo evidente de la estampida, reconoce las subas de precios, aunque increíblemente achacándoselas a Mauricio Macri por los aumentos actuales del ABL (que el propio bloque kirchnerista avaló en la legislatura porteña). La realidad es que todo sube: los alimentos, la ropa, los artículos de limpieza y tocador. En 2012 el valor de los alquileres creció un 22%, pero los costos de las expensas lo hicieron entre un 50 y un 70%. Aquellos que tienen que renovar un contrato de alquiler, se encuentran con que se les pide reajustes anuales del 25%. Como todos los veranos, sale a la luz el violento incremento de los precios del turismo. Pero lo que está acelerando ahora la suba de precios son los aumentos que se están dando en las tarifas de los servicios públicos. A esto se suman las “autorizaciones” que Guillermo Moreno dio para el incremento de varios servicios privados. Así, en las últimas semanas se dieron subas de entre el 6 y el 60% en el gas, la electricidad, los combustibles, los peajes, taxis y la medicina prepaga. El aumento del transporte público merece un párrafo aparte. Randazzo autorizó aumentos para los boletos de tren y colectivos que van en promedio entre el 22 y el 43% para el Area Metropolitana Buenos Aires. En Córdoba también se aumentó el boleto un 28%. Macri ya está anunciando que el subte de Buenos Aires va rumbo a los 3,5 pesos el viaje. El ministro Randazzo sostuvo que es cierto que hay algunos aumentos importantes de precios, pero que ello se debe a “que hay una cultura de aumentos de precios cuando la gente mejora sus condiciones de poder adquisitivo” (La Nación, 12/01). Nos encantaría saber en qué país imaginario vive el ministro. Los reajustes salariales de los últimos años (ya que sería injusto llamarlos “aumentos”), vienen corriéndole de atrás a la inflación. Los trabajadores en blanco ven cómo, primero lentamente y ahora con mayor velocidad, su sueldo les alcanza cada vez para menos. Los que están en negro o tercerizados ya directamente están metidos bien debajo de la línea de pobreza. Y, cada vez más, el congelamiento del piso del impuesto a las “ganancias” y las asignaciones familiares hace que si los salarios suben, se termina cobrando de bolsillo lo mismo, en un perverso “darte por una ventanilla para sacarte por la otra”. La inflación, que desde hace más de cinco años se viene comiendo los ingresos, tanto de trabajadores como de jubilados, y aún de quienes cobran asignaciones por desempleo o pobreza extrema, no sólo existe, sino que amenaza con transformarse en el gran flagelo de 2013. Si el gobierno ahora dice “reconocerla”, lo primero que tendría que hacer es terminar con la vergonzosa truchada del Indec, para que podamos conocer los números reales. Del mismo modo, debería dar marcha atrás con el principal propagador de la suba de precios en estos últimos meses, que es la suba de tarifas, realizadas para seguirle garantizándoles sus negocios a los pulpos de las privatizadas. Y, ya que ahora acepta que hay “empresarios remarcadores”, tendría que dejar de lado su retórica del doble discurso y fijar un verdadero congelamiento, control de precios y eliminación del IVA de los productos de la canasta familiar, con castigos reales para los que lo violen. Pero nada de ello será suficiente si no va acompañado de un real aumento de salarios, jubilaciones y asignaciones, que permitan a la clase trabajadora y el pueblo recuperar lo que ya ha perdido de su poder adquisitivo. |
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