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Asado en la ESMA¿“Resignificación” o castigo a los genocidas?El 27/12/12 unas dos mil personas (la mayoría trabajadores del ministerio de Justicia, con presencia obligatoria) fueron llevadas a la ESMA por el ministro Alak para el lanzamiento del “Plan Estratégico de Justicia”. La actividad terminó con un asado, en el mismo lugar donde durante la dictadura genocida, un “asado” significaba incinerar los cuerpos de los desaparecidos. Esto generó repudios y debates sobre qué hacer con los centros clandestinos de detención (CCD) y la real política gubernamental hacia los derechos humanos. Hablamos con nuestra compañera Juliana García Recchia*. Transcribimos fragmentos de sus opiniones.
Creo que el hecho de la ESMA fue un grave error. Además, ante las críticas de los diferentes organismos, víctimas del genocidio y referentes indiscutibles de la lucha por los derechos humanos, el gobierno tuvo una actitud soberbia, de falta de respeto hacia las víctimas. Sobre qué hacer con los ex CCD, es un tema de debate permanente. Comparto globalmente la opinión expresada por José Castillo (ver nota), sobre qué no se debe hacer con ellos, aunque el kirchnerismo insista en utilizar todo lo referente a la lucha contra el genocidio al servicio de fortalecer una imagen que su propia historia y muchos miembros de su corriente no pueden sostener mínimamente. Los Kirchner no pueden mostrar un solo hecho que los ubique en el campo de la lucha contra el genocidio. Se sabe que fueron al sur del país y que hasta se enriquecieron comprando bienes baratos de personas que perdieron todo por la ley 1050 de la dictadura. Y fijate la historia del ministro Alak. Se inició en la derecha peronista de Herminio Iglesias, acompañó a Menem sin chistar en los indultos, fue funcionario duhaldista, intendente menemista de La Plata y aliado del gobernador “balas para todos” Carlos Ruckauf. ¿Hoy el kircherismo lo defiende y le otorga moral para criticar a quienes cuestionamos el asado en la ESMA? El kirchnerismo ha tomado la memoria de la lucha por los derechos humanos como una fuerte política de formación ideológica hacia nuevas generaciones, diferenciándose de la derecha que, ya en retroceso, quiso negar el genocidio con la teoría de “los dos demonios”**. Pero, en la lucha contra la impunidad, por la memoria de lo que ocurrió en nuestro país, por la defensa de los derechos humanos actuales en todo su amplio contenido, la política K ha sido más simbólica que efectiva y bastante distorsionada. Los avances logrados -como la recuperación de la ESMA, que el genocidio sea parte de la educación institucional o la reapertura de juicios a genocidas-, son logros de la lucha de los organismos y el pueblo, que este gobierno implementó. La imagen de Kirchner bajando la foto de Videla, es un símbolo de esa política K, simbólica. Ahora el gobierno busca “resignificar” a los ex CCD, diciendo que deben convertirse en “centros de vida, de amor, llenar de vida donde hubo muerte”. Otros organismos proponen que allí, además de preservar la estructura de funcionamiento de esos centros, se utilicen para profundizar el estudio de qué fue lo que realmente pasó en esos años, los diferentes movimientos y luchas sociales, obreras, populares, juveniles, sus protagonistas, programas, reclamos, debatir sobre los aciertos y errores de las organizaciones que enfrentaban al sistema capitalista y la dictadura, el rol de los políticos, militares, empresarios, la iglesia, etcétera, ayudando efectivamente a las nuevas generaciones a recuperar esa memoria histórica que el genocidio quiso cortar. En el acto por la vuelta de la Fragata vimos a Abal Medina darle más contenido a esa “resgnificación”, cuando dijo a Canal 7 que “fue impactante ver llegar a la Fragata Libertad llena de militares, anclando en donde fue un Centro Clandestino de Detención, recibidos por las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Esto es todo un símbolo de la reconciliación con estas nuevas fuerzas armadas”. Nuevamente vemos un gobierno que intenta “reconciliarnos” con las fuerzas armadas sin que haya terminado la impunidad, sin arrepentimientos, con miles de genocidas que siguen libres y no procesados, con centenares de hijos de desaparecidos que aun están apropiados. Aunque se avanza en juicios e investigaciones de lo ocurrido en los CCD, muy lejos estamos de terminar la impunidad. En mi caso, el General Eduardo Alfonso -probado miembro del grupo de tareas que asesinó a mi padre Antonio y se llevó secuestrada a mi madre embarazada, Beatriz- fue liberado y, cuando apelamos y se dicta nuevamente su detención, había huido del país. ¡Ricchiuti y Hermann, apropiadores de mi hermana hace 35 años, aun no tienen condena firme! Miles de familiares vivimos situaciones similares, porque se los juzga como criminales comunes, ante la negativa del gobierno de aprobar leyes que ubiquen a todos estos juicios como “genocidio”. Por otro lado, la política gubernamental de los derechos humanos no vinculados al genocidio es vergonzosa. Las permanentes masacres a los Qom, centenares de casos de gatillo fácil, las muertes por represión en las luchas sociales, la trata de personas y robo de bebés, ocurren bajo una absoluta impunidad y hasta el respaldo político a gobernadores y dirigentes kirchneristas involucrados, como Insfran, Alperovich, Capitanich, Otacehé, Soria… ¡decenas! El asado en la ESMA fue un hecho coherente con la política de derechos humanos de este gobierno. Por eso, ni siquiera pidió disculpas.
* Hija de desaparecidos, querellante en juicios de lesa humanidad. |
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Marchamos con Memoria, Verdad y Justicia
Con los sitios del horror se pueden hacer muchas cosas. Fue, es y será un debate entre los distintos organismos de derechos humanos, y todas y cada una de las víctimas, qué destino debe dárseles: un Museo, un centro de documentación, ser prueba para juicios de lesa humanidad, un espacio abierto para actividades pedagógicas y culturales preservándolo como espacio de Memoria. Tuve oportunidad de ver distintas intervenciones en los campos de concentración de la II Guerra en Alemania (Sachsenhausen), Austria (Mathausen), en el Guetto de Terezin (República Checa), la oficina central de la Gestapo (hoy “Museo del Horror”, en Berlín), o a monumentos a la resistencia en lugares emblemáticos. En otro registro, el espacio entero (que incluye un museo, pero es más grande) de la bomba en Hiroshima. Las alternativas son múltiples. Pero en todos ellos, siempre, el mayor respeto al sitio, el saber que se está en un lugar sensible, donde todos y cada uno deben sentirse respetados. Entonces ¿qué NO se debe hacer en estos lugares? La respuesta es simple: actos partidarios, acciones que lesionen los sentimientos de las víctimas (cualquiera sea). No es la primera vez que pasa, pero sí que toma estado público. Y lo de Alak (acompañado por Cristina) colmó el vaso: es escandaloso. La presidenta tuiteó: “En la ex ESMA se han hecho y se seguirán haciendo asados, festivales, reuniones…”. En ningún lugar de memoria del mundo, más allá de las diferentes políticas que se tengan sobre el mismo, esto sería permitido. Por los sentimientos que toca, por la historia involucrada. Esto es parte de la extrema confusión que hace el kirchnerismo entre Estado y partido del gobierno. Por eso Izquierda Socialista sumó su repudio al del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, y dentro de ellos, particularmente, acompañando los argumentos de los compañeros de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos. Para que nunca más -ni en la ESMA ni en ningún espacio de memoria- se lo utilice para actividades de este tipo. Máximo respeto a lugares que no son del gobierno, sino de la historia de las luchas del pueblo argentino. |
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