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Editorial
Una nueva burla K
Este lunes Cristina Kirchner volvió a usar la cadena nacional para anunciar la suba del 20% en el mínimo no imponible a partir del cual los salarios pagan Ganancias. Y adelantó, como si estuviera en campaña electoral, un 15% para los jubilados que ya está fijado por ley. Medidas que regirán a partir de marzo. ¿Por qué lo hizo en enero? Porque están calentitos los panchos. Las paritarias están al rojo vivo y el malhumor crece entre trabajadores y jubilados al ven decrecer sus ingresos ante la constante suba de precios. Y porque la presidenta quiere recuperar parte de la popularidad perdida en un año electoral.
El anuncio cayó muy mal en los lugares de trabajo porque no solucionan nada. “Nos volvieron a joder”, dijeron muchos compañeros. Y porque ya no se bancan que de paso la presidenta aproveche para mentir, diciendo, por ejemplo, que las jubilaciones son las más altas de Latinoamérica y justificando el impuesto a las Ganancias diciendo que es más bajo acá que en muchos países.
Con la medida, el robo al salario seguirá. Lo mismo pasa con las asignaciones familiares, de las cuales Cristina ni habló. Como así tampoco anunció ningún aumento en la asignación por hijo ni en los planes sociales.
Según la medida, el piso a partir del cual pagarán Ganancias los solteros trepará a 8.360 pesos y 11.563 para los casados (6.939 y 9.597 pesos de bolsillo respectivamente). Lejos de ser una “gran medida” (aplaudida por La Cámpora, los mismos adulones de siempre y los burócratas sindicales amigos), la misma resulta completamente insuficiente. 1) El anuncio no repone la inflación de 2012, ni cubre la proyectada para 2013, ya que la última actualización del mínimo no imponible fue en abril de 2011, hace dos años. El 20% que se dispuso de suba ahora, dista mucho de la inflación bianual que llegó al 55%. 2) Si hoy paga Ganancias el 25% de los trabajadores y con los anuncios el 17%, esto sólo será por algunos meses, ya que con los aumentos de salarios que se logren en las paritarias superiores al veinte por ciento, implicará que inmediatamente más trabajadores quedarán incluidos. Recordemos que el 9% de los trabajadores pagaban ese impuesto en 2003. 3) Al no actualizar las escalas sobre las que se aplican las alícuotas o tasas del impuesto, muchos pagarán más, tributando tasas más altas. Porque dichas escalas se mantienen en los mismos valores del año 2000, cuando era Ministro de Economía José Luis Machinea (Gobierno de la Alianza). Por ese motivo hoy, asalariados con sueldos medios tributan tasas del 19% o más, cuando deberían estar pagando la mínima del 9%.
Atento a ello, con razón, muchos dicen que este es otro verso del kirchnerismo, diciendo que redistribuye la riqueza, cuando la parte del león se la siguen llevando los grandes empresarios.
La presidenta aprovechó el anuncio para redoblar su ofensiva pidiendo “responsabilidad” a los gremios en los pedidos de aumentos salariales. Lo mismo viene haciendo el ministro Tomada. De esa manera le hacen el juego a aquellos que están diciendo que un desmedido aumento de salarios llevaría al “Rodrigazo” (ver página siguiente). Cuando son los indiscriminados aumentos de precios (en especial de los alimentos, bebidas y vestimenta) los que causan la inflación, no los aumentos de salarios que siempre van por detrás. Precisamente, para que los aumentos de salarios no sean “inflacionarios”, la plata para afrontarlos debe salir de las ganancias empresariales, no como ahora que se trasladan inmediatamente a los precios.
El gobierno miente cuando dice que está por “paritarias libres”. Intenta fijar un techo del 20% (mucho más ahora con el anuncio); amenaza con no homologar paritarias si se firman por menos de un año y trascendió que si no hay acuerdo con los estatales les podría fijar aumentos por decreto. Incluso el repudiable Guillermo Moreno, al decir que ya existe el fiftyfifty (reparto de la torta en partes iguales entre empresarios y trabajadores, algo muy alejado de la realidad), ha señalado que los aumentos deberían ser por “productividad”. Es decir, con más explotación obrera. El gobierno, de esa manera, se pone del lado de los empresarios. Porque el anuncio en Ganancias se sostiene con plata del Estado (es decir, de los trabajadores), no de las patronales.
El gobierno se juega a un techo del 20%, pero si la burocracia sindical acepta ese monto, el aumento se lo va a llevar la AFIP. Así de sencillo. Por eso hasta dirigentes de las oficialistas CGT Balcarce y CTA Yasky han tenido que decir que “esperaban más” o que el anuncio es “insuficiente”. Ocurre que para evitar ser alcanzados por el impuesto, habría que pedir un 30% o más.
¿Cuánto pedir entonces? Algunos gremios ya arreglaron por el 25% (personal no docente de universidades y colegios privados, los cosechadores de frutas de Río Negro y Neuquén, y están peleando por lo mismo los bancarios). Aunque ese porcentaje (ya antes del anuncio oficial) no representa lo que realmente se necesita en gremios que ganan muy poco (como docentes) o ante patronales que son las que más ganan, como los bancos, quienes otorgan porcentajes menores al nivel de los dividendos que se llevan.
Hace falta reclamar un aumento general de salarios para todos los trabajadores, indexados periódicamente hasta llegar al valor de la canasta familiar. Los bancarios tienen un salario básico de 7.220 pesos. Ese valor debería ser la referencia de lucha para todos los trabajadores. Al mismo tiempo hay que pedir un aumento similar para los jubilados y el 82% móvil, y una suba del 100% para la asignación por hijo y planes sociales.
Hay que exigir también la anulación del impuesto al salario. ¡El salario no es ganancia!, es el grito que surge de cada puesto de trabajo. Y que se paguen las asignaciones familiares a todos los trabajadores.
¡No al techo del 20%! ¡Paritarias libres! ¡No a la injerencia del gobierno en las negociaciones! ¡Que se homologuen todos los convenios! Para eso exigimos, como lo mostramos en las páginas centrales, un nuevo paro general como parte de un plan de lucha nacional preparado desde las bases.
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