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Escribe:
Julio Poblesec 
La polémica sobre el Rodrigazo
Reclamando al gobierno que ponga un tope para las próximas paritarias, el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) José Ignacio de Mendiguren alertó: “Ya tuvimos eso en los 70 y lo que era el techo de un gremio después era el piso de otro. Eso terminó en el Rodrigazo” (El Cronista, 17/01).
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Portada del periódico de nuestra corriente denunciando en 1975 el ajuste del ministro de Isabel Perón, Celestino Rodrigo |
Jorge Brito, presidente del Banco Macro y titular de la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA), manifestó en un reportaje en Radio 10 que “En 1975, con el Rodrigazo, ya vimos que la lucha entre precios y salarios es una lucha que no favorece a nadie y destruye a todos, trabajadores y empresarios” Y agregó: “no se puede repartir lo que no se tiene” (El País, 19/01). Finalmente, Mendiguren terminó arrepintiéndose de haber mencionado al Rodrigazo. “Las situaciones no son comparables”, dijo. Tanto el jefe de la UIA como el banquero kirchnerista quieren hacernos creer que un aumento salarial acorde al alza del costo de vida es inflacionario y llevaría a hundir el país. Lo comparan con el “Plan Rodrigo” que fue lo opuesto: un brutal ajuste, aumento de precios, tarifas y transportes, con salarios muy por debajo de esos montos.
¿Qué fue el “Rodrigazo”?
El 2 de junio de 1975 asumió Celestino Rodrigo como ministro de Economía del gobierno de Isabel Perón, lanzando un paquete de medidas -el “Plan Rodrigo”- que significaban un feroz ajuste sobre los ingresos de los trabajadores. El gas aumentó entre un 30 a un 60%; la electricidad y el boleto de los colectivos 75%; el subte 150%; los productos básicos de la canasta familiar (leche, pan, harina, fideos, pollos, huevos, etcétera) iniciaban una espectacular suba con aumentos que llegaban hasta el 200% y devaluaron el peso hasta un 160%. Mientras tanto, para los salarios se planteaba un miserable aumento del 38% y la suspensión de hecho de las negociaciones paritarias (datos extraídos de Avanzada Socialista, organo del PST, Nº 149, del 7/6/75). Pero la resistencia obrera lo doblegó, al producirse el 27 de junio la primera huelga general contra un gobierno peronista.
Tras un mes de huelgas y movilizaciones se logró la homologación de los convenios y Rodrigo debió renunciar, junto al verdadero dueño del poder en las sombras y jefe de la Triple A, López Rega, quien huyó del país. Habían pasado sólo dos años desde 1973, cuando los trabajadores festejaban como un gran triunfo la vuelta del peronismo al gobierno, esperando recuperar sus conquistas perdidas tras 18 años de proscripciones. Pero primero vino el “Pacto Social”, que congelaba los salarios por dos años y suspendía las paritarias. Luego comenzó el alza del costo de vida. El gobierno de Isabel quiso profundizar el remate contra los salarios de los trabajadores y no lo pudo lograr.
Eso fue el “Rodrigazo”: un gran triunfo histórico de la lucha de los trabajadores, desbordando a toda la camarilla de la burocracia sindical, contra el intento de imponer un cruento ajuste.
El PJ ayer y hoy
Abal Medina, el jefe de Gabinete, se apuró en calificar de “infelices” las expresiones de Mendiguren, diciendo que “lo que ocurrió entonces no tiene nada que ver con la situación política y socioeconómica actual” (El País, 19/01).
Es obvio que hay muchas desigualdades entre la situación política y económica del 75 y la actual. Aunque también hay significativos puntos de contacto. Uno de los más importantes es que hoy como en el 75, es un gobierno del PJ el que ajusta a los trabajadores. Y, aunque lo niegue, para cargar el costo de los efectos que tiene en Argentina la crisis capitalista mundial sobre las espaldas de los trabajadores, el actual gobierno se ve obligado a profundizar cada vez más los ajustes en nuestros bolsillos. Reconocer las similitudes con el 75 significaría para el justicialismo kirchnerista dejar en evidencia su política de ajustes en beneficio de los empresarios y las multinacionales. Y, fundamentalmente, es el pánico visceral a la reacción de los trabajadores, al recuerdo del gran triunfo que quedó registrado en la memoria de la clase obrera como “el Rodrigazo”, ante la posibilidad cada vez más inminente de que se repita una lucha de igual profundidad -como empezó a vislumbrarse con la primera huelga general de noviembre pasado-, lo que hace que el kirchnerismo quiera huir de ese recuerdo como de la mismísima peste. En cambio, los trabajadores debemos recordarlo como lo que realmente significó, tomándolo como ejemplo y recogiendo esa experiencia para las futuras luchas por venir. Y en el terreno político, sacando definitivamente la debida conclusión: el PJ no es salida para los trabajadores, como tampoco lo es ninguna de las variantes representadas por los diferentes partidos políticos patronales. Por eso hace falta una herramienta política de los luchadores y la izquierda para bregar por un gobierno de los trabajadores.
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