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1º de mayo de 1933: a 80 años del “estatuto legal del coloniaje”El pacto Roca-RuncimanInglaterra respondió a la crisis de 1929 apretándole las clavijas a su vasto imperio, el mayor del mundo. La oligarquía argentina, con el gobierno de }Agustín P. Justo, firmó un pacto que transformó al país en una semicolonia de los ingleses.
En octubre de 1929 quebró la Bolsa de Nueva York, situada en Wall Street. Era el inicio de una crisis económica nunca vista hasta entonces, que sacudió a todo el mundo capitalista. Entre 1929 y 1932, la “Gran Depresión” provocó una reducción del comercio mundial del 60 por ciento. Los grandes países imperialistas buscaron protegerse y remontar la crisis replegándose en un proyecto de autoabastecimiento, para incentivar la producción interna. Durante muchos años se sintieron los efectos devastadores del estallido de la economía capitalista mundial. En Inglaterra el golpe de la crisis significó que la fundición de hierro cayó a los niveles de 1861 y la construcción naval a los de 1843. Pero fue la primera en recuperarse, ya que era la principal potencia colonial, y contaba para sí y para la libra esterlina la principal porción del mercado mundial. Desde esa posición de fuerza pudo redoblar el saqueo de los países que oprimía. En Ottawa, entre julio y agosto de 1932, reunió a sus colonias y ex colonias, como el anfitrión Canadá, en una “Conferencia Económica”. Para paliar su propia crisis, Inglaterra pactó con las grandes burguesías del “common wealth” (Canadá, Australia, Nueva Zelandia, Sudáfrica, India, Rhodesia -hoy Zimbabwe-, entre otras) un régimen preferencial de comercio, férreo y cerrado, donde todos se comprometían a comprar y vender con la “privilegiada” metrópoli. Argentina se convirtió en una semicolonia del imperio británico Desde los albores de nuestra historia como país independiente hubo una presencia de los intereses imperialistas ingleses. Desde 1880 se pegó un salto. Recordemos solamente que para fines del siglo XIX poseían el sistema ferroviario, y poco después se metían también en los grandes frigoríficos y luego en el petróleo (donde, con menor peso, también operaban las empresas yanquis), además de tener intereses financieros y en otros rubros. Nahuel Moreno definía a la Argentina, entre 1880 y 1930, como un país dependiente del imperio británico*. En la denominada “década infame” nos transformamos directamente en semicolonia. El 1º de mayo de 1933 se firmó el célebre Pacto Roca-Runciman. Julio Argentino Roca (hijo) era el vicepresidente de Agustín P. Justo; Sir Walter Runciman era el encargado de negocios británico. El pacto propiamente dicho estuvo acompañado por un protocolo y una serie de pactos concomitantes (algunos en el momento secretos), y Argentina se transformó, desde el punto de vista económico, en parte del imperio británico (ver recuadro). El diario Le Monde (5/8/1933) definió que “la Argentina se transformaba en submetrópoli inglesa en América del Sur”.** Se había firmado la expresión particular del Pacto de Ottawa, en relación a un país que políticamente no pertenecía al imperio británico. Por el pacto Roca-Runciman, el país quedó obligado a considerar a Inglaterra nación “privilegiada”, a dejar entrar las mercaderías inglesas sin pagar derechos; a que las exportadoras de carne (nuestro principal producto de exportación) pertenecieran a un trust íntimamente ligado al mercado de carnes de Smithfield de Londres; a comprar los ferrocarriles y la Compañía de Gas en las condiciones que quisieran los ingleses; a constituir la Corporación de Transporte de Buenos Aires (para ampliar los beneficios e influencia de subtes y trenes, ya en manos inglesas), entre otros puntos. En aquel periodo el comercio con Estados Unidos disminuyó entre el 60 y el 70%. Piratas al abordaje La firma del pacto significó cambios profundos en la estructura económica, social y política. Más del 80% de la exportación de carne quedaba obligatoriamente en manos de los frigoríficos extranjeros, fundamentalmente el Swift, Armour y Anglo-Ciabasa. En el artículo 6º del protocolo se aceptaba que el carbón y toda manufactura británica se mantendrían libres de todo impuesto. Las usinas eléctricas iban quedando obsoletas, pero seguían funcionando con el carbón comprado a Inglaterra. Algo parecido ocurría con el mantenimiento de los ferrocarriles. El comienzo de las nacionalizaciones, que en los años cuarenta completó el primer gobierno de Perón, lo inició el conservador oligárquico Justo, cuando en 1938 compró el Ferrocarril Central Córdoba. El pacto obligaba a hacerlo si había superávit del comercio con Inglaterra. La oligarquía desarrollada alrededor de la nueva relación con Inglaterra tuvo como mayor exponente al grupo Bemberg, el trust de la cerveza (la conocida Quilmes), que actuaba como intermediario de los préstamos entre la banca internacional, fundamentalmente europea, y nación y provincias. También Bunge y Born y los Dreyfus, los monopolios de la venta de cereales. El tanino estaba esencialmente en manos directamente inglesas, la tristemente célebre La Forestal. Hubo un proceso de concentración de todas las ramas de la actividad económica, desde las finanzas hasta la vitivinicultura. Por el pacto se creaban Juntas Reguladoras de la Producción (carne, granos, leche, algodón, vino y yerba mate). Miles de pequeños y medianos bodegueros se fundieron, para favorecer la concentración en doce grandes bodegas ligadas a los capitales británicos. No queremos dejar de señalar, aunque sea de pasada, que en medio de esa situación comenzó a darse un desarrollo de la industria, obligado por la falta de divisas y alentado por el control de cambios. No se le disputaba a Inglaterra. Venía a la ciudad abundante mano de obra corrida del medio rural por la crisis de la agricultura. Y así, íntimamente ligada a los terratenientes, comenzó a surgir una burguesía industrial, que iba ocupando los huecos que existían en el cerrado dominio imperialista. Los vientos que comenzaban a soplar hacia una nueva guerra mundial también dieron lugar a que en la Argentina se creara por primera vez una dinámica flota marítima mercante que, amparada en un status de neutralidad en un eventual conflicto, permitiera el transporte de los productos que interesaban a Inglaterra. El “estatuto legal del coloniaje” De las filas del Partido Radical surgió en 1935 una oposición pequeñoburguesa, de intelectuales que investigaron y denunciaron el dominio imperialista, planteando la defensa de los intereses nacionales. En 1935 se fundó Forja (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina). Uno de sus más destacados intelectuales, Raúl Scalabrini Ortiz, publicó en 1936 en el primer número de su revista, el artículo “Política británica en el Río de la Plata”. De los forjistas surgió la definición que quedó para la historia del pacto Roca-Runciman: el “estatuto legal del coloniaje”. Sus investigaciones, serias y documentadas, expusieron los negociados con el imperialismo y a sus cómplices nacionales, en la carne, los ferrocarriles, el gas, el petróleo, los préstamos y manejos financieros y del comercio exterior. En la década siguiente, desencantados con su proyecto de “recuperar al radicalismo”, la mayor parte de ellos se sumó al naciente peronismo. La imparable decadencia de Inglaterra fue debilitando su dominio sobre el país. En 1955 se reestableció un nuevo “coloniaje”, esta vez por la dominación del imperialismo yanqui sobre América Latina. La decadencia argentina va de la mano de la penetración extranjera. La lucha antiimperialista y la necesidad de lograr una segunda independencia nacional sigue planteada como una de las grandes tareas de los trabajadores y el pueblo.
* Véanse estos y otros datos en Método de interpretación de la historia argentina, de Nahuel Moreno, reeditado por El Socialista, 2012. "La joya más preciadaLa entrega total del país a la voracidad inglesa fue festejada con pomposos banquetes en Londres. Entre brindis y discursos, el vicepresidente Roca dijo: “La Argentina es, por interdependencia recíproca, desde el punto de vista económico, una parte integrante del Reino Unido.” El funcionario argentino que ya ostentaba un título nobiliario por los servicios prestados a los ferrocarriles británicos, “Sir” Guillermo Leguizamón, redobló la apuesta: “La Argentina es una de las joyas más preciadas de la corona de Su Graciosa Majestad”. Más práctico, casi jocoso, el legislador inglés Sir Heribert Samuel, aconsejó que “Siendo la Argentina, de hecho, una colonia de Gran Bretaña, le convendría incorporarse al imperio”.*
* Nahuel Moreno, Método de interpretación..., ya citado, pág. 135
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