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Junio de 1953: los obreros se levantaron contra los burócratasHuelga insurreccional en Berlín OrientalEn la dividida Alemania, en la zona oriental, ocupada por el ejército ruso, se produjo en 1953 el primer levantamiento contra la falta de libertades y las penurias provocadas por la dictadura de la burocracia satélite de la URSS estalinista.
Al culminar la segunda guerra mundial, con la derrota del nazismo, la URSS estaba dominada por la dictadura burocrática que encabezaba José Stalin. En la década del 30 habían sido fusilados prácticamente todos los sobrevivientes de la “vieja guardia bolchevique”, u obligados al exilio, como León Trotsky, que encabezó la lucha contra la burocratización desde los años 20. Trotsky llamaba a una “revolución política” contra los burócratas, para retomar el camino revolucionario iniciado en 1917. En 1938 fundó la Cuarta Internacional y dos años después fue asesinado en México por un agente de Stalin. La división de Alemania La participación del Ejército Rojo y toda la población soviética fue decisiva para aplastar a los nazis. Las tropas soviéticas tomaron Berlín en junio de 1945. Poco después, en Potsdam, en las afueras de Berlín, se reunieron Stalin, Truman y Churchill. Daban continuidad a los acuerdos tejidos desde 1943, luego de la victoria de Stalingrado, en la reunión de Yalta. Toda la zona este europea quedó bajo la ocupación del Ejército Rojo y Alemania quedó dividida. Berlín, la capital, estaba en la zona de lo que sería la República Democrática Alemana (RDA), aunque con la parte occidental controlada por los ejércitos imperialistas vencedores. La República Federal se fue reconstruyendo como una potencia capitalista con los millones de dólares del Plan Marshall. La parte oriental (menos industrializada) quedó sometida a los manejos represivos y opresores de la burocracia local, satélite de sus amos de Moscú. El SED (Sozialistische Einheitspartei Deutschlands-Partido de la Unidad Socialista de Alemania), denominación del partido comunista local, impuso una férrea dictadura de partido único, semejante a los regímenes de la URSS y el resto de Europa del Este. La expropiación de la burguesía dio nacimiento a lo que denominamos un estado obrero burocrático, regimentado por la presencia directa del ejército soviético, es decir, una caricatura de “socialismo”. El levantamiento La dictadura del SED, encabezada en los años 50 por Walter Ulbricht, fue logrando una relativa estabilidad. Una vida gris, vigilada constantemente por la siniestra Stasi (Servicio de Seguridad del Estado), donde la “planificación” seguía los lineamientos de la burocracia de la URSS, priorizando las industricas químicas, construcción de maquinarias, metalurgia pesada. Y la mayor parte de la producción se destinaba a pagar “deudas de guerra” a los propios jerarcas de Moscú. Así, la población sufría constantemente la escasez de los productos básicos para la alimentación y el bienestar cotidiano. Entre 1949 y 1952 en la RFA se anotaron legalmente 700.000 exiliados de la RDA, junto a miles no registrados. En 1953, la muerte de Stalin coincidió con vientos de reclamos, tanto en la URSS como en Checoeslovaquia (ver recuadro). Se producirían los primeros pasos de lo que había denominado Trotsky la revolución política: la lucha de los trabajadores sojuzgados por la burocracia. Además de imponer una cartilla de racionamiento alimenticio, en mayo de 1953 la dictadura de la RDA dispuso un decreto que obligaba a los trabajadores a soportar peores condiciones de trabajo. Debía entrar en vigencia el 30 de junio, cuando Ulbricht cumplía los 60 años. A comienzos de junio, las autoridades de obras públicas intentaron imponer una reducción “voluntaria” de salarios a los obreros de la construcción. El 16 de junio paralizaron su trabajo en la construcción de la Avenida Stalin (luego llamada Karl Marx...) varias decenas de trabajadores. Al día siguiente, prácticamente todo el país estaba en huelga general. Se formaron comités en las fábricas, y se supo de la existencia de coordinadoras en varias ciudades. En un primer momento, la burocracia quedó paralizada y confundida. La “policía popular” fue totalmente superada por los huelguistas y manifestantes. Se quemaban carteles con la cara de Ulbricht, se atacaban sedes del odiado SED, al grito de “abajo el gobierno” y “libertad”. El gobierno habló de “provocaciones fascistas” llevadas a cabo por “agentes americanos”, y apeló a las tropas de ocupación del Ejército Rojo. Al mediodía del 17 de junio los tanques rusos comenzaron a circular para dispersar las manifestaciones. Se declaró el “estado de emergencia”. Al caer el día, habían retomado el control. Hubo numerosos muertos, los principales dirigentes fueron encarcelados, y miles más los días siguientes. Así se sofocó la insurrección obrera que se había producido en Berlín, también en Magdeburgo y Halle, con repercusiones en todo el país. De todos modos, la huelga general golpeó a la dictadura. El 21 de junio, el Comité Central del SED tuvo que aprobar un plan de mejoras en las condiciones de vida, que incluía aumento de salarios y pensiones, reducción de precios de los alimentos y de las tarifas del transporte, así como mejoras para los habitantes de las zonas rurales. Esa primera expresión de la revolución política tuvo su continuidad cuando en 1955/56 se produjeron luchas revolucionarias contra el falso “socialismo” en Polonia y Hungría. Un sector del trotskismo capituló ante la burocraciaEn 1953, la Cuarta Internacional se dividió. Un sector, encabezado por Michel Pablo y Ernest Mandel (el Secretariado Internacional) mantenía una posición de creciente capitulación a la burocracia stalinista que dominaba a todos los partidos comunistas. Al producirse la represión a la insurrección de los obreros berlineses, este sector cometió una auténtica traición al legado de Trotsky. No exigió el retiro inmediato del Ejército Rojo, y en vez de denunciar la represión, alentó descabelladas expectativas en “más amplias y genuinas concesiones” por parte del aparato dictatorial stalinista. Por su parte, el sector denominado Comité Internacional, encabezado por el SWP de EE.UU., se solidarizó con los obreros insurrectos y denunció la represión, exigiendo el retiro del Ejército Rojo. A este sector se sumó la corriente de Nahuel Moreno. En un texto de 1957*, Moreno se refería a la recuperación de las masas soviéticas en 1953, con las masivas huelgas de prisioneros políticos en los campos de trabajos forzados de Vorkuta y de Karaganda, así como las huelgas y resistencia de los obreros checoeslovacos contra la burocracia. Y decía: “La culminación de toda esta etapa de ascenso de las masas soviéticas fue la huelga insurreccional de Berlín Oriental. En ella, los obreros berlineses salieron a la huelga general para lograr mejores condiciones de vida, haciendo temblar todo el andamiaje del poder soviético en ese país. Sólo la acción del Ejercito Rojo impidió que la huelga de Berlín Oriental se extendiera. Este movimiento adquirió no sólo un carácter económico, sino también político: por el alejamiento de las tropas rusas, y libertades democráticas. “Esta primera etapa del ascenso de las masas soviéticas produjo cambios fundamentales en la estructura y política de la burocracia soviética. Luego de la muerte de Stalin (en marzo de 1953) tomó el timón de la burocracia el ‘ala liberal’ dirigida por Beria-Malenkov. Esta ala estuvo por una política de ligeras concesiones a las masas para conservar lo esencial de sus privilegios. La huelga insurreccional de Berlín Oriental, con su repercusión en el elenco gobernante ruso, detonó la derrota de esta corriente. El nuevo equipo con eje en Kruschev, significó un acuerdo centrista entre las dos tendencias en pugna: la derecha -autoritaria- constituida por el ejército, y la ‘liberal’ de Malenkov.”
* “El marco histórico de la revolución húngara”, publicado en Estrategia. Véase completo en www.nahuelmoreno.org, Escritos de revolución política. |
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