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EditorialEl festejo le duró pocoEl 25 de mayo, el kirchnerismo hizo un acto nacional para reivindicar la supuesta “década ganada”. Y de paso, intentar recuperar la iniciativa política para tapar en parte los graves problemas sociales como la inflación y las denuncias de corrupción que lo impactan de lleno. Trajo gente de todo el interior, hizo festivales y evocó sus 10 años de gobierno -que llamó “diez años de democracia”, cuando ya van 30, desde 1983. No le alcanzó. Pretendía imitar los festejos del Bicentenario. Pero en esta oportunidad fueron miles y miles menos. Mostrando el declive oficial y la caída en la imagen de la presidenta. De cualquier manera, se puede decir que hubo mucha gente. Pero la prueba de que no le bastó al gobierno para asumir con fuerza los desafíos que se vienen, fue el violento y desesperado discurso de Cristina tildando de “idiotas” a Scioli y a Sergio Massa a días del evento. Evidenciando el gran problema que tiene en el clave distrito bonaerense para las elecciones que se avecinan, donde aún no tiene candidato. Los cambios ministeriales muestran parte de esa crisis: Garré venía vapuleada por impulsar el Proyecto X y Agustín Rossi, titular de la bancada K, fue premiado como ministro de Defensa para no quedar desocupado. Rossi mide muy poco en Santa Fe, de donde proviene, y se podía quedar sin el pan y sin la torta. A su vez, los nuevos reveses que sufre el gobierno, como el fallo que cuestiona las elecciones del Consejo de la Magistratura, ponen palos en la rueda a su autoritarismo y manipulación de la justicia. Lanata le ganó la pelea a la absurda decisión de poner los partidos para tapar sus denuncias. Todo bajo una crisis económica que empieza a sentirse cada vez más, con caída en el consumo popular, crecimiento del desempleo, aumento del déficit fiscal y la no resolución de ningún problema estructural (transporte, obras para inundaciones, saqueo del petróleo y el gas, entre otros).
Que el gobierno diga que se puede comer con 6 pesos por día o que “no reprime”, cuando en el palco del 25 estaba el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, asesino del pueblo Qom, pone en evidencia la falta de tacto de un gobierno que quiere recuperar, aunque sea en parte, lo perdido en amplias franjas de trabajadores y sectores medios. A pesar del reto presidencial, Daniel Scioli, ante la pregunta de si va a romper con el kirchnerismo, señaló: “¿Cómo voy a destruir lo que ayudé a construir?”. A cambio, el gobierno nacional lo autorizó a endeudarse por 1.700 millones de pesos. “Hay que apretarlo, pero no ahorcarlo”, dijo un kirchnerista de pura cepa. Por su parte, Sergio Massa, el que más mide en provincia de Buenos Aires, parece que preventivamente habría ordenado inscribir su lista. A la vez, intenta canalizar a sectores críticos del kirchnerismo para subir el precio en la negociación que mantiene con la Casa Rosada para ir en las listas K. Hasta el próximo 12 de junio, fecha en que vence el plazo para inscribir las alianzas, seguirá el tira y afloje. Mientras tanto, Cristina salió a hacer campaña pensando en un distrito que debería ganar por varios cuerpos si quiere tener alguna posibilidad de pensar en la re-reelección. Aunque debería superar el 40% de los votos en todo el país, algo que parece una utopía. Cuenta a favor con la división y el descrédito de la oposición patronal. Del PJ opositor (De la Sota, Lavagna, Moyano, De Narváez); Alfonsín, Macri y la crisis de la centroizquierda (ver página 4). La foto “unitaria” del primero de mayo en Córdoba de los figurones del PJ anti-K sufrió un percance a los pocos días, cuando el gobernador cordobés pidió la “reconciliación” con los militares, enarbolando la teoría de los dos demonios. Este sector había tendido un guiño hacia el macrismo. Lavagna estaba en conversaciones con el jefe de gobierno porteño para presentarse en común en la Ciudad de Buenos Aires, las cuales estarían naufragando, como siempre, por ubicaciones en las listas. De la Sota llegó a decir que entre Cristina y Macri, votaría en blanco. El partido de Moyano presentará lista aparte a la del “Momo” Venegas en Santa Fe, ambos defensores del peronismo opositor. Sectores que van juntos en algunos distritos, son enemigos acérrimos en otros. La oposición patronal sufre la crisis de los partidos tradicionales pos Argentinazo. La rebelión popular de 2001 embistió contra La Alianza radical de De la Rúa, pero salpicó también al resto de los partidos patronales y a la burocracia sindical. Desde allí intentaron un recupero con muchas dificultades, pero nunca más pudieron reeditar el bipartidismo o fuertes figuras de recambio. En esos días hubo un desfile de cinco presidentes en una semana, al ritmo de un pueblo enfurecido reclamando “que se vayan todos”. De allí emergió Duhalde, el cual en esta contienda electoral ya dijo que no se va a presentar.
Los luchadores y la izquierda, ante ello, tienen que apoyar las luchas en curso. Levantar un programa alternativo al servicio de los trabajadores y el pueblo, como propone el Frente de Izquierda. Llamar a dar la espalda a todas estas variantes patronales, al Frente para la Victoria, pero también el PJ anti-K, a la UCR, el PRO o variantes como De Narváez. También a la centroizquierda de Binner o Solanas, que no tienen empacho en aliarse con la UCR o Carrió. Y seguir bregando por la unidad de la izquierda (ver página 5), llamando a que los partidos con quienes integramos el Frente de Izquierda hagan los esfuerzos necesarios para llegar a un acuerdo nacional, inscribiendo al FIT el 12 de junio, para salir a disputar el voto para la izquierda y por la independencia de clase con una alternativa de los trabajadores y la izquierda que, entre todos y en forma unitaria, tenemos que fortalecer. |
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