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EditorialLas cosas que pasan“Estas cosas pasan”, dijo la madre de Ángeles, la joven de Colegiales estrangulada. Un hecho horrendo y repudiable que vuelve a conmocionar al país. Sus dichos reflejan lo que ya se transformó en algo cotidiano en el supuesto “país de la maravillas” que siempre muestra la presidenta. Como “pasan” las mentiras del Indec; el verso del congelamiento de precios; que Lázaro Báez en vez de estar preso se siga quedando con la obra pública en Santa Cruz. Pasa que la mayoría de los salarios y jubilaciones son de pobreza, mientras las ganancias empresariales crecen en sintonía con el patrimonio personal de los funcionarios y políticos de la Rosada, entre tantas otras cosas repudiables que ocurren en “la fábula de la década ganada” que el gobierno sigue narrando.
Mientras tanto, los políticos patronales continuaban destinando las 24 horas del día (“y de la noche”, según un chiste popular) para seguir tejiendo componendas electorales y reuniones especiales al cierre del plazo para inscribir alianzas. “Estamos en sesión permanente”, graficó uno de ellos previo a dicho vencimiento. Se llegó a los más diversos armados electoralistas. Los políticos patronales se cruzan de partido como de vereda. Su único principio es defender a la clase que representan: grandes empresarios, banqueros y multinacionales. Eso sí, para lograrlo, los “une” caer bien parados en los cargos. Por eso las febriles negociaciones y las idas y vueltas. Se acusan unos a otros. Pero los graves problemas sociales siguen y se agudizan en todos los lugares donde gobiernan, tanto oficialistas como opositores. Ninguno ofrece solución. Basta señalar el desastre en el transporte (colectivo, subtes), en especial el ferroviario, que lo sufren millones; las obras que no se hacen pudiendo evitar muertes en las inundaciones; dinero que se saca de las arcas de los jubilados para ir a parar a banqueros usureros por la deuda externa; o empresas que eran del estado, que fueron rematadas por Menem, y ahora siguen en manos privadas (o con estatizaciones truchas -ver página siguiente-) con la venia del kirchnerismo y de toda la oposición patronal, incluida la centroizquierda, entre un largo etcétera. Mientras, sigue la incertidumbre: el gobierno aún no sabe qué candidato va a poner en el distrito clave, provincia de Buenos Aires. O si va a haber elecciones al consejo de la magistratura, impugnada por ahora por un fallo judicial.
Al cierre de las alianzas se ha visto de todo. El PJ opositor (De la Sota, Lavagna, De Narváez, Moyano), que habla de “verdadero peronismo”, hizo todo lo posible para unirse con el conservador Macri. El acuerdo no se logró porque el jefe de gobierno porteño arregló con Patricia Bullrich. Pero las conversaciones fueron hasta el último minuto. El titular de la CGT opositora Hugo Moyano, quien habla de encarnar el “viejo peronismo”, por supuesto no se acordó de la famosa consigna “Braden o Perón”, avalando unirse con el líder de centroderecha que comandó la represión del Borda, aunque se haya frustrado. Macri-De Narváez decían que no se pueden ni ver, pero intentaron ir juntos. Macri le pidió 15 legisladores provinciales y 5 nacionales que De Narváez le negó. Su único punto de unidad es que los dos son dirigentes políticos empresarios y antiobreros. Martín Lousteau, ex ministro de Economía de Cristina, va ahora con el radical Terragno. E irían en una interna (PASO) como parte de un mismo “espacio” político que incluye a Pino Solanas y Carrió. Nos preguntamos: ¿Dónde quedó el progresismo del líder de Proyecto Sur y su lucha contra el bipartidismo PJ-UCR? Lo mismo ha dicho Luis Juez de Córdoba, que en provincia de Buenos Aires está de acuerdo en ir con Alfonsín como parte del acuerdo FAP-radicales. Todo apadrinado por el líder del Frente Amplio Progresista, Hermes Binner, que no tiene ningún empacho en pactar con la UCR, de la misma manera que lo viene haciendo desde hace años en Santa Fe. Cobijando, a su vez, a sectores internos díscolos que prefieren mantenerse dentro de los límites de una “verdadera centroizquierda”, como Lozano y De Gennaro. Todo vale a la hora de ganar algún voto.
Otro tanto podríamos decir del político “estrella”, el intendente de Tigre, Sergio Massa, quien inscribió su propia lista y definirá más adelante si será o no candidato. Dicen que es uno de los que más mide en provincia de Buenos Aires, pudiendo entorpecer el anhelo kirchnerista en pos de que le vaya bien en ese distrito. Se muestra a Massa como “algo nuevo”. ¿Acaso no fue jefe del Anses a pedido de Néstor Kirchner y jefe de gabinete de Cristina? Massa reúne a un grupo de quince intendentes dentro de los cuales está Jorge Macri (PRO), pariente de Mauricio. Y llevaría en sus listas a su esposa y a Felipe Solá, este último ex secretario de Agricultura de Menem, -quien compartió fórmula con Ruckauf- y gobernador de la provincia de Buenos Aires cuando su policía asesinó a Kosteki y Santillán, mientras decía que “la bonaerense no había disparado”. Contra todos estos desaguisados se ha presentado el Frente de Izquierda para dar pelea. El FIT, como lo señalamos en las páginas centrales, da cuenta ante los trabajadores y el pueblo de su madurez política al sellar un nuevo acuerdo que permite que la izquierda vaya unida nuevamente a la próxima contienda electoral, tanto para sortear el piso proscriptivo en las internas de agosto, como para dar pelea por meter diputados de izquierda en el congreso nacional en octubre. Llamamos a los trabajadores y luchadores a seguir luchando por sus reivindicaciones obreras y populares. Y a apoyar a la izquierda que está al lado de los que reclaman, en sus luchas cotidianas. A quienes proponen una salida de fondo para que la crisis la paguen quienes la provocaron, no los trabajadores y demás sectores populares. Para eso se presenta el FIT y llama a sumarse. |
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