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EditorialEl precio del pan, Brasil y el voto en agostoEl gobierno justicialista de Cristina Kirchner pretende seguir pintándose de “nacional y popular”, pero cada día los hechos muestran que gobierna para los de arriba y para la corrupción de sus funcionarios y empresarios amigos. Durante años negó la inflación e intervino hasta el Indec para falsear los números. Trataron de poner techos a los salarios. Ya desbordados por la realidad, desde hace meses hablan de “congelamiento de precios” y el señor Moreno salió, junto a los de La Cámpora, a “controlar” los supermercados. Todo un verso montado para intentar mostrar que hacen algo, porque estamos en tiempo de elecciones. El pan llegó a 20 pesos el kilo y las facturas a 36, pasando a ser artículos de lujo. Ahora resulta que es más barato un kilo de asado que una docena de medialunas. Esta es la Argentina del peronismo K. Los famosos 500 productos congelados no se encuentran en ningún lugar. Moreno salió a hacer teatro clausurando por cuatro horas locales de las cadenas Carrefour, Walmart y Coto. Todo para la foto. A punto tal que sólo clausuraron una sucursal de cada cadena. Medidas cosméticas para seguir simulando que “hacen algo” ante la inflación. La verdad es que el gobierno no aplica la ley de Abastecimiento a fondo ni expropia a ninguno de los grandes grupos exportadores del agro (Cargill, Nidera o Bunge) ni a ninguna de estas grandes cadenas. En realidad, son sus aliados. Por eso autoriza, por ejemplo, los aumentos de la nafta a la Shell y compañía, que tienen un claro efecto inflacionario, además de favorecer las ganancias de las multinacionales. Por otro lado, el gobierno K sigue atacando el nivel de vida de los trabajadores sin dar un aumento de emergencia y manteniendo el impuesto al salario. Por eso Moyano se vio obligado a convocar a los camioneros a Plaza de Mayo. Lamentablemente, no ha habido una nueva huelga general para derrotar esta aberración, por el rol nefasto de Moyano y la dirigencia de la CGT Azopardo, que se va en discursos pero sin convocar a un nuevo paro nacional. Menos podemos esperar de la CGT oficialista de Caló y Gerardo Martínez.
El espejo en donde ya se debe mirar el kirchnerismo es el de Brasil. El gobierno de Dilma y Lula era elogiado por empresarios, sectores “progresistas” y hasta por Obama por su supuesto éxito económico, su estabilidad y porque, decían, “crecía la clase media”. Sorpresivamente, una gran rebelión popular puso las cosas en su lugar. Millones salieron a las calles, primero contra el aumento de las tarifas de transporte y luego contra todo el ajuste de Dilma y su corrupción con las obras del mundial de fútbol. El 11 de julio se ha convocado a una jornada de lucha nacional por todas las centrales sindicales y organizaciones populares. Dilma, Lula y el PT, en nombre de un supuesto “gobierno popular”, también pactaron con las multinacionales y la FIFA contra el pueblo. El descontento y rechazo creciente al gobierno K está sumando presión social, que por ahora es contenida por las direcciones burócraticas sindicales. El ejemplo de lucha del pueblo brasilero, con el desborde a las viejas direcciones, marca un ejemplo a seguir en nuestro país y en toda Latinoamérica. Lo que hace falta es una nueva alternativa política y sindical de los trabajadores y el pueblo, que se prepare para encabezar las luchas, levantando una verdadera salida a la crisis social que vivimos. Las elecciones de agosto y -luegolas de octubre no darán una salida, pero sí la posibilidad de aprovecharlas para fortalecer a la izquierda que lucha y levanta propuestas para que la crisis no la paguen los trabajadores, sino los de arriba. Para eso hay que votar a las listas del Frente de Izquierda en todo el país. Los trabajadores, jóvenes y sectores populares que ya están hartos del gobierno perderían su voto si optaran por la oposición patronal. Porque las listas del llamado peronismo opositor no proponen salida para los trabajadores y en todas hay candidatos empresarios o burócratas sindicales como la de Massa, que va con el PRO, Daer o De Mendiguren de la UIA, la del empresario De Narváez que apoya Moyano o las de los Schiaretti-De la Sota que gobiernan para las patronales. Tampoco las de la UCR-FAP- Proyecto Sur de los Binner-Alfonsín-Solanas-Carrió, que son la réplica de una nueva Alianza que ya fracasó. Los trabajadores y el pueblo tienen que dar su voto al FIT, que lleva en sus listas a Jorge Altamira, Christian Castillo, Néstor Pitrola, José Castillo, Juan Carlos Giordano, Liliana Olivero, a los ferroviarios Edgardo Reinoso y Mónica Schlotthauer, docentes como Graciela Calderón, Laura Marrone o Manuel Sánchez (Neuquén), entre tantos otros. Desde Izquierda Socialista llamamos a votar a la unidad de la izquierda el 11 de agosto, para derrotar la proscripción de las PASO y lograr que en octubre la izquierda batalle para meter diputados en el Congreso. Para desde allí llevar la voz de los trabajadores y sus luchas. Cuantos más votos obtenga el FIT, más fuertes vamos a estar para seguir la lucha por los cambios de fondo que reclaman la clase trabajadora, la juventud y demás sectores populares. |
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