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Escribe:
Juan Rivera

“Las cámaras no frenan”

Esto dijo el maquinista de Castelar en respuesta al intento del gobierno de responsabilizarlo por la masacre. Una medida que no resuelve el problema y que pretende reforzar la campaña para culpar a los trabajadores con el argumento de la “falla humana”.

Para lograr un servicio seguro y eficiente hay que reestatizar los trenes

Como dijo Daniel López, el maquinista del tren que chocó en Castelar: “Para proteger las vidas necesito frenos, no cámaras de video”. Dio en el clavo. El anuncio del gobierno pretende torcer el foco y reforzar la teoría de la falla humana. A esto se suman pruebas truchas, como el video, que van en el mismo sentido.

Este anuncio desató un paro sorpresivo y burocrático por parte de La Fraternidad, que desató la bronca de los usuarios. El gobierno se envalentonó, acusando a los ferroviarios de “negarse a que se instalen las cámaras” e intentando así reinstalar la teoría de que eran los trabajadores los principales responsables de los accidentes.

Si de verdad pretende evitar nuevas masacres, el gobierno debe responder a lo que los ferroviarios vienen denunciando desde hace rato: que la plata de los subsidios no se traduce en ninguna mejora del sistema ferroviario.

Siempre la misma cantinela

Un tren choca contra el paragolpes en Once y el gobierno dice que es falla humana. Un colectivo pasa una barrera que baja a medias y es embestido por una formación y, otra vez, es falla humana. Una locomotora se incrusta contra un kiosco en la estación Buenos Aires del Belgrano Sur y es falla humana. Descarrilla un tren del Gran Capitán y, de vuelta, falla humana. Siempre, para el gobierno, es falla humana. Por eso a nadie sorprendió la respuesta ante la nueva masacre en Castelar. Como en Once, los voceros oficialistas cargaron rápidamente las tintas sobre el maquinista. Pero lo único cierto es que en los últimos 20 años, desde que los ferrocarriles fueron privatizados, hubo más accidentes que en toda la historia de los ferrocarriles en Argentina. ¿Por qué? Porqué el lucro privado, cuyo único motor es engordar los bolsillos empresariales sin importar los costos, decantó en el vaciamiento de los ferrocarriles. En manos privadas, los trenes dejaron de ser un servicio para convertirse en objeto de negociados de empresarios, funcionarios y jerarcas sindicales. Los Cirigliano, Roggio, Romero, Taselli... todos especuladores que parasitan de los subsidios del Estado. Algo similar ocurre en empresas como Ferrobaires, administrada por la gobernación de Buenos Aires. Una línea completamente desguasada, en la que trabajan menos del 10% de los operarios que figuran en las planillas, mientras que el resto son ñoquis designados por los punteros del PJ. O en los trenes de carga, controlados por los grandes grupos exportadores y utilizados para sus negocios particulares.

¿Y la “revolución ferroviaria”?

Luego de la masacre de Once, el gobierno anunció un plan de obras. “En 60 días se empezarán a ver los resultados”, dijo Randazzo. Pero las inversiones que se hicieron sólo estuvieron destinadas al maquillaje, a cambiarle la cara a las estaciones para la foto de campaña.

Al “mal direccionamiento” de las inversiones se suman los negociados con los grupos contratistas, con mecanismos como la sobrefacturación y el cobro por la doble ventanilla.

Mientras se colocaban los plasmas y se pintaban las estaciones, se mantuvo un sistema de señalamiento centenario y obsoleto. El sistema ATP -que corta el suministro de energía ante cualquier tipo de anomalía, lo que hubiese permitido evitar el choque en Castelar- no fue instalado, pese a que había sido anunciado. El estado de las vías en los ramales diesel se mantuvo tan desastroso que las formaciones deben circular a cinco kilómetros por hora para no descarrilar. Pero la mentira tiene patas cortas y, lamentablemente, Castelar lo demuestra.

La única salida: reestatización

Para terminar con estos negociados y recomponer el sistema ferroviario, la única salida es la reestatización. Mientras el transporte siga en manos de empresarios chupasangre como los Cirigliano o sus sucesores, episodios como los de Once y Castelar volverán a repetirse, como lo vienen señalando los ferroviarios del cuerpo de delegados del Sarmiento de la Bordó Nacional. Es necesario expulsar a estas empresas del transporte y que se reestatice todo el sistema ferroviario en una única empresa, entregando su gestión y administración a los trabajadores y usuarios, que han demostrado ser los únicos interesados en brindar un servicio seguro y eficiente.

Emfer debe pasar a manos del Estado

La semana pasada, los empleados que trabajan en los talleres de Emfer realizaron una protesta con corte de tránsito en la Avenida General Paz. Según relataron sus delegados, el reclamo es por el pago de los aguinaldos adeudados.

Emfer es una empresa de Cometrans, la sociedad de Cirigliano que controlaba TBA y que debió ser expulsada a raíz de la masacre de Once. Sin embargo, sus negociados continúan. Mientras Randazzo se niega a revertir el crítico estado de los talleres ferroviarios, las reparaciones y construcción de material ferroviario son realizadas por esta empresa. Son conocidos los casos de sobrefacturaciones. La reparación de los trenes no puede seguir en manos de estos parásitos, que han demostrado que su único interés es engordar sus bolsillos, sin importar el costo. Hoy, mientras el Estado se carga con el grueso del presupuesto de esta empresa, Cirigliano se lleva las ganancias.

Para terminar con esto, es necesario estatizar Emfer, tal como lo reclaman sus trabajadores, sin indemnización y bajo control obrero, manteniendo todos los puestos de trabajo.

Reestatización: Proyecto de ley de los ferroviarios

Edgardo Reynoso, candidato a diputado nacional, y Mónica Schlotthauer, a diputada provincial por la tercera sección electoral, Pcia. Bs.As. Cuerpo de Delegados del Sarmiento.

Desde la lista Bordó y el cuerpo de delegados del Sarmiento, hace años elaboraron un proyecto de ley que promueve la reestatización de todo el sistema ferroviario para terminar con los negociados de los grupos concesionarios y los funcionarios del gobierno. El mismo fue presentado a los distintos bloques parlamentarios, aunque, obviamente, ninguno de ellos tomó el guante.

El proyecto establece, entre otros puntos, la anulación de los contratos de concesión sin indemnización alguna, transfiriendo todo el material rodante y la infraestructura nuevamente a manos del Estado. Impulsar la conformación de un sistema único ferroviario estatal, que opere bajo control y administración de los trabajadores ferroviarios elegidos democráticamente en cada una de las líneas férreas -con mandatos revocables-, junto a organizaciones de usuarios. Reincorporar a todo el personal cesanteado por causas gremiales y a todos los despedidos durante el desguace menemista o los posteriores planes de “racionalización” o achicamiento. La creación de una comisión nacional investigadora integrada por trabajadores elegidos democráticamente -con cargos también revocables- que supervise el traspaso y pueda investigar los distintos niveles de responsabilidad de quienes ocasionaron el actual colapso ferroviario. Y la puesta del sistema ferroviario al servicio de un plan nacional de transporte diseñado por representantes de todos los sectores involucrados, a fin de ponerlo al servicio del pueblo trabajador y las economías regionales.

Son muchos los ferroviarios que integran las listas del FIT, pidiendo el voto para enarbolar esta pelea por la reestatización como primer propuesta en caso de llegar al Congreso, para hacer oír la pelea que desde hace tiempo vienen llevando adelante. La obtención de una banca del FIT nos permitiría combatir las privatizaciones y “estatizaciones truchas” del gobierno, y contrarrestar el silencio cómplice con los privatizadores por parte de la oposición patronal, que permiten que el esquema de concesiones mediante subsidios millonarios permanezca vigente. Y elevar este reclamo urgente al parlamento, para evitar nuevas masacres y recomponer un sistema ferroviario al servicio de quienes más lo necesitan.

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