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Escribe:
Juan Carlos Giordano
Sergio Massa es más de lo mismo
El día en que el gobierno anunciaba el acuerdo entreguista con Chevron, Massa celebraba haber rendido el último examen de Derecho en la privada Universidad de Belgrano. De la entrega, ni una palabra. Lo mismo hizo ante las masacres ferroviarias de Once y Castelar, o las inundaciones. Y esta semana quedó claro que las “camaritas” no alcanzan para combatir la inseguridad.
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Massa cuando era jefe de gabinete de Cristina |
Muchos que quieren votar contra el candidato de Cristina y Scioli en la provincia, pueden ver a Sergio Massa como alternativa. Pero no hay que dejarse engañar. En los puntos centrales, no impulsa ningua propuesta distinta a las del “modelo” que acompañó en su paso por el gobierno. Y las que levanta son un bluff (ver recuadro) Veamos.
La semana pasada, el secretario de Seguridad, Sergio Berni, dijo contra Massa: “en Tigre están los mayores narcotraficantes del mundo”. Ante lo cual, Massa respondió que el municipio “no puede hacer nada porque no tiene herramientas para combatirlo”. El muerto se ríe del degollado. Berni muestra que el gobierno nacional sabe dónde están los narcos y no hace nada. ¿Por qué no los va buscar y los mete presos? Porque les garantiza impunidad. Por su parte, el intendente de Tigre dice que no puede hacer nada. Sin embargo, viene haciendo una gran campaña que con las “camaritas”, Tigre es un oasis donde no hay inseguridad. Pero esto es puro electoralismo. Las camaritas no alcanzan. Como mucho, sirven para meter preso a los ladrones de gallinas o a algún perejil, pero los de guante blanco y los narcos están a resguardo de las cámaras.
En una visita a Mar del Plata, Massa dijo que en esa ciudad la inseguridad se resolvería con “1.300 cámaras, un centro de monitoreo con 300 personas mirando las 24 horas y 60 móviles del municipio colaborando con la policía”. Es decir, con la receta que se aplica en Tigre, sin combatir a las mafias policiales y judiciales que son parte del delito. Aún así, a Massa no le dan los números. Allí, la tasa de homicidios dolosos, por ejemplo, es similar a la del resto de los municipios del conurbano (7,4 sobre 100.000).
Más “contaminado” que el Riachuelo
En una charla de campaña que realizamos recientemente en Merlo, una vecina nos decía que desde el massismo buscaban presentar a su candidato como alguien “no contaminado”. Es decir, un político joven, fresco, sin los vicios de los políticos tradicionales. Sin embargo, pese a ser joven, Massa no tiene nada de novedoso. Como señalamos en varias ocasiones, estuvo con el menemismo y posteriormente acompañó a Duhalde en su presidencia. Allí fue designado para comandar la Anses, cargo en el que fue confirmado por Kirchner en 2003, desde donde acompañó el robo a los jubilados para pagar deuda externa. Esto le valió su posterior designación como jefe de gabinete kirchnerista, en reemplazo de Alberto Fernández.
Hoy, en cambio, olfateando el desgaste del gobierno, Massa se postula como una figura de recambio al interior del PJ, valiéndose de gran parte del podrido aparato peronista. Basta con ver sus listas para concluir que Massa no es nada nuevo. No solo obtuvo el apoyo del PRO de Macri, sino que también va con burócratas sindicales, como el “Gordo” de la CGT oficial Héctor Daer -de Sanidad- y Luis Barrionuevo; la esposa de éste, Graciela Camaño, ex ministra de Trabajo de Duhalde; el ex presidente del Banco Central Martín Redrado y empresarios como De Mendiguren, de la UIA, hasta ayer oficialistas. También ha logrado ganarse el apoyo de viejos barones del conurbano como Cariglino (de Malvinas) y todo el aparato de Quindimil en Lanús, entre otros.
No hay nada nuevo en Sergio Massa. Más bien lo contrario. Es la apuesta en la que buscan reciclarse todos los viejos punteros y parte del aparato del PJ preparándose para la era pos kirchnerista. Por eso, a quienes buscan una alternativa de cambio real que defienda los intereses de los trabajadores y demás sectores populares, los convocamos a votar al Frente de Izquierda.
¿Massa contra el impuesto al salario?
Massa se avivó ahora que el impuesto al salario es un “problema”. Nada dijo cuando los trabajadores reclamaron su eliminación con paros y movilizaciones. En un anuncio meramente electoralista, presentó una ley para elevar el mínimo no imponible -no para suprimir ese impuesto antiobrero-. Y para compensar los $9.500 millones anuales que el estado dejaría de percibir con su propuesta, dispone gravar la renta financiera por $7.000 millones. ¡Es decir que los grandes capitales ni siquiera cubrirían lo que hoy se les roba a los asalariados!
Para terminar con el impuesto al salario es necesario pelear por ello y votar al Frente de Izquierda. Repudiando los “proyectos” electoralistas de Massa que en nada van a cambiar el robo salarial a los trabajadores.
Te pedimos un aporte para seguir apoyando las luchas de los trabajadores.
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