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Las exigencias del plan de ajuste del FMI

Escribe José Castillo

Tal como expresamos en otra nota, no existe un FMI “bueno”. El acuerdo con el Fondo va a significar que la Argentina se comprometa a llevar adelante un feroz ajuste contra los trabajadores, los jubilados y el resto de los sectores populares.

Con el “olfato” que da haber sufrido en épocas anteriores los ajustes del Fondo, ya las encuestas prenuncian que entre el 75% y el 80% de la población está en contra de cualquier acuerdo con el FMI. No se equivocan. Si bien la “letra fina” del mega-ajuste que requerirá el Fondo se conocerá en las próximas semanas, ya podemos adelantar unas cuantas cosas. Es que el año pasado hubo una misión de auditoría de la economía argentina (llamada “revisión del artículo IV”) que le “recomendaba” al gobierno de Macri las siguientes medidas:

Ajustar el sistema jubilatorio. En concreto, bajar las jubilaciones por medio de que los aumentos futuros no cubran la inflación (algo de esto ya se empezó a hacer con la nueva ley votada en diciembre), subir la edad jubilatoria y empezar a dar pasos hacia la privatización del sistema, retornando al nefasto esquema de las AFJP.

Reducir el gasto “primario” del Estado a una velocidad mayor que la que está llevando el gobierno. Recordemos que el macrismo había anunciado hace apenas diez días achicar el déficit fiscal de 3,2% a 2,9%, suspendiendo obras públicas y reduciendo partidas de “gastos generales”. Ahora se propondrá un ajuste más fuerte aun, hablándose de llevar el déficit fiscal a 1% del PBI. En concreto esto significará más despidos de estatales, congelamientos salariales y achicamientos de las partidas destinadas a salud, educación o vivienda. Se ha deslizado que una partida “privilegiada” por el FMI para recortar será el presupuesto universitario. Otra, la reducción de los actuales planes sociales. Avanzar con la reforma laboral con el objetivo de flexibilizar las condiciones de trabajo, liquidando conquistas históricas actualmente presentes en los convenios colectivos de trabajo, aumentar la explotación de los trabajadores y abaratar los despidos.

Devaluar todo lo necesario para favorecer a los monopolios exportadores y así garantizarse las divisas para la devolución del préstamo del FMI. Más devaluación significará más inflación y, como consecuencia inmediata, mayor pérdida aun del poder adquisitivo de nuestros salarios y jubilaciones.

Agreguémosle a todo esto que el monto del préstamo del FMI no significará el ingreso de “dinero fresco”. Llegará en cuentagotas, con el destino claramente preestablecido (el pago de los vencimientos de deuda externa en los meses venideros) y con un monitoreo estricto de que “se están cumpliendo las condiciones pactadas” antes de girar cada cuota del acuerdo.

Esto es lo que se viene. Salgamos ya a enfrentarlo, conformando un gran movimiento obrero y popular contra el FMI. Porque la crisis la pagan quienes la provocaron, o nos la harán pagar a nosotros con hambre y saqueando nuestros recursos.